Con productos artesanales elaborados con materiales obtenidos de la naturaleza y técnicas de las culturas ancestrales de comunidades indígenas, el Ruraq Maki estará abierto al público hasta el 19 de diciembre.
Por Camila Alomía
Servindi, 16 de diciembre,2021.- La feria artesanal “Ruraq Maki” que agrupa a asociaciones de 22 regiones estará abierta al público hasta este domingo 19 de diciembre. de 10 a. m. a 8 p. m. en el Ministerio de Cultura (Mincul). El ingreso es libre previa presentación del carnet de vacunación, físico o virtual.
Además de conservar la tradición de las culturas ancestrales a través de telares, cerámicas y diversas artesanías, los procesos para elaborar los objetos incluyen prácticas que cuidan la naturaleza.
Ruraq Maki - Foto: Ian Bravo / Servindi
Cabe mencionar que este espacio es una buena oportunidad para los artesanos y artesanas de mostrar sus emprendimientos al público luego de que sus ventas fueron afectadas por la pandemia y la disminución del turismo.
También es importante destacar la presencia de artesanías Awajún, cuyos saberes fueron reconocidos como patrimonio inmaterial de la humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) el 14 de diciembre.
La naturaleza como taller
“Las maderas son de esos colores. Sus brillos son naturales. Se hacen en base de los árboles caídos para que no se desperdicien”, explica la representante del taller de la Cooperativa Bosques de la Amazonía.
En la mesa hay cucharas, vasijas y otros utensilios coloridos de cocina, de distintos tonos de marrón y también violeta, con un brillo particular, ya que los objetos también son pulidos con ceras naturales.
Ruraq Maki - Foto: Ian Bravo / Servindi
La representante de Bosques de la Amazonía, cooperativa de comunidades que viven entre los ríos Nanantay, Yambira y el Tintiyacu, en Loreto, explica que no utilizan tintes, sino que la misma madera ya ofrece los colores.
Utilizan madera de árboles como palisangre, guayiba, violeta, limoncillo y pachacumaceilla, que encuentran caídos caminando entre los bosques. Un solo tronco les sirve para elaborar varias vasijas.
Un caso parecido ocurre con la Asociación El Tucán, de Nauta en Loreto, en cuyo puesto hay platos, fuentes y tablas, con colores brillantes que reflejan el diseño natural de la corteza de los troncos.
Foto: Camila Alomía / Servindi
“Nuestros platos, fuentes, tablas son de palmera, de chambira. Son plantas que caen naturalmente y nosotros recolectamos. A veces nos demoramos un día en ir a recolectar”, explica Marlen Tamani, quien atiende en el puesto.
Marlen es presidente de la Asociación, que da trabajo a 18 familias de la Comunidad San José de Sarapango, quienes se vieron afectadas por la falta de visitas turísticas a consecuencia de la pandemia por COVID-19.
Tradición ancestral
“Yo vengo haciendo esto desde niña. Desde muchachos hacíamos estos trabajos”, comenta Luz Elena Sánchez Quintana, desde su puesto donde se extienden coloridos objetos de hilos y tela, desde bolsos a alforjas con diseños de aves, mariposas, flores y hojas.
Luz Elena es de la Asociación de Artesanos Away Runa, de la comunidad campesina de Cullumalca, en Chota, Cajamarca. “Nos decían ‘hazme un recuerdo’. Pero desde el 2000 tuvimos una capacitación del Senati y desde ahí venimos vendiendo organizados”, cuenta.
Ruraq Maki - Foto: Ian Bravo / Servindi
“En el 2016, presenté mi alforja para un concurso en Arequipa y gané a nivel nacional. Eso me motivó a seguir haciendo este trabajo”, expresa con orgullo. Sin embargo, comenta que hoy la tradición se está perdiendo.
“Ahora las chicas ya no tejen. Ahora más estudian. Alforjita pequeña, tal vez hacen, pero como esto ya no”, dice señalando una alforja que le costó meses realizar. “Esto es trabajo y demora”.
Por otro lado, en el puesto de la Asociación de Artesanos Yetsñor Alto Puruz, además de joyas artesanales hechas con tintes naturales, raíces y hojas, hay objetos con los que jugaban comunidades ancestralmente y que aún sobreviven.
“Esta pelota está hecha con panca de maíz, amarrada con fibra de un árbol y las plumas son de pava de monte”, señala la representante de la Asociación, sosteniendo algo muy distinto a las pelotas esféricas conocidas.
Ruraq Maki - Foto: Ian Bravo / Servindi
La pelota de la comunidad yanesha tiene una base cuadrada, cómoda para sostenerse en la palma de una mano, y tres plumas largas en el centro.
“Este es un juego ancestral, que nuestros abuelos jugaban. Hace cientos de años practicaban estos juegos. Luego, cuando comenzaron a colonizar ahí ya dejaron eso y trajeron sus pelotas”, explica.
Hoy aún se mantiene la actividad en ciertos grupos de la comunidad. “Ahora estamos revalorando todo lo que es nuestro, toda la tradición”, comenta la mujer artesana.
La lideresa yanesha Teresita Antazú, integrante de la directiva nacional de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep), visitó el puesto e invitó a jugar con la pelota a su acompañante.
Patrimonio de la humanidad
Ruraq Maki - Foto: Ian Bravo / Servindi
“Esto viene de nuestros ancestros. Con estos platos nuestros ancestros se han servido”, expresa Balvina Kunchikui Jowau, de la Organización de Desarrollo de las Comunidades Fronterizas del Cenepa.
“El diseño, el color, el brillo, todo es natural”, dice sobre las vasijas de arcilla presentes en su mesa, ejemplares frutos de los saberes en cerámica awajún que hace poco fueron reconocidos como patrimonio de la humanidad.
“Lo tomo como algo muy importante, porque para el pueblo awajún ha sido una alegría saber que ha sido reconocido, de que va a tener algunos ingresos a través de este reconocimiento”, expresa con orgullo
Asimismo, comenta que actualmente en su comunidad en Alto Cenepa, Condorcanqui, en la región Amazonas, su organización ha creado cinco escuelas para transmitir la tradición a las nuevas generaciones.
“Para que la cultura no desaparezca. Desde que están en la primaria. 10 años, 12 años, desde esa edad empezamos. Mayormente trabajamos con las niñas”, señala.
Pese a que esta actividad puede ayudar económicamente a las familias de los niños, comenta que no cuentan con mercados oficiales para vender sus artesanías, así que aprovechan la oportunidad que ofrece el Ruraq Maki.
El reciente reconocimiento de la cerámica awajún le da esperanzas de que las piezas puedan ser exportadas a otros países o incentivar las escuelas y generar “más motivación para la juventud”, expresa.
Ruraq Maki - Foto: Ian Bravo / Servindi
Paralelamente a la feria artesanal, también se ha abierto un espacio dedicado especialmente a dar a conocer los saberes en Cerámica Awajún, con fotografías, muestras de cerámicas y una pantalla de video.
Este espacio también está dentro del local del Ministerio de Cultura y el ingreso libre estará disponible hasta el domingo 19 de diciembre.
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