A 9 años del terremoto de Pisco
Por Antonio Peña Jumpa*
15 de diciembre, 2016.- En los últimos días hemos sentido pequeños y fuertes sismos en Lima y el interior del Perú. El último sismo fuerte ha ocurrido en la provincia de Lampa, en la región de Puno, el 1º de diciembre de 2016.
Pero, también nos hemos enterado de recientes terremotos o sismos extremos en el mundo: Italia (28/10/2016), Colombia (30/10/2016), Nueva Zelanda (13/11/2016), Argentina (20/11/2016), Centro América (24/11/2016) y China (25/11/2016) (ver Mapa de Terremotos en línea, http://www.meteosolana.net/terremotos-recientes/mapa-de-terremotos-recientes-en-el-mundo/ visitado el 29/11/2016).
Ello muestra que el interior de nuestro planeta se está moviendo con mayor frecuencia y, más allá de debatir por sus causas, es prioritario prevenir sus efectos.
Tras 9 años del terremoto de Pisco no se ha conseguido una efectiva reconstrucción, y tras tres meses del terremoto de Caylloma los resultados parece serán lo mismo.
Las provincias de Pisco, en la región de Ica, y Caylloma, en la región de Arequipa, en el Perú, son un ejemplo de esa preocupación tras sus terremotos ocurridos el 15 de agosto de 2007 y el 14 de agosto de 2016, respectivamente. Tras 9 años del terremoto de Pisco no se ha conseguido una efectiva reconstrucción, y tras tres meses del terremoto de Caylloma los resultados parece serán lo mismo.
En Pisco y sus distritos cercanos continúan muchas viviendas sin construir, personas que viven en módulos de madera y personas sin un trabajo estable que asegure el desarrollo económico de la provincia.
Lo lamentable es que tras un radical terremoto de 7.9 grados en la escala de Ritcher, las autoridades y la población damnificada no logró concientizar el compromiso de prevención: por ejemplo, las viviendas que se reconstruyen no han seguido un modelo de seguridad, con facilidades en la obtención de licencia, ni la población ha consolidado su organización para atender cualquier situación de desastre.
En Caylloma, a través de sus principales distritos damnificados de Chivay, Yanque, Ichupampa, Achoma y Coporaque, la historia parece repetirse. Tras dos o tres semanas de publicidad del evento y la ayuda de los gobiernos central y regional, los distritos mencionados volvieron a ser olvidados.
Si bien han comenzado a retornar los turistas atraídos por la belleza del Colca, así como se han retirado escombros, se han elaborado planes de entrega de bonos de vivienda a los más damnificados y se ha planificado la reconstrucción de regadíos, lo realizado es poco y muy lento.
la reconstrucción de los distritos, cuya característica histórica es la de ser comunitarios, ha sido diseñada bajo un modelo liberal
Los distritos damnificados son mayoritariamente agrícolas (de 70 a 90%), y prácticamente han perdido su sembrío y cosecha anual por el daño a su sistema de regadío cuya reconstrucción tiene tras de sí un extenso trámite burocrático. Sin embargo, lo más lamentable es que la reconstrucción de los distritos, cuya característica histórica es la de ser comunitarios, ha sido diseñada bajo un modelo liberal: los constructores son foráneos, la población compite por los beneficios en lugar de compartirlos, el presupuesto o dinero de inversión pública se otorga bajo formas o requisitos formales a empresas igualmente formales sin promover formas alternativas. Al final, el dinero que se invierta terminará fugando en lugar de quedarse para desarrollar la provincia.
Tras 9 años de reconstrucción de Pisco y sus provincias vecinas afectadas (Chincha, Cañete, Ica, Yauyos, Castrovirreyna, Huaytará), se ha invertido una suma superior a los 3,000 millones de soles, pero se desconoce efectivamente sus resultados. ¿Hubo deficiente gestión de los fondos públicos? ¿Hubo corrupción? Para la población local no hay la menor duda que en efecto hubo corrupción a extremos inconcebibles, pero para las autoridades del Estado no: ni los congresistas, la contraloría, el Ministerio Público ni el Poder Judicial han encontrado responsables de la pérdida o mal uso de esos fondos públicos. ¿Caylloma como otras experiencias anteriores y futuras transitarán por la misma experiencia?
Los terremotos de Pisco y Caylloma son dos ejemplos de desastres que pudieron evitarse y pueden aún mitigarse. Un terremoto produce muchas pérdidas, pero también es la oportunidad para reconstruir un lugar y su población en mejores condiciones previas. Ello depende mucho de nuestras autoridades y la población damnificada.
En el caso de Pisco, aún es tiempo de hacer público (por un largo período y a vista de la población local) de los rubros y montos de dinero invertidos, y sancionar a quienes hicieron uso indebido de los mismos. En el caso de Caylloma, es necesario actuar con mayor eficiencia desde los gobiernos regional y central haciendo efectivo un derecho administrativo presupuestario para desastres, y buscando evitar los casos de corrupción como los de Pisco. En ambos, sin embargo, no habrá satisfacción de la población damnificada y éxito de las autoridades si no se compromete a esa población organizadamente. Ésta no solo es fuerza de trabajo frente al desastre, sino el motor que hace posible el desarrollo económico y la más eficiente contralora, fiscalizadora y juzgadora.
Lima, 31 de octubre, 29 de noviembre y 12 diciembre de 2016.
(Visita en Caylloma, Arequipa, del 28 al 31 de octubre de 2016; y visita en Pisco, Ica, del 12 al 13 de noviembre de 2016)
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*Antonio Peña Jumpa es profesor principal de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Abogado, magister en Ciencias Sociales y PhD. in Laws.
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