Para Stephanie Rousseau, pese a que hay una mayor inclusión de las mujeres indígenas para su participación, esta todavía no es paritaria. Hay aún "bastantes resistencias por parte de los varones", sin embargo, frente a nuevos contextos y escenarios. ¿Cómo esta ocurriendo este tránsito hacia la paridad?
Por Patricia Saavedra
Servindi, 13 de junio, 2017.- ¿Cómo pensar el género desde la etnicidad y entender como el rol participativo de las mujeres indígenas ha ido cambiando?
Desde el ejercicio y consolidación de liderazgos, primero entre ellas, desde espacios como el del vaso de leche o comités de mujeres campesinas; pasando por roles provisionales dentro de sus comunidades —en reemplazo de sus esposos o padres si estaban ausentes—, hasta la búsqueda y lucha por la paridad a nivel de las organizaciones indígenas como de la macro política.
Este tránsito nos lo explica la investigadora canadiense Stephanie Rousseau, en entrevista para Servindi, quien a su vez anuncia la presentación de su libro Mujeres indígenas: etnicidad y género en Perú, México y Bolivia, el cual (en coautoría con Anahí Morales) se presentará este 14 de junio.
—¿Cómo considera el tránsito de las mujeres hacia la participación política, especialmente de las mujeres indígenas?
Las mujeres indígenas han enfrentado eventos y dificultades para visibilizar su participación dentro de las organizaciones indígenas y en la política nacional o regional. Viendo desde adentro a las propias organizaciones indígenas nos dimos cuenta que tanto en relación al Estado como a sus propios interlocutores dentro de las organizaciones indígenas y en la sociedad en general se enfrentaban a muchísima discriminación y estereotipos que las encasillan dentro de una mirada muy limitada.
—¿Qué diferencias experimentan las mujeres indígenas en el ejercicio de sus liderazgos respecto a los varones?
Hay una diferencia en el sentido de que no hay un espacio igual o parecido ocupado por mujeres y varones en las organizaciones indígenas o en los espacios convocados por el Estado. No hay. Hay más inclusión de las mujeres indígenas que hace 10 o 15 años atrás pero no es una participación paritaria.
—¿Qué ha motivado este cambio en los escenarios actuales?
La paridad es un tema muy importante sobre el cual las mujeres indígenas en Bolivia, Ecuador, y un poco menos también en Perú, han insistido. Para las mujeres indígenas tiene que ver mucho con su forma de entrar a la política, a la organización, que es de una forma más colectivista, comunitaria e inclusiva. Consideran que en la política deben estar juntas con los varones en la acción, las agendas, plataformas, lo cual las distingue de muchas organizaciones de mujeres no indígenas que han ido por un camino de acción como mujeres pero no dentro de un contexto más comunitario y colectivo que incluya a los hombres. Ha habido muchísimos avances pero hay bastantes resistencias por parte de los varones.
—¿Hay factores que han jugado o juegan para combatir estas resistencias?
Notamos que en muchos casos la presión de los donantes que apoyan financiera y políticamente a las organizaciones indígenas. Esa presión ha sido clave para que los líderes varones decidan hacer espacio y reconocer formalmente un lugar a las lideresas mujeres. Yo diría que la pelea no está ganada.
—¿Son suficientes las cuotas de género para la participación y representatividad de las mujeres indígenas?
En ningún país de América Latina que haya adoptado cuotas electorales de género hay algo sobre etnicidad o identidad étnica. Incluso en Bolivia, donde las mujeres indígenas están más empoderadas a nivel macro no hay esta conexión entre género y etnicidad a nivel electoral. Eso es un problema porque en la práctica esto deja a las mujeres indígenas un poco en el vacío. Ningún país de América Latina cuenta con cuota de mujer indígena.
Las reglas electorales no son pensadas para otorgar garantías para que las mujeres indígenas tengan un espacio de representación a nivel de las instituciones políticas formales.
—Al respecto ¿qué observa en el caso peruano?
En el caso peruano, donde existen cuotas indígenas a nivel regional y provincial, he leído trabajos donde dicen que lo que hacen los partidos es cumplir con la cuota de género, indígena y de juventud en una sola persona. O sea, escogen una candidata mujer, indígena y joven, en lugar de tener, por ejemplo, a tres candidatos. Las reglas electorales no son pensadas para otorgar garantías para que las mujeres indígenas tengan un espacio de representación a nivel de las instituciones políticas formales.
—¿Cómo revertir o enfrentar esto a nivel estatal y de las organizaciones indígenas?
El tema es diferente dentro de las organizaciones indígenas donde se da una diversidad de situaciones. Pero a nivel estatal para que haya un número importante de mujeres indígenas elegidas tiene que haber organizaciones fuertes en la sociedad civil que logren poner a candidatas en las listas. Como no hay mecanismos institucionales entonces la única manera es que haya organizaciones fuertes con bastante legitimidad y que de esa manera logren entrar a las listas de candidatura y estén posicionadas en el primer tercio de la lista.
—¿Qué rol está cumpliendo la sociedad civil en favor de la paridad?
Creo que todavía hay un rol de algunas ONG tanto nacionales como internacionales. Pero cada vez hay menos presencia de la cooperación internacional. Perú, Ecuador, Bolivia y otros países han pasado a la categoría de países con ingresos medios por lo que muchas agencias de cooperación se van. Esto tiene consecuencias en el apoyo a las mujeres indígenas. Desde otra perspectiva, quizás de esta manera las organizaciones o federaciones van a tener que encontrar formas de trabajar más autónomas.
En ningún país de América Latina que haya adoptado cuotas electorales de género hay algo sobre etnicidad o identidad étnica.
—¿En qué espacios las mujeres indígenas se han empoderado o visibilizado?
Creo que las mujeres indígenas han logrado enfatizar el rol que tienen como productoras y personas muy vinculadas a la reproducción de la vida pero en el sentido amplio. No solamente como las que dan a luz y se encargan de criar a los niños pequeños. Todo lo que significa alimentar, cuidar la salud, ahí han desarrollado un discurso y visibilidad muy interesantes. Yo creo que esto puede encajar muy bien con todas las preocupaciones vinculadas al cambio climático. Lo que temo es que estas mujeres no tengan suficiente apoyo técnico y asesoramiento para perfilarse bien en los ojos de la cooperación.
—¿Están más abiertas las organizaciones indígenas a la participación de la mujer?
Es un tema muy importante para las mujeres indígenas, muchas o casi todas a las que entrevisté me mencionaron este tema como una de las primeras cosas que les hizo reaccionar e involucrarse en la política a nivel comunal. Es decir, muchas se han enfrentado a un obstáculo a nivel básico en el sentido de que no se les permitía participar de las asambleas salvo como reemplazo de su padre o marido, y eso no les daba un estatus permanente ni de igual voz en las decisiones comunales.
—A partir de estas intervenciones, ¿cómo fueron fortaleciéndose?
Muchas me han dicho que una de las motivaciones por las cuales empezaron a involucrarse a nivel comunal y luego provincial, regional y más fue esta dificultad a nivel de la comunidad. Muchas empezaron a participar a partir de organizaciones de tipo vaso de leche, comedor, club de madres, comité de mujeres campesinas, etc. Y de esa manera lograron desarrollar un trabajo de lideresas, ser reconocidas como tales en sus comunidades y en otros niveles superiores, eventualmente llegando a participar en otros procesos a nivel departamental y nacional.
Consideran (las mujeres indígenas) que en la política deben estar juntas con los varones en la acción, las agendas, plataformas, lo cual las distingue de muchas organizaciones de mujeres no indígenas que han ido por un camino de acción como mujeres pero no dentro de un contexto más comunitario y colectivo que incluya a los hombres.
—¿Qué otros factores contribuyeron a ello?
En las últimas décadas ha habido muchos cambios en las comunidades a nivel de como funcionan. Eso tiene que ver con la migración, el crecimiento económico, la búsqueda de trabajo en otras zonas donde los hombres encuentran que les dan más que en su comunidad, o migración por temporadas. Esto ha hecho que las mujeres, de facto, tengan un rol más importante en su comunidad porque si no están los hombres alguien tiene que tomar decisiones. Entonces, poco a poco han logrado estar mucho más presentes por más que los estatutos de las comunidades no hayan cambiado. De facto, son mucho más importantes las mujeres en las comunidades en la gestión de la misma.
—Sin embargo ¿Por qué esta práctica no ha terminado de reflejarse en las comunidades?
Lo que creo es que falta formalizar este cambio, es decir, que haya procesos que les permitan transformar los estatutos y lograr que estos sean más democráticos e igualitarios en términos de la participación de las mujeres. Cada comunidad es soberana en ello.
Ha habido muchísimos avances pero hay bastantes resistencias por parte de los varones.
—¿Cuáles son las reacciones más resistentes hacia la participación de la mujer en general?
Un fenómeno muy importante que estamos observando es el acoso político, la violencia contra las autoridades mujeres elegidas, y muchas veces perpetrada por compañeros del Concejo Municipal, Concejo Nacional y otras autoridades elegidas.
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