La mezquindad, miopía e irresponsabilidad de Cerrón tuvo un alto costo político en las últimas elecciones subnacionales donde cosechó lo malo que sembró: deserción de su militancia y rechazo abrumador del electorado.
Por Jorge Agurto
19 de diciembre, 2022.- El triste espectáculo que nos brinda el fin del gobierno de Pedro Castillo tiene un responsable politico que está pasando desapercibido: Vladimir Cerrón y su engendro Perú Libre.
No supo capitalizar la oportunidad histórica que le brindó la coyuntura política electoral y la esperanza de un pueblo defraudado por sucesivos gobiernos mafiosos y corruptos.
Perú Libre maniató a Castillo en función de sus intereses protervos y mezquinos y no supo proponer ni ejecutar un programa de gobierno, realista y pragmático, que sirviera de avance efectivo al cambio social.
En lugar de ponerse a la cabeza del proceso social Cerrón vio en la izquierda que el llama “caviar” –término ambiguo e inútil– como su enemigo principal, perdiendo así la posibilidad de conformar un gobierno con un soporte de cuadros técnicos del cual carecía.
Vladimir Cerrón: “Podemos coincidir con el fujimorismo y otros, pero no con la izquierda caviar, ellos son nuestro enemigo principal”. https://t.co/MxY7oCyLIs
— Revista Caretas (@Caretas) August 22, 2022
La improvisación, mezquindad, miopía e irresponsabilidad política de Cerrón tuvo un alto costo político en las últimas elecciones donde cosechó lo malo que sembró: deserción de su militancia y rechazo abrumador del electorado.
Los hermanos Cerrón se dicen marxistas-leninistas, pero nunca entendieron ni manejaron la realidad ni llevaron a cabo ninguna revolución.
Y lo que más se recordará de ellos es su votación vergonzosa al lado del fujimorismo en proyectos nefastos, lesivos y antidemocraticos.
Los hermanos Cerrón –Vladimir y Waldemar– también se dicen mariateguistas, pero al igual que Abimael Guzmán, son solo fantoches al lado del Amauta José Carlos.
El Amauta dejó un enorme legado y un camino de honestidad e integridad por seguir para el pueblo peruano. ¿Cuál es la obra o la acción de los hermanos Cerrón que vale la pena emular?
Ninguna. Ni siquiera un programa moderno, actual, ecológico de cambio social que esté a la altura de los tiempos.
De Pedro Castillo hay muy poco que decir. Fue engendrado por Cerrón para ser manejado como una marioneta. Hombre de pocas luces, no tuvo la preparación para construir un liderazgo efectivo.
Ingenuo, se confió en los paisanos, en la familia, en la mujer. Creyó que nombrar ministros era un juego de tómbola con el que podía sortear el destino. Y perdió.
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