Aung San Suu Kyi fue declarada culpable de incitar a la disidencia y romper las reglas para prevenir la COVID-19. ONU y Amnistía Internacional exigen su liberación a militares.
Servindi, 7 de diciembre, 2021.- La lideresa de Myanmar, Aung San Suu Kyi, derrocada en febrero pasado por un golpe militar, fue condenada este lunes a dos años de prisión.
El tribunal, controlado por militares, la declaró culpable de incitar a la disidencia y romper las reglas para prevenir la COVID-19 durante la campaña para las elecciones de 2020.
Naciones Unidas y Amnistía Internacional expresaron su repudio por esta condena y llamaron a los militares a liberar a la mujer sobre quien pesan aún 11 cargos que podrían llevarla a cadena perpetua.
La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, dijo que esta condena “no hará más que profundizar el rechazo al golpe” militar de febrero.
Mientras que Amnistía aseguró que “esta es la prueba más reciente de que las fuerzas armadas están decididas a eliminar toda oposición y reprimir las libertades en Myanmar”.
Como se recuerda, los militares tomaron el poder mediante un golpe de Estado el pasado 1 de febrero y posteriormente detuvieron a Aung San Suu Kyi y otros líderes del país.
Aung San Suu Kyi venció a los militares en elecciones democráticas; pero ellos nunca aceptaron su derrota. Foto: AUNG HTET/AFP/Getty Images
Lo hicieron alegando un supuesto fraude en las elecciones generales de 2020 en las que la Liga Nacional para la Democracia (NLD), que lideraba Suu Kyi, ganó por abrumadora mayoría.
Desde entonces, la lideresa estuvo bajo arresto domiciliario, acusada de varios delitos, incluidos cargos de corrupción, violación de la ley de secretos oficiales y de incitación al desorden público.
Además, también se ha detenido arbitrariamente a más de 10.000 opositores, y se ha informado de que al menos 175 personas han muerto a manos de los militares, según la ONU.
Aung San Suu Kyi, la lideresa condenada a prisión, es muy popular en su país por haber desafiado a los militares que gobernaron su país durante casi 50 años, entre 1962 y 2010.
En 1991 recibió el Premio Nobel de la Paz cuando aún estaba bajo arresto domiciliario, debido a que pasó casi 15 años detenida por períodos entre 1989 y 2010.
Tras la victoria aplastante de su partido en las elecciones de 2015, se convirtió en la líder de facto y asumió como consejera de Estado en Myanmar, velando principalmente por las minorías.
Esto, hasta que los militares decidieron dar el golpe de Estado que mantiene en vilo al país hasta la actualidad.
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