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La representación y los distintos modos de concebir la política

Fotos: Internet

6 de mayo, 2019.- La reciente Minga Indígena del sur-occidente de Colombia, y otros conflictos similares, como Las Bambas en Perú y Tariquía en Bolivia, han cobrado enorme relevancia pública.

Mientras la atención apunta a las disputas con los gobiernos, bloqueos de rutas o la negociación de compensaciones, por detrás de eso también hay una controversia sobre la representación.

Ese punto es abordado en este análisis de Eduardo Gudynas (CLAES - Uruguay) y Axel Rojas (Universidad del Cauca, Colombia). En ese tipo de conflictos sobre territorios y recursos naturales se apela a negociaciones entre “representantes” de los grupos locales.

Esa postura es propia de la política convencional de la modernización, enfatizando una representación formal, sobre todo aquella mediada por el voto, con ejemplos muy conocidos como alcaldes o  legisladores.

Pero ese es un modelo esencialmente teórico que es difícilmente aplicable a la realidad latinoamericana, donde la política enfrenta muchas contradicciones, operan relaciones de poder, corrupción y violencia.

Pero no sólo eso, sino que ese tipo de política ignora manifestaciones, ensayos o intentos de otra política, especialmente aquella de base comunitaria.

En este punto se insiste en el análisis ya que esa política diferente y por otros medios, a su vez tiene otros tipos de representaciones.

Ejemplos de esa disociación entre la política convencional occidentalizada y otra de base comunal o indígena, se encuentra en algunos momentos del fallido encuentro en el Cauca entre el presidente colombiano con la Minga, o en cómo se relacionaban los comuneros en Las Bambas entre sí y con el gobierno y la empresa minera.

El estudio de Gudynas y Rojas avanza más al señalar que cuando la política convencional se ve obligada a atender esas otras alternativas, busca re-encauzarlas, controlarlas o incluso anularlas.

Por ello alertan que lo que a veces se interpreta como una victoria, como puede ser que una comunidad obtenga una compensación económica en un conflicto territorial, también puede esconder un retroceso al aceptar los modos y representaciones de la política convencional dejando de lado posturas propias distintas de base comunitaria.

Es necesario respetar y cobijar otros modos de hacer política, lo que a su vez exige una apertura intercultural a otro tipo de representaciones. 

En seguida el artículo analítico

¿Quién representa a quién? Detrás del debate de la representación hay modos distintos de concebir la política

Por Eduardo Gudynas y Axel Rojas*

Aunque estaban separados por unos doscientos metros, de un lado el presidente de Colombia, con ministros y jerarcas, y del otro lado líderes de distintas organizaciones ciudadanas, la distancia política era enorme. Esto ocurrió a inicios de abril como resultado de una gran movilización ciudadana en Colombia. En ese caso, distintas organizaciones locales y regionales expresaban descontentos y reclamos por lo que consideraban como promesas incumplidas por el gobierno o el estancamiento del proceso de paz con el regreso de la violencia.

Ese conflicto cobró una enorme notoriedad al organizarse como una “minga por la vida, el territorio, la justicia y la paz” y por bloquear una carretera clave en el departamento del Cauca, en el suroccidente del país (1). Hechos como esos no son infrecuentes, ya que el bloqueo de rutas se repite en otros países. Más o menos al mismo tiempo, en el sur de Perú, se bloqueó una ruta utilizada por el emprendimiento minero de Las Bambas (2), y en Bolivia, las comunidades en la Tariquía intentaban frenar el ingreso de las petroleras (3).

Ese tipo de conflictos discurren en muchos casos hacia una dinámica de negociaciones donde el Estado, las empresas o las comunidades locales, deben enviar sus “representantes”, y son ellos los que buscarían acuerdos y arreglos. Como muchas veces se le impide a las comunidades campesinas o indígenas siquiera llegar a la mesa de conversaciones, se vive como una victoria llegar a la instancia donde sus “representantes” se sientan con ministros o gerentes.

En esas circunstancias la propia representación se vuelve un problema, y dispara otro conjunto de disputas. No siempre se advierte esta problemática, y aquí deseamos en especial llamar la atención sobre un aspecto que a veces pasa desapercibido: los modos de representación no son inertes, y en ellos también actúan las condicionalidades y controles de la política convencional.

Eso encierra unos cuantos riesgos y tensiones especialmente para los modos de representación de comunidades indígenas, ya que las victorias de ganar representación bajo esas reglas convencionales pueden implicar debilitar o invisibilizar sus propios y distintos modos de construir políticas. Y esa pérdida no sólo interesa a ellos, sino también a todos, ya que perdemos potencialidades para entender y gestionar los territorios de otras maneras.

Representaciones formales en la política convencional

En efecto, el problema de la representación aparece una y otra vez en los conflictos, especialmente en aquellos que ocurren en zonas rurales. De un lado, las comunidades locales desconfían de los “representantes” de los gobiernos, ya que interpretan que solamente buscan ventajas partidarias o que en realidad son funcionales a los intereses empresariales. No les falta razones para ello, y esas limitaciones estuvieron presentes tanto en el caso colombiano como en el peruano, donde una vez más se vive la problemática de las puertas giratoria: funcionarios que hasta hace poco tiempo negociaba como representantes de una compañía, hoy lo hacen como delegados del gobierno, al igual que quienes fueron funcionarios de un gobierno anterior que ahora reaparecen en una nueva administración (4).

No puede asombrar que tanto en el caso colombiano como el peruano, las comunidades terminen reclamando negociar directamente con el presidente ya que las intermediaciones de los representantes carecen para ellas de legitimidad.

Pero paralelamente, se ataca a los reclamos de las comunidades locales cuestionando a sus representantes. Pueden ser periodistas, analistas políticos, actores político partidarios o incluso académicos que cuestionan a esos representantes diciendo, por ejemplo, que en realidad no representan a sus comunidades, que no son verdaderos indígenas, que usan las posiciones de liderazgo para obtener beneficios económicos o que son funcionales a algún partido político. Esta problemática se repite en todos los países.

Para complicar todo un poco más, los casos de Colombia y Perú muestran que hay líderes locales que en las negociaciones con gobiernos o empresas suspenden su propia representación porque entienden que deben regresar a sus asambleas de base para tomar decisiones. Esto implica que no toman decisiones por sí solos, reconociendo la necesidad de un espacio asambleario, horizontal, comunitario, que pondere la situación y tome las decisiones.

En todas estas dinámicas hay diferentes formas de entender y practicar la representación que a su vez están entremezcladas con distintos modos de concebir y construir lo que usualmente se entiende por “política”. Esta particularidad no siempre es advertida, ya que en especial desde la política convencional, por ejemplo los gobiernos nacionales, se piensa que existe un solo tipo de representación y de política.

En efecto, en la política partidaria convencional, que es heredera de las concepciones políticas de la modernidad occidental la representación es esencialmente formal: una o unas pocas personas representan a un conjunto mucho más amplio. Estos transmitirían los intereses y posiciones de sus mandantes, y estarían autorizados a tomar ciertas decisiones que se asume corresponden a los deseos de sus representados. El mecanismo de legitimación clásico es el voto, y esta es la situación que se corresponde por ejemplo con alcaldes, regidores, gobernadores, senadores o presidentes (5).

El Estado apela en primer lugar a esos representantes de la política convencional para abordar cuestiones como la gestión territorial. Lo hace invocando, pongamos por caso, a los alcaldes, gobernantes regionales o diputados. Una vez que llegan a acuerdos con esos interlocutores, se entiende que no es necesario consultar a las comunidades locales ya que ellas estarían también representadas por aquellos.

Todas esas posturas están basadas en una imagen idílica de la política que no es la que se vive en la cotidianidad. Es como si invocaran una y otra vez manuales europeos que describen representaciones en democracias de inspiración liberales, sin comprender que eso prácticamente no ocurre en América Latina. Las teorías del representante – representado dejan de funcionar en situaciones donde, por ejemplo, prevalece la corrupción o la violencia, cuando los mecanismos de autorización o control desde los representados fallan, o allí donde las votaciones padecen todo tipo de contratiempos. Es más, en Colombia esas disputas están inmersas en una democracia delegativa, hiperpresidencialista y conservadora, que carga con el enorme riesgo de que aquellos que son representantes pueden ser asesinados (6).

Del mismo modo, en el Perú de hoy la situación tal vez es más grave  ya que la crisis de los partidos políticos, el congreso y la justicia, están carcomiendo a los fundamentos de la política como una discusión pública. En ese contexto, los representantes de algunas comunidades de Las Bambas eran criminalizados e incluso encarcelados (7).

Pero en muchos casos ese tipo de representaciones y esos espacios de negociación no sólo no permiten resolver las disputas, sino que desde el punto de vista de las comunidades locales actores como los alcaldes, gobernadores o diputados, también son parte del problema. Además, los comunarios perciben amenazas o tienen valoraciones en ocasiones muy distintas a las miradas convencionales.

Las comunidades casi siempre insisten en ser escuchadas, y la protesta puede ser tan intensa que en ocasiones el Estado acepta que los canales formales de representación no funcionan y debe sentarse a conversar con sus representantes. Pero aun cuando eso ocurre, de todos modos el Estado (o las empresas) siguen bajo la lógica de la política convencional. Eso explica que las exigencias de pasar a una dinámica asamblearia, donde un gerente o un ministro deba estar dialogando directamente con todos los comunarios a la vez, es resistida porque casi nunca la entienden.

La gestión estatal prefiere negociar con unas pocas personas, tanto por razones legítimas (asumiendo que estará frente a genuinos representantes de las necesidades y concepciones de las comunidades) como ilegítimas (buscando ejercer manipulaciones, influencias, prebendas, amenazas, etc.).

En el sendero de la política clásica de estirpe occidental también se pueden inscribir las representaciones sindicales o empresariales. No es raro que allí también actúen las comunidades locales; por ejemplo, en Bolivia,  hay comunidades campesinas que se conciben a sí mismas sobre todo como sindicatos rurales y por ello recurren a ese tipo de representación, y hay otros que mantienen cooperativas, las que a su vez siguen la dinámica de representaciones del mundo de los negocios.

Otras políticas, otras representaciones

Pero existen otros modos de entender y construir la política, y consecuentemente se derivan otras expresiones de lo que convencionalmente se entiende como “representación”. En efecto, en el seno de algunas comunidades campesinas y especialmente indígenas, pueden encontrarse muy distintos equivalentes a lo que se entiende por “política”. Hay algunas donde los participantes son muy diversos, ya que intervienen seres humanos como no-humanos, se marcha a otro ritmo, no pretenden una gestión racional que se separe de las sensibilidades, o se potencia especialmente lo comunitario. Ciertas alternativas, por ejemplo en Bolivia, Ecuador y Perú, se destacan además por el creciente liderazgo de las mujeres en varios conflictos territoriales y permiten incorporar más cómodamente una visión de género (8). Incluso ante innovaciones como los derechos de la Naturaleza reconocidos en la Constitución de Ecuador, su salvaguarda pasa por otras formas de entender la política y la representación.

No es aquí el sitio para describir esa diversidad en detalle, pero si es importante subrayar su existencia. Se admite que esto no se encuentra en todas las comunidades locales, así como que en muchas ocasiones está hibridado de diferentes maneras con los entendimientos convencionales. Pero cuando se reclamaba al presidente Duque ingresar a la asamblea, no puede descartarse que algunos lo hicieran desde la política convencional para así fortalecer su prestigio como representante de una comunidad. Sin embargo, hay otros que seguramente lo hacían o intentaban hacerlo desde sus cosmovisiones indígenas.

Clarificados esos matices, nuestro punto es que la política convencional sistemáticamente ignora esos otros modos de construir política. Como esos modos son sostenidos y reproducidos desde los partidos políticos, las empresas o el Estado, pero también está desde amplios sectores de la sociedad, incluso en muchas comunidades, parecería que no existen otras formas. Cuando no puede dejar de ignorarlos, los ataca.

La repetida exigencia de representaciones al estilo occidental termina siendo un arma que ataca esas otras perspectivas, ya que las comunidades locales no ven otra opción, o no han tenido otra posibilidad, que incluirse desde esas representaciones convencionales. En efecto, si creen necesario resistir un emprendimiento minero o recibir una ayuda económica prometida por el gobierno, necesariamente deberán hacerlo desde esa política convencional de la modernidad occidental, eligiendo sus representantes según las reglas y normas que ésta la impone.

Esta problemática tiene una larga historia y ha derivado en amplias superposiciones entre esas dos perspectivas de la política. Por ejemplo, en comunidades aymaras del altiplano de Bolivia, en un largo proceso que viene desde la colonia, en el último siglo pasó de unas políticas que incluían expresiones desde comunarios anclados en un ayllu, a otra donde los campesinos se concebían como clase social que se organizaba en sindicatos con sus modos específicos de representación, para luego adentrarse en una condición donde se recuperaron algunas concepciones ancestrales pero a la vez se mantienen representaciones gremiales, político partidarias y hasta empresariales (9).

Ese encorsetamiento tiene una historia colonial, sin duda. Es por ello que los intentos de una política distinta de todos modos surgen en ese marco. El caso colombiano es de nuevo interesante ya que aunque los “cabildos” son una creación colonial, hay casos donde desde los “cabidos indígenas” se intenta otra política y otra representación. El problema es que la política convencional enfocada en la modernización, y en sus aplicaciones reales en nuestros países, no sólo hace eso muy difícil, sino que cada vez que asoma una experiencia de ese tipo, la niega, la re-encauza o la anula.

La ola de disputas sobre compensaciones o indemnizaciones con las comunidades locales impide reconocer estas cuestiones. Con mucho esfuerzo se logra, por ejemplo, que las empresas paguen los dineros prometidos o compensen por los daños que producen, como muestra el conflicto peruano de Las Bambas. Pero lo que luce como una victoria puede ser un retroceso.

Es que la aceptación de una política encogida a reclamos de dinero contribuye a debilitar todavía más esos otros modos distintos o alternativos de hacer política que pueden subsistir o recrearse en algunas comunidades indígenas y campesinas. En ellas, reducir el manejo territorial o la inserción en la Pachamama a una mera transacción de indemnizaciones sería un sinsentido. Pero la política convencional se empeña en ello, y esa ambición por la solución mercantilizada del conflicto por supuesto está en los políticos y empresarios, pero ahora también aparece en muchas comunidades. Ese tipo de política puede llevarse adelante con unos pocos delegados o voceros de las comunidades locales, ya que se discuten los montos de dinero a transar. De ese modo se refuerzan mecanismos de representación que son funcionales a mercantilizar la política (10).

De este modo, la problemática de la representación también expresa posturas sobre cómo y quiénes construyen la política. Eso no siempre es evidente ya que la atención está centrada en la exclusión o criminalización de representantes, en los dineros a conseguir por una compensación, o las manipulaciones desde el poder. Sin duda es muy importante enfrentar esos problemas y poder superarlos, pero es dudoso que eso pueda hacerse desde la política convencional que les da origen. Pero además, en el caso latinoamericano es imprescindible reconocer, amparar e incorporar otros modos de practicar y sentir la política, y que por ello mismo desembocará en otras representaciones. Es necesario hacerlo desde un respeto intercultural pero además porque permite incorporar de otro modo a los territorios y la naturaleza. Ninguno de estos componentes son obstáculos para la democracia, sino que la fortalecen.

El pasado 25 de abril en medio de un paro nacional, el Consejo Regional Indígena del Cauca -CRIC-, convocó de nuevo al presidente Duque para que asista al Cauca y se reúna con la Minga, y haga honor a su palabra empeñada semanas atrás en Caldono (11). Aunque aún no se conoce la respuesta del mandatario, la invitación muestra como, una vez más, se encuentran estas dos formas de entender y hacer la política. Falta ver cuál será su desenlace.

Notas

1. Véase, por ejemplo, Esta minga no es como las otras, T. Duque, La Silla Vacía, Bogotá, 19 marzo 2019, https://lasillavacia.com/silla-pacifico/esta-minga-no-como-las-otras-70567

Todos ganan y todos pierden con el fin de la Minga, T. Duque, La Silla Vacía, 7 abril 2019, https://lasillavacia.com/silla-pacifico/todos-ganan-y-todos-pierden-fin-minga-70961

No hubo encuentro entre el presidente Duque y los indígenas en el Cauca, El Espectador, Bogotá, 9 abril 2019, https://www.elespectador.com/noticias/nacional/cauca/no-hubo-encuentro-entre-el-presidente-duque-y-los-indigenas-en-el-cauca-articulo-849559

2. Véase, por ejemplo, Las Bambas: entre la improvisación técnica y la estigmatización a las comunidades, J. Borda, Noticias SER, Lima, 27 marzo 2019, http://www.noticiasser.pe/opinion/las-bambas-entre-la-improvisacion-tecnica-y-la-estigmatizacion-las-comunidades

Gobernanza y gobernabilidad: el caso Las Bambas, L. Wiener Ramos, CooperAccion, Lima, 2018.

3. Véase por ejemplo, ¿Qué defienden los comunarios de Tariquía y por qué la Policía intervino un bloqueo que realizaban en la zona?, La Región, Santa Cruz, 21 marzo 2019, http://www.periodicolaregion.com/que-defienden-los-comunarios-de-tariquia-y-por-que-la-policia-intervino-un-bloqueo-que-realizaban-en-la-zona/

Bolivia: comuneros descartan diálogo y Gobierno deja vía libre a petroleras en Tariquía, Iván Paredes, Mongabay, 31 marzo 2019, https://es.mongabay.com/2019/03/bolivia-tariquia-petroleo-contaminacion/

4. A juicio de la secretaria ejecutiva de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos de Perú, en las negociaciones recientes sobre el proyecto minero Las Bambas, los comunarios eran testigos de la llamada “puerta giratoria” entre empresas y gobierno de un modo que calificó como “brutal”. Entrevista en Exitosa TV, 27 de marzo 2019, https://www.facebook.com/cnddhh/videos/2540800145984455/

5. Sobre la representación en la política convencional occidental, véanse los tipos descritos en El concepto de representación, H.H. Pitkin, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1985.

6. Sobre la violencia en Colombia véanse por ejemplo los reportes de la Defensoría del Pueblo, www.defensoria.gov.co, de Human Rights Watch, www.hrw.org o del Colectivo de Abogados J.A. Restrepo www.colectivodeabogados.org

7. ¿Se está logrando resolver el conflicto Las Bambas?, Mirtha Vásquez, Noticias SER, Lima, 8 abril 2019, http://www.noticiasser.pe/opinion/se-esta-logrando-resolver-el-conflicto-las-bambas

8. Ver por ejemplo Mujeres indígenas frente al cambio climático, R. Silva Santisteban (ed), IWGA, Servindi, Onamiap y Coharyima, Lima, 2019.

9. Importantes reflexiones sobre esa dinámica en Violencias (re)encubiertas en Booivia, S. Rivera Cusicanqui, La Mirada Salvaje, La Paz, 2010.

Un ejemplo para la situación más reciente es Visiones del desarrollo en comunidades aymaras, W. Plata Quispe, G. Colque Fernández y N. Calle Pairumani, PIEB, La Paz, 2003.

10. Esa dinámica alimenta una mercantilización de la política. En ella, pensar que el Estado podría ser un árbitro de conflictos entre empresas y comunidades, termina siendo incorrecto, ya que éste es parte de esa racionalidad mercantilizada. En el caso de Perú esto se aborda en Las Bambas: consecuencias de la mercantilización de la política, E. Gudynas, Noticias SER, Lima, 29 marzo 2019, http://www.noticiasser.pe/opinion/las-bambas-consecuencias-de-la-mercantilizacion-de-la-politica

11. Indígenas convocan nuevamente al presidente Iván Duque al Cauca, C. Cerón, W Radio, 25 abril 2019, http://www.wradio.com.co/amp/nota.aspx?id=3895366

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*Eduardo Gudynas es investigador en el Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES), Montevideo, Uruguay; y Axel Rojas es profesor en el departamento de Antropología de la Universidad del Cauca, Popayán, Colombia.

 

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