José Jimenez Saavedra nos comparte un relato de brutal desalojo y represión contra indígenas de la Comarca Ngabe Buglé quienes defienden sus tierras ancestrales y se oponen pacíficamente a la hidroeléctrica Barro Blanco que embalsó 22 hectáreas de sus tierras.
En esta crónica se recogen las voces silenciadas de las víctimas, en particular de Arcadio y Diomedes Santos. De su lectura, indigna la complicidad de las autoridades panameñas de esta brutal e injustificada agresión que no debe quedar impune.
Que hablen los Santos
Por José Jiménez Saavedra
Octubre 29 del 2021, 6:50 am: la Policía Nacional de Panamá con el respectivo equipo y armamento antidisturbios procede a realizar un nuevo desalojo. Uno más de los varios realizados en estos meses, pero esta vez se trata de desalojar indígenas y el lugar es ya bastante conocido por la opinión pública panameña: “Barro Blanco”.
Ahí un centenar de personas del pueblo indígena Ngabe protestan desde hace más de una década por la hidroeléctrica del mismo nombre que les ha inundado 22 hectáreas de sus tierras. Han reclamado pero nadie en las tres administraciones que hasta ahora han ejercido, les ha hecho real caso. Son 22 hectáreas cubiertas por el embalse de la hidroeléctrica de Barro Blanco dentro de la Comarca Ngabe Buglé, declarada por la Ley Nº 10 de 1997.
Cierto que el área específica donde los originarios están instalados es parte de una propiedad privada que en total tiene unas 2.5 hectáreas. Pero la policía jamás irá a desalojar a la hidroeléctrica de la superficie ocho veces mayor que le inundaron a los indígenas en su Comarca, ganadas a pulmón y tras muchísimos años de bregar. Ellos reclaman además, documentos en mano, que de donde los quieren desalojar fueron tierras adquiridas por el dueño a centavos el metro cuadrado durante la administración anterior del partido PRD. El dueño, quien gestionó el desalojo, ocupaba entonces un alto cargo en las cercanías del presidente Martín Torrijos.
Esa mañana del viernes 29 de octubre pasado la mayoría en el asentamiento eran mujeres y niños. Los hombres estaban trabajando en la zafra en ingenios alejados. Pero para todos los presentes, sin importar condición, hubo a discreción perdigonazos, gases lacrimógenos y demás; bala también. Luego de dispersarlos – como perros dicen los ngabe – entraron los buldócer y el fuego, para quemarles viviendas y plantíos de yuca, maíz, árboles de naranja plátanos y otros, incluyendo su producción orgánica.
Esa noche en Barro Blanco…
No pasó mucho y las redes sociales difundían fotos y narraciones de lo ocurrido. La policía no dejaba entrar a nadie y dio más tarde un comunicado: ellos habían sido atacados con machetes, biombos, un hacha y dos petardos (finamente elaborados: mostraron foto). El Juzgado de Paz de Bellavista en las cercanías avaló la versión policial. El Comisionado de policía de la zona comarcal llegó a decir que los recibieron con armas. La Defensoría del Pueblo llegó después y al igual que la policía anunció que prepararían sendos informes - que los indígenas y la ciudadanía siguen esperando. Fuera de la policía, el juzgado de paz y contados interesados, no muchos más creen en la versión oficial.
Los Santos que aquí hablan son dos: Diomedes y Arcadio Santos. Al primero le destrozaron el ojo derecho. A Arcadio una bala le hizo añicos el codo derecho - el brazo izquierdo ya se lo había dañado una desgranadora de maíz mientras trabajaba en las Provincias Centrales, en un accidente del cual, como suele ocurrir, no hubo ni registro ni indemnización.
Que la versión de los Santos y demás testigos presentes llegue a ser titular en los medios corporativos de comunicación, está bien difícil. Mas bien la historia real puede ir diluyéndose entre tanto villancico, nieve artificial y ofertas de diciembre... Pero lo que no se diluye es la tenaz persistencia de los ngabes y la de no pocas personas y entidades solidarias panameñas. Demás está decir que la solidaridad internacional siempre es oportuna.
Lo que aquí manifiestan los Santos puede corroborarse en dos videos en vivo colgados en el sitio de Facebook “Pan, Patria y Justicia”, subidos el 22 y 28 de noviembre por don Toribio García, presidente del Congreso Regional Kodri de la Comarca (Diomedes: https://fb.watch/9rYIxdm-fh/ Arcadio: https://www.facebook.com/PanPatriaJusticia/videos/2265096120458596/)
Dado que su lengua materna y de uso cotidiano es el nobere y no el español, pueda que sea un tanto difícil seguir el hilo a Diomedes y Arcadio Santos. Además, el dolor de lo vivido los embarga al hablar. Su servidor ha intentado “editar” sus declaraciones, ojalá respetando el sentido original.
Habla Diomedes Santos:
[Ese día] golpearon mujeres sin vergüenza, hasta a niños chiquitos de meses, a ancianos. Mi tienda que tenía aquí la demolieron. Tenía granja, pollos... Engaña la policía que nos disparó: no tenemos armas. Aquí nadie estaba amenazando.
Soy un hijo del cielo: ¡Jamás la tierra tendrá dueño! Estamos en lucha, en paz, por el río Tabasará en libertad. Aquí no estábamos en protesta, aquí estamos viviendo...
En el hospital la policía nacional quería darnos dinero... que me iban a dar pensión del gobierno. No quiero nada. ¡Mi vista no va a valer dinero! Único pido que nos dejen libres porque ya pagué con mi sangre... Tenemos 12 años viviendo aquí. No pido nada por mi. Me siento dolido por mi gente, por mi vista... No me engañen.
Yo quiero hacer bien. Aquí estábamos en una vivienda. Me dolió en mi corazón el 29 [de octubre]. En el hospital pensaba en mi gente aquí.
Yo no fui a la escuela pero se que hoy hay Ley. No se puede matar un perro: 5 años de preso. Vergüenza les digo, de golpear a las mujeres. Fueron a la escuela pero no les sirvió para nada. Sinvergüenzas, policía. Hoy la policía puede engañar, pero a Dios no.
Estoy dolido pero quiero seguir adelante. No quiero decir muchas cosas porque estoy dolido…
En el hospital la dirigente Clementina Pérez conversa a la distancia con Diomedes.
Habla Arcadio Santos:
Cuenta Arcadio que cuando le dieron de alta, el jefe policial en Urgencias del hospital Regional prácticamente lo obligó a ser transportado en auto patrulla; él quería regresar en transporte público. Primero lo llevaron de David a La Loma; de ahí otro patrulla a Horconcitos; y de ahí otro patrulla más, que lo dejó botado a una hora de camino a pie de Barro Blanco.
Arcadio hospitalizado en el Regional de David.
[Cuando empieza el desalojo] estaba en la casa y salí con los niños Me pegaron perdigón primero y después el balazo en el codo. El escapa con sus niños - dice el dirigente Toribio García - pero le meten perdigonazo. Y como siguió corriendo, le meten el balazo. Si la bala no sale por el otro lado del brazo y le hubiera pegado en la tetilla… [lo matan].
El tiro me traspasó el hueso, dice Arcadio. El Dr. Ortiz, en la Regional de David, me dijo que había sido bala. Y que si no voy a las terapias puedo perder el brazo. [Ellos] no tienen pruebas de que los atacamos pero nosotros sí tenemos pruebas de que usaron bala, recalca Toribio. El único brazo que podía mover bien, se lo jodieron.
En el segundo video transmitido en vivo en Facebook, esta vez el 28 de noviembre, Toribio tiene que ir a buscar a Arcadio al lugar donde se guarece (porque vivienda no es: no dejaron ninguna en pie). Estaba adolorido, acostado. ¿Qué pide, qué le dice a la opinión pública? pregunta Toribio. Pero Arcadio no responde, se queda callado mirando al piso, mirando a su brazo tan malherido. No dice nada y a la vez dice todo. Ese silencio es un claro mensaje, señala Toribio.
Diría tambiénToribio, refiriéndose al comportamiento policial: Es un acto de intimidación, de crueldad: si no obedecemos, esto es lo que vamos a recibir. Y al final el dirigente manifiesta: Todos podemos hacer la diferencia para que esto se acabe.
Mensajes todos claros, veraces y al grano, para quienes quieran realmente escuchar lo que hablan los Santos.
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Fuente: Publicado el 7 de diciembre por Radio Temblor: https://www.radiotemblor.org/que-hablen-los-santos/
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