Cazadores de incautos: Deforestación, tráfico de tierras y otros delitos también involucran a líderes indígenas
Así como no todo lo que brilla es oro, tampoco ser indígena significa necesariamente ser un defensor del bosque y de la cultura ancestral de nuestros pueblos. En esta serie, algunos casos, probablemente emblemáticos, de personajes que desmerecen la cultura y la tradición indígena de nuestro país.
Por Ivan Brehaut*
18 de agosto, 2022.- Las historias de Felipillo, el indígena que se supone jugaba como alfil de los conquistadores ante la captura de Atahualpa y que finalmente traicionó a Almagro durante su marcha a los territorios de Chile, quizá estén llenas de fantasías y estereotipos. Sin embargo, la historia de verdaderos delincuentes, de traiciones y venganzas entre los indígenas no son producto de la imaginación y el racismo encubierto.
No es novedad para quienes están inmersos en la problemática indígena, sobre todo la amazónica, toparse de vez en cuando con personajes que despliegan todo su encanto y saber indígena, pero que solo lo usan como una pantalla para la corrupción y otros delitos.
Mientras que miles de indígenas tienen que esperar, a veces, décadas para que el Estado titule sus tierras, algunos personajes de oscuras referencias logran el reconocimiento de tierras e inspecciones de campo con una celeridad impresionante.
Ese es el caso del reconocimiento de la comunidad nativa Alto Shatanya, ubicada en la cuenca del río Shatanya y aledaña a la controvertida carretera Nueva Italia - Sawawo - Breu (UC-105). Efectivamente, el pedido de reconocimiento de esta comunidad, iniciado por el ciudadano Hilder Pérez Mendoza, ha batido récords en Ucayali al haber obtenido su reconocimiento en menos de 29 meses, los cuales incluyen los 12 meses del 2020, fechas en las que el aislamiento social no permitía labores de campo. Pérez Mendoza solicitó el reconocimiento de la comunidad, de la cual figura como jefe, el 23 de mayo del 2019 y obtuvo la resolución de reconocimiento el 9 de noviembre de 2021.
La resolución expedida por la DRAU Ucayali en tiempo récord.
El reconocimiento se basa en el Oficio N° 643-2021-GRU·DRA·DISAFILPA, del 5 de noviembre del 2021, Informe Técnico N°0044-2021·GRU-DISAFILPA-UCCNN·STL·JPN-NRC del 12 de octubre del 2021, el Informe N° 352-2021.GRU/DRA/DlSAFILPA/UCCNN del 1 de noviembre del 2021, el Informe Legal N° 373·2021-GRU-DRA-OAJ del 9 de noviembre del 2021, emitido por el director de la Oficina de Asesoría Jurídica de la Dirección Regional de Agricultura de Ucayali. Solo revisando la celeridad de los documentos y conociendo un poco el letargo eterno de estos procesos en la Dirección Regional Agraria de Ucayali, llama la atención que el trámite haya sido tan rápido. ¿Con la pandemia mejoró la burocracia para titular tierras de las comunidades nativas?
Quizá la historia de Hilder Pérez Mendoza ayude a entender un poco la celeridad del trámite.
El personaje
Hilder Pérez es un indígena asháninka, que en algún momento, como ha ocurrido con varios otros personajes, tenía un futuro promisorio como líder indígena. Hábil e inteligente, no tardó en destacar en los círculos de líderes indígenas. Sin embargo, abandonó el camino. Su historial laboral lo remonta a épocas de relacionista comunitario en el inicio del proyecto Camisea. Pérez junto con un motorista mestizo salió del proyecto al ser acusado por los comuneros machiguenga de sostener relaciones sexuales con una comunera de la comunidad nativa Camisea, aun cuando esto estaba totalmente prohibido para los trabajadores del Consorcio Camisea. A pesar de que inicialmente se le acusó de violación, las relaciones aparentemente fueron consentidas, pero contravenían todos los códigos de conducta de la operación gasífera, sobre todo porque dichos actos se dieron delante de la menor hija de la comunera. Bernabé Choronto, por entonces líder de la comunidad, personalmente pidió el despido y sanción para Pérez, hecho que fue apoyado por los líderes de CECONAMA, FECONAYY y COMARU, las tres federaciones indígenas del Bajo Urubamba.
Hilder Pérez Mendoza
Años después, Hilder Pérez, de acuerdo con los testimonios de los líderes de las comunidades Breu, Koshireni, Oori y otras de la cuenca del Yurúa, se dedicó a agrupar a indígenas de la selva central para colonizar la frontera con Brasil. Como consecuencia de ello se formaron las comunidades mencionadas previamente, lo que contó en muchos casos con el apoyo de la empresa Forestal Venao, la cual extrajo enormes cantidades de maderas finas, principalmente caoba, de los territorios comunales recientemente reconocidos.
La labor de Pérez estuvo muy lejos de ser altruista y promotora del desarrollo de las comunidades. Los relatos de los presidentes de las comunidades nativas de la cuenca del Yurúa, entre ellos varios parientes de Pérez, agrupados en ACONADIYSH, señalan casos de extorsión, malversación y abusos contra sus propios hermanos. Como muestra de estos abusos, los pobladores de Oori y Koshireni dieron –según los testimonios– durante al menos un año cantidades mensuales de dinero a Pérez para financiar el viaje de ingreso en vuelo desde Pucallpa a Puerto Breu, Yurúa. Cuando finalmente el viaje se concretó, los comuneros ingresantes se enteraron de que el costo total del viaje y apoyos para su manutención en Pucallpa habían sido gestionados ante la Municipalidad Distrital de Yurúa. Pérez nunca dio razón del destino de los fondos o de los apoyos en víveres. Sus hermanos lo han acusado públicamente, pero ninguno ha formalizado una denuncia ante las autoridades correspondientes.
Fuentes de Yurúa, Callería y de Iparía, que por motivos de seguridad prefieren reservar su identidad, relacionan a Hilder Pérez con actividades vinculadas también al narcotráfico. Más allá de lo que podrían ser especulaciones, Pérez figura como imputado en dos investigaciones fiscales por tráfico ilícito de drogas, el Caso N° 3005010601-2002-807-0 y el Caso N° 3006010603-2002-69-0, ambos vistos por las fiscalías de Ucayali.
Pérez siempre ha sabido estar alineado con el poder indígena de turno, por lo que su filiación con Reyder Sebastián, expresidente de ORAU, denunciado por apropiación ilícita, falsificación de documentos, entre otros delitos, le permitió actuar en otras cuencas sin que la directiva de ORAU de ese momento intercediera a favor de los comuneros afectados. La renovación en la directiva de ORAU hace tres años cambió la situación de encubrimiento hacia él, así como la de otros personajes como Washington Bolívar, indígena cacataibo sumamente cuestionado por todas las comunidades de ese pueblo y con numerosos antecedentes ante la justicia.
Los incidentes de Chachibai e Iparía
La comunidad de Chachibai se ubica en la parte alta de la cuenca del río Callería, en el distrito del mismo nombre, en Ucayali. La comunidad es habitada por el pueblo Isconahua. En el 2008, los isconahua liderados por la familia Ochavano, encontraron en la quebrada Negra, dentro de su territorio comunal, a un grupo de colonos invasores. La sorpresa fue enorme cuando, al acercarse para expulsarlos, uno de ellos empezó a hablarles en asháninka, diciendo que eran indígenas, no invasores.
Asustados por la fiereza de los iscohanua, los invasores fueron expulsados, comprobando luego que el grupo estaba dirigido por un asháninka que, al verse descubierto, recurrió a la violencia, primero verbal y luego física. Reducido y maniatado por los isconahua, el líder del grupo invasor reveló su nombre: Hilder Pérez Mendoza. Luego de la invasión, los colonos han seguido tratando de asentarse en la zona, hecho que parecería promovido por Pérez, de acuerdo con los comuneros isconahua. La principal motivación de estos invasores –indican nuestras fuentes– es establecer cultivos de coca. Los antecedentes de Pérez coinciden con estos hechos.
El 5 de abril del 2022 ocurrió un hecho violento en Iparía. Nilson Vargas, acompañado por Hilder Pérez y otro indígena, en total estado de ebriedad según consta en el análisis toxicológico que se le practicó, sufrieron un accidente al intentar superar a una moto que circulaba por las calles de Iparía. Pérez aprovechó la oportunidad para denunciar un supuesto intento de homicidio dirigido por Haydee Pampañaupa, en ese entonces subprefecta de Iparía.
Haydee Pampañaupa, documentos en mano
El móvil, según Pérez, era que la subprefecta quería apropiarse de los terrenos de la comunidad nativa Alto Oshirani. Investigaciones posteriores revelaron que no existía tal comunidad. Este era un nuevo intento de Pérez y su grupo de invadir los terrenos del caserío Hatun Rumi, cuyos habitantes tenían la posesión y la documentación legal en regla durante más de 15 años. El diario La República hizo una nota al respecto, pero no ahondó en la investigación correspondiente. Según los pobladores de Hatun Rumi, la intención del grupo invasor era iniciar la extracción forestal en la zona de amortiguamiento de la Reserva Comunal El Sira. También, sumarse a los esfuerzos por la reconstrucción de la carretera que uniría Iparía con Honoria, en Huánuco, y que atravesaría la reserva. Es importante mencionar que dicha vía es promovida por Reyder Sebastián, quien sostuvo reuniones con el depuesto gobernador de Ucayali, Francisco Pezo, antes del inicio de la pandemia, para solicitar la construcción de la carretera.
Según Pampañaupa, ella está esperando la notificación de la fiscalía para contrademandar a Hilder Pérez por difamación y usurpación ante la Fiscalía Penal de Pucallpa. La fama de Pérez y el grupo que lo rodea la ha llevado a pedir garantías para su vida. Por su parte, siempre según versiones de Pampañaupa, Pérez acudió al domicilio de la ahora exsubprefecta a inicios de julio para disculparse por “el malentendido”. Hizo lo mismo con algunos pobladores del Caserío Hatun Rumi.
La lista de “malos entendidos” y hechos delictivos de Hilder Pérez suman varias páginas en los registros fiscales. Sin embargo, sigue operando como representante de “nuevas comunidades”, ofreciendo a incautos comuneros formar parte de las asociaciones que crea para luego tramitar certificados de posesión de tierras o el reconocimiento de nuevas comunidades.
Alto Shatanya
Los reportes del proyecto MAAP de la ONG ACCA, quienes monitorean la deforestación en la Amazonía andina, dan cuenta de que los terrenos reclamados por la nueva comunidad Alto Shatanya, promovida por Hilder Pérez Mendoza, son el lugar por donde transcurren nuevas carreteras forestales. Efectivamente, de acuerdo con la organización y el expediente de reconocimiento de la nueva comunidad, Alto Shatanya se ubica sobre la concesión maderera de la empresa Forestal Mendoza y sobre bosques de producción permanente.
Los planos de Alto Shatanya
La zona de expansión de carreteras ilegales en la zona donde está la nueva comunidad
A pesar de que la nueva comunidad estaría superpuesta sobre los terrenos concesionados a Forestal Mendoza, la maderera no se ha manifestado en contra. Sin embargo, como puede apreciarse en el mapa preparado por ACCA, las nuevas carreteras que se adentran en lo que sería Alto Shatanya parten de la zona explotada por la empresa. Forestal Mendoza es la empresa que pertenecía al fallecido padre de Juan Simón Mendoza, quien ejecutó la construcción ilegal de una carretera en los terrenos de Sawawo Hito 40 y otras comunidades de la cuenca del Yurúa.
La complicidad entre prácticas de extracción forestal ilegal y la ocupación de tierras forestales por traficantes de tierras (por colonos, mestizos e incluso indígenas) requiere ser investigada y sancionada. El caso de Alto Shatanya podría ser uno de ellos. Queda en la Fiscalía y en las autoridades forestales de la región tomar cartas en el asunto.
Esta investigación fue producida en alianza con la Red de Investigación de Bosques Tropicales (Rainforest Investigations Network) del Pulitzer Center.
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* Ivan Brehaut es periodista y viajero, en constante aprendizaje. Fotografía, ciencia, humanidad. @IvanBrehaut