Servindi, 6 de marzo, 2016.- Al coro de "Berta vive, la lucha sigue, sigue" y acompasada por los tambores de negros garífunas, miles de personas acompañaron el sábado a su última morada a Berta Cáceres, la muy querida y respetada lideresa del pueblo indígena Lenca, asesinada la madrugada del jueves 4 de marzo.
La multitud doliente se desplazó de la casa de la madre de la víctima, Austra Flores, en el barrio El Calvario, a la ermita de La Gruta, donde se ofició una misa auspiciada por dirigentes de organizaciones ambientalistas de Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Honduras.
La dirigente indígena del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh) había sido amenazada por policías, militares y paramilitares, desde que en abril de 2013 encabezó una serie de acciones de rechazo contra una empresa hidroeléctrica china.
El Copinh denunció que a pesar de tener medidas cautelares dictadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), "durante los últimos seis meses Berta recibió amenazas constantes cuya intensidad iba incrementando".
Se efectuaron "disparos contra el carro, mensajes y amenazas verbales directas, por parte del ejército, la policía, el alcalde (de la zona de la represa) Raúl Pineda y la empresa DESA (Desarrollo Energético Sociedad Anónima)" por oponerse al proyecto hidroeléctrico, indicó el Copinh.
Cáceres fue asesinada la madrugada del jueves en la ciudad de La Esperanza, Intibucá, unos 200 kilómetros al noroeste de la capital. Luego el cuerpo fue trasladado por las autoridades a Tegucigalpa para practicarle la autopsia y entregarlo a la familia.
Los restos de Cáceres fueron llevados a eso de las 11:00 de la mañana a la ermita lenca La Gruta, para recibir los oficios religiosos, en presencia masiva del pueblo lenca y otras etnias.
Luego, a las 2:00 de la tarde, el cadáver de Berta Cáceres fue enterrado en el Cementerio General de La Esperanza, en Intibucá, al occidente de Honduras.
Berta había vivido en la casa de su madre pero dos meses atrás se había mudado a otra vivienda. “Ahora entendemos que (mudarse) fue una forma de proteger a la familia”, dijo Gustavo, hermano de Berta.
Los cuatro hijos de Berta, Laura, Berta, Salvador y Oliva Zúniga, exhortaron a los pueblos indígenas a luchar por el legado de su madre y pidieron que una comisión internacional investigue el crimen.
Los miembros del Copinh exigieron al gobierno firmar un acuerdo con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para garantizar una investigación limpia y transparente.
El Copinh relató que Cáceres y el activista mexicano Gustavo Castro Soto, de la organización Amigos de la Tierra México y otras agrupaciones, "fueron víctimas de una agresión con arma de fuego, lo que causó la muerte de Berta y lesiones graves a Gustavo".
Explicó que un grupo de hombres armados entró por la puerta trasera de la vivienda y disparó contra ambos. "Las primeras detonaciones fueron en contra de Berta provocando su muerte. Gustavo Castro recibió dos impactos de bala, uno de los cuales le rozo la mejilla y otro en la mano, rodando por el piso haciendo creer a sus atacantes que había muerto".
La policía dijo que hay un sospechoso detenido y el Copinh denunció que el arrestado es un miembro de esa organización identificado como Aureliano Molina, y considera que "es posible notar" que pretenden acusarlo de "cometer un crimen pasional (...) además de fabricar evidencia para señalar a otros integrantes del Copinh como culpables o cómplices del crimen".
Sin embargo, el presidente Juan Orlando Hernández prometió que con ayuda de Estados Unidos investigará lo que denominó un "crimen contra Honduras".
"El embajador de Estados Unidos, James Nealon, nos visitó y dijo que habló con el presidente (Hernández) ofreciéndole que es una petición de su gobierno y del presidente (Barack Obama) de poner todo el esfuerzo que sea necesario para esclarecer este crimen", dijo a la AFP el hermano de la víctima, Gustavo Cáceres.
"Hoy (el viernes) estuviera cumpliendo 45 años. No solo era mi hija sino que era mi amiga y compañera de lucha a la encaminé para que siguiera batallando para sacar adelante (a la gente de) las grandes necesidades que hay en este pueblo", afirmó Berta Flores, de 83 años, madre de Cáceres.
Comentarios
Nos dicen rebeldes porque
Nos dicen rebeldes porque reclamamos por todos los detalles impropios que se efectivizan contra nuestros hermanos, en todos los niveles. Que una mujer de agallas ha sido asesinada por enviados de las empresas a las que enfrentaba, eso es claro, que se puede lograr detener a esa maquinaria asesina, que no ciegue vidas inocentes y valiosas. Nos unimos al dolor del pueblo Abya Yala, a su madre, a todos los que fueron incentivados y motivados a no ceder sus derechos y activar su defensa en forma idónea. Ella vivirá como signo de fuerza viva y reconciliación entre los hermanos de Honduras, que requieren de lideres probos y honestos como esta linda mujer, que no temió al poder de las armas, quienes están detrás de esos asesinos, intereses creados. dra. bertha de peru
Nos dicen rebeldes porque
Nos dicen rebeldes porque reclamamos por todos los detalles impropios que se efectivizan contra nuestros hermanos, en todos los niveles. Que una mujer de agallas ha sido asesinada por enviados de las empresas a las que enfrentaba, eso es claro, que se puede lograr detener a esa maquinaria asesina, que no ciegue vidas inocentes y valiosas. Nos unimos al dolor del pueblo Abya Yala, a su madre, a todos los que fueron incentivados y motivados a no ceder sus derechos y activar su defensa en forma idónea. Ella vivirá como signo de fuerza viva y reconciliación entre los hermanos de Honduras, que requieren de lideres probos y honestos como esta linda mujer, que no temió al poder de las armas, quienes están detrás de esos asesinos, intereses creados. dra. bertha de peru
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