Reproducimos un breve relato de Elita Yopla que se encuentra en la capital coordinando la presentación del caso de su esposo César Estrada ante la CIDH.
Servindi, 22 de febrero, 2022.- Elita Yopla Herrera es una mujer campesina que ha llegado a Lima desde Cajamarca en busca de justicia para su esposo, el comunicador indígena, César Estrada Chuquilin.
Estrada fue criminalizado y violentando físicamente por denunciar graves violaciones a los derechos humanos mediante la imposición del proyecto minero Yanacocha, en Cajamarca.
Hoy su esposa está en la capital coordinando la presentación del caso de Estrada ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Este es un breve relato sobre su sentir.
César Estrada Chuquilin, comunicador indígena criminalizado por denunciar violaciones a derechos humanos. Foto: Lo Justo
Nada ha cambiado en mi país: buscar justicia en plena pandemia, sumado a la indiferencia y discriminación, es el día a día de una mujer campesina
Por Elita Yopla Herrera
Sinceramente, para nadie es fácil en este momento de pandemia, viajar más de 550 de kilómetros junto a una menor de 04 años, exponiéndonos al contagio y a la propia muerte, quizás por la vulnerabilidad que tenemos por sufrir enfermedades a consecuencia de metales pesados que llevo en la sangre y una neumonía crónica mi menor.
No es fácil para nadie llegar a una ciudad donde nadie te conoce, sufrir la indiferencia, desprecio y discriminación por tu condición indígena campesina. Todo esto en busca de justicia para revertir una sentencia arbitraria contra un hombre de prensa (comunicador indígena) enfermo con cuidados especiales permanente y a la espera de dos operaciones desde el 2018, a consecuencia de las agresiones de la Policía y terceros vinculados a la poderosa Newmont Yanacocha.
No hay duda alguna que mi esposo fue criminalizado, como lo han señalado diferentes organismos internacionales a través de llamados, cartas y otros; criminalización que inició por denunciar graves violaciones a los derechos humanos, por defender su comunidad, su territorio para las futuras generaciones (para que su hija viva en un ambiente sano y libre de metales pesados).
Aunque nos abandones en el recorrido de aquel largo camino, que no sé cuántos kilómetros tenga para llegar a la luz, mientras esté con vida, seguiré luchando para encontrar justicia. El hambre, la discriminación y la indiferencia no nos debe vencer cuando uno lucha por justicia.
Aunque a veces apenas puedo mantenerme de pie, porque no me quedan fuerzas para seguir, un solo buenas tardes o buenos días de amigos y personas que siguen nuestra causa, me dan ánimo y me levanto fortalecida para seguir luchando.
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