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Amazonas y la angustia del “caso cero”

Foto: Luis Chavez Rodríguez

El caso cero en Amazonas, en el segundo día de su confirmación, destapó una ventana de casos sospechosos y la peligrosa transformación del miedo en desconfianza. En estos lugares los desabastecidos hospitales y endebles casetas de salud no tienen ni siquiera máscaras; por consiguiente, el único horizonte que les queda para protegerse a estos peruanos es el de sus chacras, de sus bosques o de sus montañas, donde finalmente, ojalá, no les faltará qué comer.

Por Luis Chávez Rodríguez*

9 de abril, 2020.- Amazonas, junto a Puno y Ucayali, fueron los últimos bastiones de una lucha por tratar de impedir la invasión del coronavirus; sin embargo, así como en el resto del Perú, en la selva como en la sierra, todavía hay provincias, distritos y caseríos auto aislados donde no ha entrado el virus físicamente, aunque en su otra forma, la del temor, ya lo tengamos todos metido en nuestra propia casa. A estas alturas del avance de la pandemia, ya no queda un solo rincón en todo el planeta donde la angustia del “caso cero” no esté haciendo su parte, cuando pensamos en nosotros mismos y en nuestros familiares vulnerables.

En la región Amazonas el primer paciente que dejó de ser un “caso sospechoso” para convertirse en el paciente cero se presentó a un mes de que se anunciara oficialmente la llegada (06-03-20), procedente de Europa, del COVID-19 al Perú. Fue un anciano de la localidad de Pedro Ruiz, puerto de entrada a la región, y lo contagió uno de sus familiares a quien acogió en su casa y que llegó de Lima, huyendo precisamente de la expansión del virus. Desde Lima llegó, nuevamente, nuestro caso cero.

El proceso, en provincias, para dar a conocer un resultado definitivo de las pruebas tiene un periodo más largo y penoso que en la capital o en otras ciudades grandes. Pasa por un tiempo impreciso, durante el cual se da un limbo que acrecienta las especulaciones y el miedo. La muestra tomada del paciente cero, al que nos referimos, dio positivo en la prueba rápida, pero este resultado tiene una validez provisional hasta que sea confirmado o descartado por la “prueba atómica”, que en el caso de Amazonas no se puede realizar en ninguno de sus hospitales.

La muestra tiene que ser enviada hasta la ciudad de Lima y tarda un mínimo de siete a diez días. Mientras tanto la población, conocedora mediante la prensa local de estos vaivenes, espera ansiosa el resultado y las autoridades de salud deben tomar decisiones urgentes para cercar la propagación.

Fuente de la imagen: Facebook de Luis Chávez Rodriguez

Este fue el caso de la Dra. Mendoza, directora de la Red Asistencial Amazonas de Essalud, Hospital Base Higos Urco, de Chachapoyas, quien ordenó clausurar todo el área del Servicio de Emergencia, en donde se recibió al paciente y mandó a cuarentena al personal médico y de servicios que tuvo contacto con el portador del virus. Ella misma, bastante atemorizada porque tiene a sus ancianos padres en casa, declaró, que conteniendo el miedo que se generaliza en los mismos centros médicos cuando se confirma positivamente los resultados, había tenido que hacer un llamado a la calma a su personal y luego a toda la ciudadanía por intermedio de las radios.

los portadores asintomáticos continuaron su desplazamiento, a lo largo y ancho del territorio nacional, hasta propagarlo en todo el país

Aunque con las fronteras de las regiones cerradas mediante ordenanzas gubernamentales y decretos, los portadores asintomáticos continuaron su desplazamiento, a lo largo y ancho del territorio nacional, hasta propagarlo en todo el país. Solo en estas últimas semanas se ha dispuesto al ejército y a la policía el control de las entradas a las regiones y lo propio han hecho en las provincias y los distritos los alcaldes, en coordinación con las rondas campesinas.

El aislamiento individual o familiar de las ciudades, en las áreas rurales, ha devenido en el aislamiento de los poblados, donde cada municipalidad ha emitido ordenanzas para el cierre de sus fronteras.

En varias localidades de la región Amazonas, como en las provincias de Rodríguez de Mendoza y Chachapoyas o en distritos como la Jalca, Levanto, Cheto, Chirimoto, Omia o Milpuc, cada una de estas ordenanzas ha sido acompañada, atinadamente, por campañas de comercialización abaratada de canastas de alimentos como en gran parte del país, coordinadas con las agencias agrarias del Estado.

Del mismo modo, ha resurgido el intercambio espontáneo de productos agrícolas, mediante el sistema del trueque, en vista de que el dinero ya comienza a escasear y echando mano a formas “pre modernas” de intercambio y reciprocidad. Esta alternativa, como es previsible, ya debe estar en plena reactualización en amplios sectores de las áreas rurales en todo el Perú, donde se la conoce como el “qunakuy” o el “makipura” y que resiste hasta el día de hoy como forma de comercio alternativo al imperativo del dinero. 

ha resurgido el intercambio espontáneo de productos agrícolas, mediante el sistema del trueque, en vista de que el dinero ya comienza a escasear

Casos especiales de aislamiento saludable se están dando en las comunidades nativas, como es el de muchos hermanos awajún o wampís del área de Condorcanqui o Utcubamba, quienes tienen totalmente trancadas las entradas y las salidas.

En estos lugares, donde también hay poblados semiurbanos con creciente demografía, han optado por el traslado de los ancianos y personas vulnerables a zonas más alejadas, río adentro, para su protección. Este tipo de movilización en siglos pasados, especialmente en la nefasta época del caucho, dieron lugar a un gran número de los llamados, “no contactados”, quienes se refugiaron en la densidad del “íkam” (bosque), frente a la acción invasiva y contaminante del mundo occidental, que entre otros terribles males cargaba consigo gérmenes dañinos, protozoos y virus mortales, imposibles de contener por el frágil sistema inmunológico del nativo amazonense y la malnutrición crónica de muchas de sus comunidades.

En su caso, estas medidas se están tomando dentro del contexto de todos los pueblos amazónicos y andinos sudamericanos que no están siendo escuchados y mucho menos atendidos como la situación de vulnerabilidad requiere por los gobiernos centrales, a pesar de que su clamor está siendo ampliamente difundido en los medios de comunicación de las organizaciones andino-amazónicas del Perú y América del Sur, como son ONAMIAP, AIDESEP o la COICA, entre otras muchas.

En este sentido, desde aquí, se reitera, el urgente pedido al gobierno peruano, para ocuparse seriamente de este sector y, ojalá de una vez, dar un salto cualitativo en el manejo de la problemática amazónica y andina de los pueblos originarios, para quienes la dolorosa violencia de las pandemias, la invasión, el cerco de sus espacios territoriales y espirituales, y la angustia del “caso cero”, que ahora todos los peruanos la tenemos instalada en casa, no son ajenas, pues la vienen sobrellevando en sus vidas cotidianamente de modo ininterrumpido desde hace siglos.

El caso cero en Amazonas, en el segundo día de su confirmación, destapó una ventana de casos sospechosos y la peligrosa transformación del miedo en desconfianza. Ahora se espera la confirmación de la prueba rápida, es decir, para las provincias y áreas rurales apenas empieza la batalla contra el invasor microscópico. En estos lugares los desabastecidos hospitales y endebles casetas de salud, llamados pomposamente, Centros médicos, Postas de salud  o Redes Asistenciales no tienen ni siquiera máscaras; por consiguiente, el único horizonte que les queda para protegerse a estos peruanos es el de sus chacras, de sus bosques o de sus montañas, donde finalmente, ojalá, no les faltará qué comer.

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*Luis Chávez Rodríquez es promotor de la organización civil La casa del colibrí de Chirimoto, Amazonas, que se dedica al trabajo comunitario y de voluntariado en esta región amazónica.

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