Lado B, 2 de febrero, 2022.- El 5 de diciembre de este año se realizó un foro por el agua con la participación del movimiento de Pueblos Unidos, Carlos González, miembro del Congreso Nacional Indígena, y Raúl Zibechi.
Al escuchar las diversas voces que ahí resonaron con una gran participación de mujeres de diversas edades, resultaba inevitable plantearse las preguntas: ¿En qué momento eso que hace que la vida sea posible se volvió una mercancía? ¿Por qué lo aceptamos sin resistencia?
Como suele o debe pasar cuando la injusticia se desborda, en uno de esos múltiples rincones olvidados de México, en San Mateo Cuanalá, junto a la Ciudad de Puebla, veinte Pueblos Unidos dijeron ¡Basta!
El lugar en el que se realizó el foro frente a los miles y miles de garrafones, a un costado de los rastros de lo que fue una empresa saqueadora, brotaron palabras de lucha y resistencia como agua que nace y busca cauce.
“Nos encontramos en la Casa de los Pueblos Altepemecalli, tierra fértil que sirvió durante 29 años como cárcel para nuestra agua”, dijo Nahui, del movimiento de Pueblos Unidos de la región Cholulteca.
Un millón 640 mil litros diarios, cerca de 19 litros por segundo, es el agua del municipio de Juan C. Bonilla que Danone se apropió a través de la planta envasadora de agua Bonafont ubicada en la comunidad de San Mateo Cuanalá.
Después de escuchar los testimonios de mujeres de los Pueblos Unidos se podía comprender con claridad que lo que ahí pasaba no era tal cual un robo de agua, en realidad era un secuestro, porque pagando un rescate de aproximadamente 40 pesos, Bonafont estaba dispuesta a regresar más o menos 20 litros de esa agua, es decir, que el rescate por el agua secuestrada equivalía a 3.28 millones de pesos diarios.
Lo más increíble de todo esto no es sólo que lo hacían con la venia de las autoridades gubernamentales, sino que además publicitan su crimen y gozan de buena reputación.
El 8 de agosto las comunidades afectadas por la falta de agua decidieron entrar en las instalaciones de la planta de Bonafont para cerrar el pozo y liberar su agua. Una vez adentro no se limitaron a custodiar el lugar, sino que lo abrieron, convirtieron el lugar de cautiverio de su agua en un espacio que es, literalmente, de utilidad pública.
En unos meses han iniciado el funcionamiento de una biblioteca, un centro de salud, un espacio cultural. En toda su dimensión es un espacio de lucha y resistencia que crea y construye una opción para las y los habitantes de las comunidades aledañas, no solo de defensa del agua, sino de construcción de autonomía. Como dijo Raúl Zibechi: “No solo resisten contra la muerte, sino que además crean vida”.
Entre sanas distancias, tapabocas, frío invernal y un aire de esperanza, el foro entrelazó voces y remitió a luchas pasadas y emblemáticas. Como dijo Carlos Gónzalez, esa resistencia no es nueva, tiene sus antecedentes en el movimiento zapatista, en el Ejército Libertador del Sur y Centro entre el año 1911 y el año 1919. Tampoco es nueva la historia de saqueo y afectaciones por empresarios nacionales y transnacionales y de familias poderosas de la ciudad de Puebla en contra de las comunidades de esa región.
Se podía comprender con claridad que lo que ahí pasaba no era tal cual un robo de agua, en realidad era un secuestro, porque pagando un rescate de aproximadamente 40 pesos, Bonafont estaba dispuesta a regresar más o menos 20 litros de esa agua
Una de las palabras que más se mencionaron en el foro fue criminalización, aparte de agua, lucha, resistencia y autonomía. Quizás porque los secuestradores empresariales, como actores criminales, como corporaciones, para cometer sus crímenes corporativos, utilizan la criminalización de sus agredidos, de los agraviados por sus acciones, para justificar sus actos.
Es una movida racional que no debe minimizarse, las corporaciones tienden a usar esos discursos para usarlos en algún momento pero, como en todo acto criminal, será o no percibido como tal y se podrá perpetuar o no en la medida en que la sociedad apruebe o desapruebe esas dinámicas, en la medida que les quede claro que hay una amplia condena al secuestro del agua y a lo que puedan hacerle a quienes defienden la vida.
El entrelazamiento de intereses de las empresas y el Estado es inocultable, a decir de Carlos González: “El Proyecto Integral Morelos, el Corredor Interoceánico Salina Cruz-Coatzacoalcos y el Tren Maya forman parte de un gran proyecto. Son un solo proyecto que pretende reordenar a las poblaciones, los territorios y las fronteras, por lo menos desde el centro del país hasta Centroamérica, en beneficio y en la lógica de los intereses geopolíticos de Estados Unidos y de las grandes transnacionales. A este gran proyecto lo impulsa el gobierno de lo que llaman la ‘cuarta transformación’; les llaman ‘proyectos emblemáticos del gobierno de la cuarta transformación’”.
Así, quedó claro que, a pesar de diferencias narrativas y tal vez algunas concretas, la guerra por los recursos y en contra de la humanidad también es ejecutada por este gobierno, los ejemplos de eso aumentan de forma alarmante. Comunidades como la de Cuanalá y los Pueblos Unidos demuestran que las verdaderas transformaciones no son retóricas, no participan en elecciones, no buscan aprobación y no distinguen calendarios del poder, se hacen luchando contra toda injusticia desde las formas más dignas y sencillas.
Aquí está la transcripción del evento «Luchar por el agua y por la vida en tiempos de pandemia». Descargue el folleto completo en formato PDF aquí.
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Fuente: Publicado en Lado B el 14 de enero de 2022. Fuente: https://bit.ly/3ARP0f7
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