Por Friday Phiri
IPS, 13 de noviembre, 2017.- Zambia ambiciona reducir las emisiones contaminantes, y la agricultura de conservación es un buen punto de partida para generar resiliencia climática en la agricultura, pues contempla tanto a la mitigación como a la adaptación, ya que es una actividad que contribuye a la vez que soluciona el problema de los gases de carbono.
Mientras, representantes y delegados de gobiernos del mundo están reunidos en Bonn para discutir un plan de implementación del Acuerdo de París, concentrándose en la reducción de emisiones contaminantes para mantener el aumento de la temperatura global por debajo de los dos grados centígrados para 2020.
Los países en desarrollo, como Zambia, subrayan la importancia de la adaptación como quedó consagrada en el artículo 2 del tratado de 2015: Aumentar la habilidad de adaptarse a los impactos adversos del cambio climático e impulsar la resiliencia climática y un desarrollo con bajas emisiones de carbono, sin poner en riesgo a la producción de alimentos.
Las sequías prolongadas y las inundaciones repentinas se volvieron comunes, afectando la productividad y la producción agrícola, además de otras formas de generar ingresos a partir de ecosistemas, lo que pone en peligro la fuente de alimentos de millones de personas.
Mi escepticismo se volvió optimismo cuando las dos hectáreas que cultivé recurriendo a la agricultura de conservación me rescataron de un desastre casi seguro cuando perdí las cinco hectáreas cultivadas de forma tradicional
Winnie Musonda, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), señala que “hay tres componentes en la mitigación, el desarrollo de energía renovable, la gestión forestal y la agricultura de conservación, mientras que la adaptación, que recibe un apoyo importante del programa, tiene 16 componentes, que requieren implementación”.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la agricultura de conservación es un enfoque para gestionar agroecosistemas con el fin de mejorar y sostener la productividad, aumentar los beneficios y la seguridad alimentaria, a la vez que preservar y mejorar la base del recurso y el ambiente.
Un laboreo mínimo, el aumento de la cobertura de cultivos orgánicos y la rotación de cultivos son algunos de los principios clave de la agricultura de conservación.
La FAO apoya al Ministerio de Agricultura de este país africano en la implementación del proyecto Conservation Agriculture Scaling Up (CASU, acrónimo en inglés de ampliación de la agricultura de conservación).
El proyecto, de 11 millones de euros (unos 12,7 millones de dólares) y que busca beneficiar a 21.000 agricultores líderes y a otros 315.000 seguidores, se propone contribuir a reducir el hambre, mejorar la seguridad alimentaria, la nutrición y los ingresos a la vez que promover un uso sostenible de los recursos naturales en Zambia.
“La prueba de fuego fue real en 2015 cuando las lluvias fueron malas”, recordó Damiano Malambo, del distrito de Pemba, en el sur de Zambia, donde practica la agricultura de conservación.
“Mi escepticismo se volvió optimismo cuando las dos hectáreas que cultivé recurriendo a la agricultura de conservación me rescataron de un desastre casi seguro cuando perdí las cinco hectáreas cultivadas de forma tradicional”, recordó.
Ese fue el año que el fenómeno de El Niño afectó a la mayoría de los países africanos, dejando a millones de personas sin alimentos. Pero los agricultores que practicaban una agricultura de conservación prosperaron en ese contexto difícil, concluyó una evaluación de CASU.
El impulso a las legumbres y un mercado al alcance mejoró la nutrición de los hogares y la seguridad de los ingresos para quienes practican la agricultura de conservación, observó Precious Nkandu Chitembwe, oficial de comunicaciones de la FAO, y Malambo es un testimonio viviente de ellos, acotó.
“En estas dos estaciones, dupliqué mi ganado de 30 a 60 cabezas, compré dos vehículos, y mi producción anual aumentó de alrededor de 150 a 350 sacos de 50 kilogramos”, añadió.
“Estoy particularmente contento con la introducción de cultivos como caupí y soja, que no solo permiten ganar dinero, sino también son nutritivos para mi familia, mire qué saludable este con gacha de soja”, acotó Malambo, señalando a su nieto de ocho años.
Zambia se jacta de una posición estable en materia de seguridad alimentaria desde la introducción de subsidios a principios de 2000, pero los indicadores en la materia dejan mucho que desear.
La última clasificación de este país entre los 10 países peor ubicados en el Índice Global del Hambre (GHI, en inglés), puede no ser una sorpresa, pues la última encuesta de Salud y Demografía reveló que 40 por ciento de los niños tenía problemas de crecimiento.
“No podemos renunciar a nuestra decisión de alcanzar el hambre cero como se proponen los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030”, observó Shenggen Fan, director general del IFPRI.
Los avances logrados desde 2000 están en riesgo, añadió, y subrayó la necesidad de crear resiliencia para las comunidades en riesgo de ver sus sus sistemas alimentarios perturbados por golpes climáticos o por conflictos.
Además, Zambia tomó medidas multisectoriales como la campaña de los Primeros 1.000 Días Más Críticos, un enfoque integrado para hacer frente a las causas directas e indirectas de la subalimentación.
La iniciativa reúne a actores y ministerios clave, entre los cuales el de Agricultura es fundamental.
Y la implementación de la agricultura de conservación en la que la diversificación de cultivos es un principio clave, es una de las contribuciones para el objetivo general de luchar contra la subalimentación.
La agricultura de conservación es un enfoque probado para fomentar la resiliencia climática en la producción agrícola para garantizar la seguridad alimentaria y nutricional, pero su adopción no ha estado libre de complicaciones.
Según un estudio del Instituto de Investigación de Políticas Agrícolas Indaba (Iapri), la adopción de ese enfoque todavía es lenta en Zambia.
La investigación, que utilizó datos de la encuesta nacional de hogares rurales representativos, concluyó que solo 8,8 por ciento de los pequeños agricultores adoptaron la agricultura de conservación en la temporada 2013-2014.
Pero el informe señala que factores sociales, como la creencia en la brujería y orar para mejorar los cultivos, tenían una incidencia considerable en la toma de decisiones.
Pero para Paul Nyambre, del Ministerio de Agricultura en la Provincia del Sur, la adopción de esa práctica no puede medirse de forma genérica.
“El paquete de la agricultura de conservación es enorme, si mide todos los componentes como un paquete, la adopción es baja, pero si observa el laboreo o la preparación de la tierra, verá que es muy elevada”, explicó.
“Por ende sería importante para las futuras políticas y los proyectos de donantes permitir la flexibilidad en el paquete porque los agricultores toman decisiones de adoptarla o no en base a componentes individuales y no como paquete”, explicó Douty Chibamba, del departamento de estudios de geografía y ambiente de la Universidad de Zambia.
Este año el Día Mundial de la Alimentación se concentró en invertir en seguridad alimentaria y desarrollo rural para cambiar el futuro de las migraciones.
El representante de la FAO en Zambia explicó que la organización está dedicada al desarrollo rural de este país y en la seguridad alimentaria para reducir la migración campo-ciudad.
“También estamos entusiasmados de ayudar a los agricultores a hacer frente a los efectos del cambio climático, que hace que la gente se mude de las zonas rurales a las ciudades en busca de oportunidades”, añadió.
---
Traducido por Verónica Firme
---
Añadir nuevo comentario