- Líderes indígenas y campesinos demandan a autoridades tomar en cuenta mensaje del Papa sobre cambio climático
Noticias Aliadas, 1 de marzo, 2016.- “No basta el hecho que el Papa Francisco visite México y que el gobierno le diga lo que el pueblo necesita (…) Necesitamos que realmente intervenga en las problemáticas tan duras como el despojo de las tierras y la destrucción de la naturaleza.
México es un país golpeado por la violencia, la corrupción, las imposiciones del gobierno en favor de las empresas y corporaciones que terminan ignorando nuestros derechos y devastando nuestro territorio para satisfacer sus intereses”, señaló a Noticias Aliadas la lideresa indígena mexicana Claudia Solís Hernández.
Solís Hernández participó junto con líderes indígenas y campesinos en la cumbre indígena latinoamericana llamada “Con la encíclica Laudato Si defendemos los derechos a la tierra, y el territorio y los bosques”, que el 13 y 14 de febrero reunió a un centenar de representantes indígenas de 15 países latinoamericanos en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, en el marco de la primera visita del papa Francisco a México realizada entre el 12 y el 17 de febrero.
Laudato Si (Alabado seas), la segunda encíclica del papa Francisco, publicada en junio del 2015, acepta el consenso científico que el calentamiento global es responsabilidad humana y culpa a la indiferencia del mundo desarrollado por la destrucción del planeta debido a que persigue implacablemente las ganancias económicas de corto plazo, argumentando que la naturaleza no puede ser vista como separada de la humanidad o simplemente el lugar donde vivimos.
“Es indispensable prestar especial atención a las comunidades aborígenes con sus tradiciones culturales. No son una simple minoría entre otras, sino que deben convertirse en los principales interlocutores, sobre todo a la hora de avanzar en grandes proyectos que afecten a sus espacios. Para ellos, la tierra no es un bien económico, sino don de Dios y de los antepasados que descansan en ella, un espacio sagrado con el cual necesitan interactuar para sostener su identidad y sus valores”, dice la encíclica. “Cuando permanecen en sus territorios, son precisamente ellos quienes mejor los cuidan. Sin embargo, en diversas partes del mundo, son objeto de presiones para que abandonen sus tierras a fin de dejarlas libres para proyectos extractivos y agropecuarios que no prestan atención a la degradación de la naturaleza y de la cultura”.
El Buen Vivir
Las comunidades indígenas latinoamericanas sienten que el mensaje del Pontífice hace eco de su concepto del Buen Vivir, basado en el uso sostenible de los bienes naturales.
“La encíclica es el primer documento en el cual el Papa hace referencia a la situación climática y ecológica. Hay un elemento que para nosotros es fundamental: el reconocimiento del papel que hemos tenido nosotros los indígenas y el llamado a la familia humana a reflexionar que estamos en una casa común. Este pensamiento es coincidente con el pensamiento del Buen Vivir de los pueblos indígenas que consideran a la Madre Naturaleza como su universo, como la que da el sustento, porque tenemos un vínculo espiritual con ella”, indica el líder indígena panameño Cándido Mezúa, de la Alianza Mesoamericana de Pueblos y Bosques (AMPB).
Arlen Ribeiro, integrante del pueblo indígena Huitoto en Colombia y representante de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), agrega que el próximo paso del papa Francisco debería ser la publicación de “una Laudato Si indígena que pueda contener los conocimientos ancestrales de los pueblos indígenas”.
Según Ribeiro, a pesar de que los pueblos indígenas juegan un rol clave en la conservación de los bienes naturales, con frecuencia son ignorados en el debate global sobre cambio climático. Ribeiro admite que debido a que muchos de los países que han firmado el Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) no han cumplido con acatar sus términos, no será tarea fácil que los gobiernos atiendan el mensaje del Papa. Sin embargo, considera que una encíclica Laudato Si indígena “puede ser un llamado moral a los Estados para que asuman la responsabilidad de frenar el camino por el cual nos están conduciendo que es el de la destrucción”.
“Si no hay una voz de los pueblos indígenas denunciando, siendo insistentes en sus propuestas, los gobiernos no van a cambiar porque quieran hacerlo. Queremos pedirle al Papa que pueda servir para que los mensajes de los pueblos indígenas sean considerados por los gobiernos. Tenemos la ventaja de que la mayoría de los países latinoamericanos son de corte católico y eso puede influir positivamente a orientar las políticas”, agregó Mezúa.
Como parte de su visita a México, el papa Francisco llegó a Chiapas el 15 de febrero, donde se reunió con ocho representantes indígenas quienes le expresaron sus puntos de vista sobre Laudato Si y le plantearon los temas principales discutidos durante la cumbre, incluyendo cambio climático, autonomía indígena y el derecho a la consulta previa e informada.
Misa en lenguas autóctonas
Durante su estancia, el Pontífice visitó la tumba de monseñor Samuel Ruiz (1924-2011), obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas, quien alguna vez causó la ira del Vaticano al celebrar misa de acuerdo con las costumbres autóctonas y en lenguas indígenas, y presentó un decreto que autoriza oficialmente a los sacerdotes católicos locales a celebrar misa en las diferentes lenguas que se hablan en Chiapas: tzeltal, tzotzil y chol.
La visita del papa Francisco a Chiapas —el estado más pobre de México y uno de los que cuenta con la mayor población indígena del país— coincidió con el vigésimo aniversario de los Acuerdos de San Andrés el 16 de febrero, que pusieron fin al conflicto entre el gobierno mexicano y los rebeldes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
Los acuerdos se basaron el respeto a la autonomía y diversidad indígena y la conservación de los recursos naturales dentro de los territorios indígenas, demandas que no se han cumplido, aseguran las comunidades indígenas de Chiapas.
Al término de su estadía en Chiapas, el papa Francisco visitó el estado de Michoacán y Ciudad Juárez, ubicada en la frontera con EEUU, que se ha convertido en la segunda ciudad más violenta del mundo como resultado del tráfico de drogas.
Aunque la mayoría de la población mexicana lo saludó con los brazos abiertos, la negativa del Pontífice a reunirse con los familiares de los 43 estudiantes de la escuela normal rural de Ayotzinapa, Guerrero, quienes fueron secuestrados y desaparecidos por policías el 26 de setiembre del 2014, o las víctimas de abuso sexual por sacerdotes católicos, provocó las críticas de defensores de los derechos humanos, incluyendo integrantes de la Iglesia Católica.
El teólogo español Juan José Tamayo, quien asistió a la cumbre indígena, dijo a Noticias Aliadas que la decisión del papa Francisco de no reunirse con esos grupos fue “un error”.
En Chiapas, activistas de derechos humanos desplegaron una banderola con el número “43” salpicado con pintura roja para mostrar su descontento por la negativa del Pontífice a reunirse con los familiares de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa.
Tampoco asistieron a la misa que el papa Francisco celebró en Ciudad Juárez en protesta por el hecho que el Pontífice no les concedió una reunión privada y que sólo tres familiares fueron invitados a asistir a la liturgia.
Cuando se le preguntó sobre su controvertida decisión de no reunirse con esos grupos, el papa Francisco dijo durante su vuelo de regreso a Roma que “eran muchos grupos” los que habían solicitado reunirse con él y que “era prácticamente imposible recibir a todos los grupos que, por otro lado, también estaban enfrentados entre ellos”.
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