Servindi, 10 de diciembre, 2021.- Compartimos un artículo e invitación de la Fundación Frantz Fanon sobre la necesaria tarea de descubrir la misión de nuestro tiempo y hacer todo lo posible para no traicionarla, parafraseando una frase célebre de este revolucionario pensador anticolonial.
La citada fundación invita a mantener vivo el espíritu decolonial de combatividad de Fanon y contribuir hoy al proyecto inacabado de descolonización y decolonialidad.
El filósofo y escritor francés-caribeño Frantz Fanon nació en Martinica, Francia, y falleció el 6 de diciembre de 1961, en Maryland, Estados Unidos dejando una influyente obra en los temas de descolonizacion y la psicopatología de la colonización.
Fanon apoyó la lucha argelina por la independencia y fue miembro del Frente de Liberación Nacional argelino. Su vida y sus trabajos, principalmente Los condenados de la tierra (Les damnés de la terre) han incitado e inspirado movimientos de liberación anticolonialistas durante más de cuatro décadas.
Fuente del gráfico: Revista Cult, UOL
Por una decolonialidad combativa sesenta años después de la muerte de Fanon: una invitación de la Fundación Frantz Fanon
Por Mireille Fanon Mendès France y Nelson Maldonado-Torres*
“Por último, en un tercer periodo, llamado de lucha (dite de combat), el colonizado —tras haber intentado perderse en el pueblo, perderse con el pueblo— va por el contrario a sacudir al pueblo. En vez de favorecer el letargo del pueblo se transforma en el que despierta al pueblo.”
“El combate colectivo supone una responsabilidad colectiva en la base y una responsabilidad colegiada en la cima. Sí, hay que comprometer a todo el mundo en el combate por la salvación común. No hay manos puras, no hay inocentes, no hay espectadores. Todos nos ensuciamos las manos en los pantanos de nuestro suelo y el vacío tremendo de nuestros cerebros. Todo espectador es un cobarde o un traidor.”
Frantz Fanon, Los condenados de la tierra.
Personas que han leído Los condenados de la tierra están familiarizadas con la frase citada con frecuencia: “Cada generación, dentro de una relativa opacidad, tiene que descubrir su misión, cumplirla o traicionarla.” Han pasado sesenta años desde la publicación de Los condenados y sesenta años desde la partida corpórea de Fanon, sin embargo, esta frase se lee tan relevante hoy como se leía entonces. De hecho, podría ser una frase atemporal, uno de esos regalos de valor perenne de esa intensa era de movimientos de descolonización durante mediados del siglo pasado.
Que el colonialismo jurídico-político tradicional basado en el imperialismo de varios siglos fue en gran medida, pero no totalmente, vencido el siglo pasado, no significa que las relaciones coloniales terminaron en aquel entonces. Para cuando cayeron los imperios europeos, los Estados-nación ya habían asumido el deber de preservar las instituciones, valores y formas de organización social que reproducen y/o amplían las lógicas raciales que caracterizaron la época del colonialismo occidental moderno y que siguen caracterizando el discurso de la civilización occidental moderna. La conceptualización de, y el trato hacia, las poblaciones indígenas y racializadas en Europa –incluidas las personas negras, judías, gitanas y musulmanes– anticiparon la formación de un nuevo modelo de poder global que se convirtió en la piedra angular de los nuevos Estados-nación en las antiguas colonias. Los evangelios del “descubrimiento” y la civilización legitimaron vastos genocidios, desposesión, y la esclavitud racial, todos los cuales solidificaron el pensamiento racial en Europa y se convirtieron en piedras angulares en el nacimiento de nuevas naciones. Ejemplos notables son los Estados Unidos, Sudáfrica, Brasil, Colombia, México, Argentina y Australia, pero la lista es demasiado larga para hacerle justicia aquí.
Mientras que el colonialismo basado en formaciones geopolíticas imperiales en gran medida ha terminado, el colonialismo basado en la nación y en las corporaciones, así como la colonialidad local y global, perduran. Ya sean formalmente democráticos o dictatoriales, los Estados-nación reproducen la colonialidad. La lucha contra la colonialidad continúa a pesar de que el contexto ha cambiado y las formas de dominación a menudo se han transformado. Es en esta situación de relativa opacidad que Fanon sigue llamándonos a descubrir nuestra misión sesenta años después de su muerte.
La lucha contra la colonialidad continúa a pesar de que el contexto ha cambiado y las formas de dominación a menudo se han transformado.
Si bien muchas personas hoy se han dedicado a celebrar la tolerancia liberal, la eficiencia empresarial, la excelencia inclusiva y/o la resiliencia frente a los desastres climáticos o frente a la evidencia del racismo sistémico y estructural, encontramos que la lucha contra la colonialidad exige ante todo una actitud combativa. También tomamos esta idea de Fanon, quien fue suficientemente cuidadoso para distinguir la combatividad de la mera denuncia y crítica. Si bien la crítica es a menudo elogiada como la actitud o acción contra-liberal por excelencia, frecuentemente es movilizada para desviar la atención de la colonialidad y apoyar abierta o subrepticiamente el mito de la superioridad cognitiva de la civilización occidental moderna. La crítica es tan necesaria como insuficiente, y puede alinearse fácilmente con las actitudes conservadoras si no se despliega en una dirección decolonial combativa.
A diferencia de la crítica, la combatividad emerge cuando los sujetos racializados comienzan a dirigirse a otros sujetos racializados en el esfuerzo por generar un sentido de lucha colectiva. Mientras que la crítica obtiene su poder de la crisis, la combatividad decolonial aborda la catástrofe de la modernidad/colonialidad. La combatividad va más allá de los gritos de protesta, lamentos y llamamientos, aunque estos sean momentos necesarios de la lucha. La combatividad tiene que ver con el camino que va de la responsabilidad individual hacia la responsabilidad colectiva, y requiere la voluntad y la capacidad de conectarse con los demás y de participar en un movimiento colectivo contra la colonialidad. La actitud combativa es, como la literatura combativa, “voluntad temporalizada” (Fanon, Los condenados) y se dedica al esfuerzo de construir “el mundo del Tú” (Fanon, Piel negra, máscaras blancas).
La trayectoria de la vida de Fanon indica que la combatividad exige trascender los roles del médico y el académico. Estos puestos pueden ofrecer herramientas importantes para el proceso de descolonización, pero también pueden volverse contraproducentes si permanecen aislados y desconectados de los movimientos y luchas colectivas. Fanon llegó tan lejos como a renunciar a estas posiciones en un esfuerzo por conectar con un colectivo de sujetos racializados y colonizados que luchaban por su liberación e independencia. La combatividad requiere actos similares de transgresión y renuncia a las normas establecidas de reconocimiento y mérito. La combatividad trasciende los deseos de reconocimiento. Se trata más bien de la posibilidad de maximizar las posibilidades de vínculos entre los condenados de la tierra y entre sus diversas luchas.
Puesto que las luchas contra la deshumanización continúan, ¿cómo deberíamos entonces concebir nuestra misión combativa hoy, y cómo continuar esta misión sin traicionarla? Invitamos a reflexionar sobre la naturaleza de la combatividad, sobre ejemplos contemporáneos de combatividad y sobre las tareas combativas más importantes de nuestro tiempo. Esto incluye considerar cómo médicos, académicos, escritores y profesionales como Fanon pueden asumir el desafío de conectarse con personas en otras posiciones y ayudar a generar un sentido de lucha colectiva. Es importante considerar cómo la formación médica, artística y académica puede contribuir mejor a las luchas por la descolonización y la decolonialidad, al igual cómo estas actividades pueden y deben enriquecerse, redefinirse y, a veces, incluso dejarse a un lado como parte de este proceso. ¿Qué tipo de transformaciones necesitan quienes practican la medicina, crean arte y/o se involucran en la producción del conocimiento académico cuando trabajan con comunidades y colectivos que se unen en el esfuerzo por promover el cambio? ¿Cómo pueden aquellas personas que trabajan dentro de instituciones hegemónicas participar en un proceso de desaprendizaje y reaprendizaje con aquellas otras personas que trabajan fuera de estas instituciones? Hay mucho que aprender de aquelles que producen conocimiento a través de la organización y a través del proceso de educar a otres a organizarse. ¿Cómo apoyamos, trabajamos y aprendemos de aquelles que no cuentan con recursos institucionales? ¿Cómo podemos contrarrestar eficazmente la extracción de ideas de los movimientos sociales, de las personas que se desempeñan organizando a sus comunidades y de las que fungen como líderes de movimientos sociales? ¿Cómo transformamos la educación médica, artística y académica y la dirigimos a oponerse al extractivismo en todas sus formas? ¿Cómo hacemos la transición a formas más relacionales de compromiso, comunicación y colaboración en apoyo a movimientos que combaten el racismo sistémico, la colonialidad y la anti-negritud? ¿Qué puede aprender todo el mundo de los movimientos combativos existentes, y qué movimientos combativos consideramos particularmente críticos desde nuestra propia posición y punto de vista? Estas son cuestiones urgentes que son muy familiares para movimientos decoloniales combativos y organizaciones comunitarias en distintas partes del mundo.
También son cruciales las preguntas sobre los desafíos a la combatividad y la organización combativa hoy en el contexto de la violencia sancionada por el Estado contra los líderes de los movimientos sociales y les manifestantes, la erradicación del tiempo libre, así como la cooptación, la mala traducción y el intento a domesticar movimientos anticoloniales y decoloniales así como la terminología abolicionista para convertirla y convertirlos en proyectos estatales, corporativos y/o puramente académicos. Esto ocurre en el contexto de la renovación actual de movimientos antirracistas y decoloniales en múltiples partes del mundo, y como respuesta a los cambios demográficos en el norte que se perciben como amenazas a los intereses y la visión del mundo de las poblaciones normativas. Todo se hace para reducir el impacto de estos movimientos y estos cambios demográficos; todo se moviliza para limitar las posibilidades de que voces y proyectos disidentes encuentren un terreno fértil. La reinvención del liberalismo y neoliberalismo aparentemente benévolo, pero no menos moderno/colonial, a través de la extensión y proliferación de la retórica de la “diversidad, equidad e inclusión” del Estado y del complejo industrial corporativo es uno de los esfuerzos más generalizados en esta dirección hoy en día. ¿Cómo emprender una lucha combativa cuando los rostros que representan a las fuerzas del liberalismo benevolente están cada vez más “diversificados”, y cuando se movilizan términos como negra/o/x y lo negro para apoyar iniciativas y proyectos liberales y neoliberales? En este sentido, ¿cómo responder a les intelectuales negres y a intelectuales que son parte de otros grupos racializados que a veces son posicionades convenientemente como intermediaries por parte de líderes estatales del norte en las discusiones sobre el racismo y el colonialismo mientras se margina a los movimientos sociales combativos en el norte y el sur?
Conocer nuestros puntos de vista respectivos sobre la combatividad y lo que consideramos luchas combativas urgentes y necesarias de nuestro tiempo puede ser de gran ayuda para traer más claridad a la tarea de descubrir nuestra misión y hacer todo lo posible para no traicionarla. La Fundación Frantz Fanon le invita a unirse a nosotres para mantener vivo el espíritu decolonial de combatividad de Fanon aprendiendo unes de otres, amándose unes a otres, y juntes contribuir hoy al proyecto inacabado de descolonización y decolonialidad. (Traducido del inglés por Pedro Lebrón Ortiz)
---
* Mireille Fanon Mendès France e Nelson Maldonado-Torres son Codirectores de la Fundación Frantz Fanon.