Conversamos con Irma Tuesta, quien tuvo un importante papel en la recuperación de la cerámica awajún, recientemente declarada patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la Unesco.
Por Camila Alomía
Servindi, 10 de enero, 2021.- Por su profunda relación con la cosmovisión del pueblo Awajún y representar la armonía de su forma de vida con la naturaleza, la cerámica awajún fue recientemente declarada patrimonio inmaterial de la humanidad por la Unesco.
Irma Tuesta Cerrón, creadora del Programa de la Mujer Awajún del Río Cenepa, Nutrición y Salud de la Organización de Desarrollo de las Comunidades Fronterizas del Cenepa (Odecofroc), fue una de las principales impulsoras en preservar este arte ancestral.
Desde 1995, junto a la antropóloga Federica Barclay y la artista colombiana Ana Uribe, lideraron la investigación y recuperación de la cerámica awajún, que persistía en la memoria de las mujeres sabias de la comunidad.
A propósito del reciente reconocimiento, Servindi conversó con Irma sobre los retos para recobrar los saberes ancestrales de la cerámica, su relación con la nutrición y el panorama actual de este arte tradicional.
Irma Tuesta en entrevista - Foto: Ian Bravo / Servindi
- ¿Cómo se inicia en la práctica de la cerámica awajún?
En el 95, cuando se formó Odecofroc, me invitaron como coordinadora para trabajar en nutrición. Me dijeron que tenía que ir a cada comunidad y así lo hice. Allí me decían “nosotros no queremos nutrición, tenemos comida. Más bien, queremos tener ingreso y queremos vender artesanías como vendíamos antes”.
Presenté un pequeño proyecto, con el que aprobaron recuperar la artesanía. A la vez, se conectaba con la nutrición. Por ejemplo, las wompash (bolsas de tela) se trabajan con una palmera de la que también se extraía el suri.
Además, hablando de higiene, me decían que los niños tenían diarrea. Utilizaban utensilios de plástico y eso no era bueno. Entonces hablábamos más de la cerámica, de por qué era importante volver a usarla, porque antes comían con eso. Se hacían cerámicas para el masato, para tomar la sopa, para tomar la ayahuasca. Todo eso se ha ido recuperando.
- ¿Cómo fue el proceso para recuperar la cerámica awajún?
Teníamos reuniones con las mayores, quienes sabían elaborar las cerámicas. Además, venían jovencitas.
En el 99 nos invitaron a una exposición en la casona de la Católica (Pontificia Universidad Católica del Perú), que estaba en el Centro de Lima. Esa fue la primera vez que hemos llevado nuestra cerámica. También hacíamos ferias y concursos en las comunidades.
Antes se pintaba con achiote, mezclado con leche caspe (que es la leche que sale de un árbol cuando se corta) para que se pegue. Cuando decíamos que se va el color, los compradores de las ferias se desanimaban. Entonces Ana dijo que teníamos que investigar con las ceramistas.
Desde entonces estuvieron investigando por lo menos dos años, probaron con diversas tierras hasta que encontraron. Luego, otra vez invitamos a Ana y organizamos talleres. Hemos hecho varios talleres, asistían jovencitas y mayores. Unas que sabían darle el color negro a la cerámica, otras que sabían hacer el barniz, el rojo...
Achiote, resina de árbol y leche caspe - Foto: Ian Bravo / Servindi
A veces algunas personas encontraban cerámicas en cuevas, que sepultaban junto a los cuerpos de antepasados con más autoridad y me las traían. Luego teníamos un curso para mejorar la calidad de las cerámicas que hacíamos. Buscábamos los colores: rojo, negro, amarillo. No ha sido algo fácil de recuperar, no ha sido solo en un año. Ha tomado tres años.
Agradezco a Flica (Federica Barclay) que nos acompañó y a Ana Uribe, quien ha sido muy respetuosa y siempre ha querido que se mantenga la cerámica tal como es.
- ¿Cómo se elabora una cerámica?
Traes la arcilla, traes la corteza, lo queman, lo muelen, lo mezclan y lo trabajan. Quienes tienen experiencia, demoran casi una hora. Lo dejan un ratito porque sino se pone muy blando y se quiere caer o romper. Dejan que seque y luego vuelven.
El brillo lo hacen con una piedra que es como una resina de un árbol. Los del alto Cenepa lo recogen, brota del árbol como lagrimitas. Lo usan cuando está caliente, miden el calor con su mano. Lo hacen rápido, muy rápido, y si tú no lo haces rápido se quema y se hace negro.
Lo hacen quienes lo saben manejar y de verdad les admiro. Es un arte porque no se puede hacer todo igual, si baja el calor ya no pega, lo miden con su mano.
Cerámicas awajún - Foto: Ian Bravo / Servindi
Las mujeres que hacen las piezas grandes, dicen que las hacen y las pintan en ayunas. Para pintar se sientan en el suelo porque es algo que se conecta con la tierra. No están sentadas en una banca como el artista blanco. Como me decía una maestra: “yo no como porque si lo hago estaré llena y no voy a poder pintar bien”.
Para pintar se sientan en el suelo porque es algo que se conecta con la tierra. No están sentadas en una banca como el artista blanco.
- ¿Es como un ritual?
Sí, todo es así. Las maestras les dicen a las jovencitas: "Si ustedes no mantienen bien, no va a salir, se va a romper la arcilla a la hora de asarse, se va a romper la pieza".
Según para qué se usa, cantan al empezar, cantan al terminar. Esos son saberes de las abuelitas, que si no se preguntan se pueden perder.
- Usted las denomina artistas. ¿Se podría decir que es un arte más que una artesanía?
Digo que son artistas porque lo que hacen es único. Lo que sueñan lo pintan en la cerámica y no lo vuelven a repetir. Ni una misma puede repetirlo. Por eso le decimos arte. Si otros repiten los diseños es porque no se han inspirado, pero nosotras sabemos de quién es. Quienes hacen esto son muy pocas.
- ¿Qué ha cambiado?
Ahora puede pasar que piden hacer cierta cantidad de cerámicas iguales. Lo intentan, pero a veces ni sale. Qué le vas a decir a un Picasso que repita lo mismo, ellas también son artistas. Antes era diferente, cada quien hacía cuando tenía un tiempito.
Hoy hay siete escuelas donde las maestras enseñan a las niñas. Ahora las jovencitas ya entraron a todos estos programas y ya se ve que algunas no entran a trabajar. Reciben su platita, juntan para comprar su arroz y algunas van dejando el trabajo.
- ¿Son las mujeres quienes realizan esta actividad mayormente, no?
Sí, es más de las mujeres. Pero los hombres awajún muchas veces ayudan a pulir. Esto es lo más trabajoso. También ayudan a traer las cortezas de los árboles. Se necesita ir con hombres porque tienen que cortar con el hacha y cargar. También ayudan para sacar la leche caspe.
Los varones pueden hacer cerámicas, pero los molestan mucho, los llamaban maricones. Eso no me gustaba. Algunos me entregaban cerámicas a escondidas. Por ejemplo, un chico una vez me dio una a las 11 de la noche. Y lo hacía bonito.
Por cierto, cuando nosotras trabajábamos la cerámica en los cursos, hemos trabajado con un ingeniero forestal para sacar la corteza para la arcilla. Hemos reforestado chimi, caoba y bolaina. Hemos trabajado así, reforestando. Eso demora.
- Recientemente, la cerámica awajún fue declarada patrimonio de la humanidad...
Sí. Yo les conté a las mamás. Los awajún de adentro no son de felicitarse. Les conté y me dijeron "¿y ahora qué vamos a hacer? ¿Nos van a seguir comprando? ¿Qué es lo que significa? ¿Va a ser más caro? ¿Cómo va a ser?". No sabemos.
Irma Tuesta - Foto: Ian Bravo / Servindi
Datos extras
- Actualmente hay una exposición sobre cerámica awajún en la sala Paracas del Ministerio de Cultura, hasta el 15 de enero. El ingreso es libre, desde las 10 a.m. a las 4 p.m., previa presentación del carnet de vacunación.
- En 2009, Irma Tuesta recibió la distinción de Personalidad Meritoria de la Cultura Peruana por parte del Estado peruano, tras más de diez años de "destacada labor de rescate, transmisión, promoción y difusión del arte popular y los conocimientos ancestrales del pueblo Awajún".
- El libro Nugkui y las mujeres ceramistas del Cenepa, publicado en 2016, recoge la labor de las mujeres awajún de las comunidades del río Cenepa, en Amazonas, y su trabajo de recuperación de los conocimientos tradicionales a fines de la década de los noventa.
- Irma Tuesta es esposa de Pedro García Hierro, conocido como Perico, reconocido abogado defensor de los pueblos indígenas del Perú, quien falleció en 2015 y en cuya memoria se publicó en el libro Querido Perico.
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