Por Wilman Caichihua Robles
13 de febrero, 2018.- En el día de las comadres luego de recorrer las calles y visitar las instituciones encabezado por Electro Sur Este, los Carguyuq 2018, en el escenario del Lawn Tennis un joven artista empezó a cantar: “Cortemos la yunsa, paypuni kachkan embajadurninchis Claudio Garfias…”
Entonces, el Embajador del Carnaval abanquino, más conocido como “Sureñito” sentado en su silla de ruedas ante la mirada atenta de doña Catalina que le cuida y decenas de comadres y compadres de diversas instituciones comenzó a cantar sus mejores canciones con esa voz inigualable que le caracteriza.
“Arbolito de manzana”, “Limoncito verde”, “Patibamballay”, más y más canciones retumbó con fuerza en los corazones de los carnavaleros y carnavaleras haciendo que demuestren sus mejores pasos; mientras los periodistas y curiosos registraban algunas fotos para la posteridad y otros comentaban manifestando de que él era la Cultura Viva de nuestro folklore, que él había sido y será para siempre el verdadero Embajador del Carnaval abanquino el “Más Alegre del Perú”.
Mientras el sol se ponía en el ocaso, el cariño que le mostramos fueron de múltiples formas y maneras: Un abrazo, una palabra de aliento, una agüita envasada, una cervecita aunque ya no bebe, unos sencillos o comprando sus producciones en CD o DVD; pero, creo que lo más importante es que a nuestro “Sureñito” debemos escucharlo y bailarlo en casa, en el barrio, en la yunsa o en los eventos oficiales, eso significaría gratitud y agradecimiento en vida.
Mientras le compraba uno de sus CD, se acercó a él don Oscar con un sencillo, le agarró la mano con fuerza y derramó algunas lágrimas. Entonces, me dije a mí mismo que esas lágrimas eran porque no sólo se conocieron, sino por verlo en esa condición, ciego y sentado en una silla de ruedas, pero a pesar de ello seguía cantando como en sus tiempos mozos.
Nuestro “Sureñito” cuando canta sus carnavales nos mira con el corazón, nos siente como sus hermanos y su ayllu cuando le hacemos llegar una voz de aliento, cuando valoramos nuestras raíces y no nos olvidamos de nuestra identidad, cuando les enseñamos a nuestros hijos nuestro quechua y nuestras tradiciones.
De éste hombre lo que me inspira es su sencillez y su nobleza, sencillo porque siendo Embajador puede ser capaz de esperar su turno, horas bajo el sol para cantar, es noble de corazón porque agradece en todo momento a todas las instituciones y personas que no se olvidan de él y en todo momento lo apoyan.
Seguro que llegará el día de su partida a otras dimensiones de la vida a seguir cantando, pero él se irá dejando un legado que ya está escrito en la historia de nuestro pueblo. Wiñaypaqmi kawsanki, sichus qunqayta munasunkiku chayqa, sapa Pukllay chayamuptinqa, kaqmantan kawsarimunki, sayna kachun.
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*Wilman Caichihua Robles es docente y especialista en educación intercultural bilingüe.
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