Una de las tareas inmediatas del nuevo gobierno, será emprender urgentemente un plan de rehabilitación del empleo que por causa de la pandemia ha dejado sin ingresos a una gran masa de la población. La presente nota, sugiere algunas ideas que, aunque no tengan eco, podría ser de utilidad para nuestro manejo conceptual, y generar, por lo menos entre nosotros, planteamientos de mayor consistencia.
Por Milcíades Ruiz*
6 de julio, 2021.- El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) estima que 2 millones 231 mil 300 peruanos quedaron sin empleo debido a la cuarentena. Este año, en su primer trimestre, unos 16 millones 264 mil personas se encontraban desempleados. En comparación con el mismo periodo del año pasado, la población ocupada en la Costa disminuyó 4,9% (-433 mil 700 personas). En la Sierra central disminuyó en -9,8% (-215 mil 100 personas).
Si por lo menos pudiéramos restablecer pronto la tasa de ocupación pre pandemia ya sería un gran triunfo. Pero faltaría cubrir la tasa de desempleo que ya teníamos pendiente, y que se ha acumulado hasta la fecha. Esto nos lleva a pensar en un programa de emergencia y, otro de corto, mediano y largo plazos. En todos estos periodos, el reto es alcanzar metas en el menor tiempo posible, sobre todo en la situación de emergencia.
La concepción del problema es fundamental, porque de ella, depende los planteamientos de solución. El empleo está ligado al crecimiento económico. ¿Es un problema que compete solamente al gobierno? O, es que, es un problema que incumbe a la sociedad en su conjunto. El empleo se genera en todos los sectores económicos, en el que participan la inversión pública, la inversión privada y la alianza pública privada. La economía es una rueda. Cuantas más vuelta da, crece más, recapitaliza y crece el empleo.
Estimular las fuentes de empleo sería parte del plan a emprender. ¿Cómo conseguir eficiencia y eficacia en esta misión patriótica, evitando los vicios burocráticos que bloquean los planes, programas y proyectos? Este es uno de los principales problemas a superar. La simplificación y la velocidad de acción deberían caracterizar a esta tarea. No hay necesidad de crear burocracia por favor político, sino de poner a trabajar lo que ya tenemos, para lo que fuera necesario.
Organizar esta tarea para obtener los resultados satisfactorios nos podría llevar a crear un comando central exclusivo para el programa de empleo masivo, el cual deberá elaborar el Plan Nacional de Empleo, con sus objetivos, estrategia y metas. Pero es básico diferenciar lo que es empleo productivo de lo que es solo gasto. El empleo productivo reproduce empleo. Es cuestión de ubicar los ámbitos claves de pronta respuesta, de sostenibilidad y de ventajas para el mercado competitivo, a fin de que el esfuerzo obtenga óptimos resultados.
Las fuentes de empleo son las inversiones, pero no es lo mismo estimular la inversión en la capital que ya está sobresaturada, que hacerlo en provincias a las que podrían retornar los migrantes. La costa siempre ha sido en la historia republicana, la privilegiada en obras de desarrollo y programas económicos. No deberíamos insistir en este desequilibrio fatal. Si hacemos obras de irrigación en la serranía como tantas hay en la costa estaríamos subsanado una relegación histórica.
En la sierra y selva hay mucho por hacer con fines de empleo y desarrollo. Hay que acabar con las mafias del tráfico de recursos madereros e impedir la depredación para beneficiar con el valor agregado a la población nativa. Las ganancias son altas no solo con los bonos de carbono, sino porque el valor de la madera está alcanzando niveles altos, debido a su creciente escases. La madera trabajada da empleo inmediato y altos precios remunerativos si se proyecta a la exportación, no como materia prima, sino como productos elaborados.
Por eso, ubicar las fuentes estratégicas de empleo es primordial. Hay fuentes que responden rápidamente y otras que tienen mayor efecto multiplicador. Una mayor cobertura de internet en la sierra y selva podría despertar un sin número de iniciativas de negocios que generen empleo e ingresos, si Promperú desarrolla una red especial de apoyo, a la exportación directa. Las ventajas ecológicas de la serranía le dan gran potencial.
Pero también en el nivel de base gubernamental, las municipalidades podrían contribuir a dinamizar la economía local si orienta su gestión en ese sentido y deja de tener un rol pasivo, parasitario del erario nacional, creyendo que su labor es hacer obras de cemento solamente. Cada municipio distrital y provincial, debería evaluar la gestión municipal, en términos de crecimiento y desarrollo económico. Esto obligaría a las autoridades municipales a estrechar lazos permanentes con los sectores productivos de los cuales ahora están aislados, indiferentes.
Si el gobierno municipal de áreas rurales, se preocuparan por hacer crecer los negocios agrícolas, apoyando con viveros y semilleros de alta productividad, buscar mercados rentables, atraer inversiones agroindustriales y mejorar la infraestructura productiva, seguramente los beneficios serían altos no solo para la población de su jurisdicción sino para el incremento de la renta municipal. Las municipalidades tienen grandes posibilidades de impulsar el empleo de la vecindad tomando las iniciativas respectivas. Tienen los fondos Pro compite que ni siquiera lo usan. Los alcaldes deberían saber gobernar el municipio.
Cada planta es un activo biológico patrimonial contable, como lo es una oveja, un cuy, una vaca. Sembrar un árbol ya es invertir y mejor aún si es un frutal de alta demanda. Tener un bosque ya es un capital de respaldo financiero. Una plantación de té, genera una inmensa cantidad de mano de obra, sobre todo mujeres y jóvenes, tanto en la recolección como en su procesamiento y comercialización. Este cultivo otorga más de US$ 600 millones de divisas anuales a Sri Lanka, una isla del tamaño de la región Arequipa.
Pero nosotros no solo tenemos té ecológico especial para exportar. Tenemos ventajas en muchos productos por nuestras particularidades ecológicas que no lo tienen en otros continentes. Tenemos anís, y hierba luisa que el año pasado se exportó 667.5 toneladas y uña de gato 664 toneladas, como también, hoja de coca que ocupa mucha mano de obra y el año pasado hemos exportado por el valor de US$ 1 millón. Así también, el orégano ocupa mucha mano de obra, no solo en el cultivo sino en toda la cadena de exportación. De enero a mayo de este año ya se ha exportado 14 mil toneladas de kión o jengibre que da mucho empleo en selva.
Ni qué decir de la expansión de empleo en algodón y todos los derivados de este producto en la post cosecha y procesamiento industrial. La selva produce algodón de la variedad “áspero” cuya demanda no es aprovechada. Según reporte del Ministerio sectorial tenemos actualmente una oferta de 580 productos agrarios provenientes de la cosecha de 243 pequeños productores de 23 regiones del país. Pero esta materia prima multiplica el empleo en sus diversas conexiones de transporte, comercialización, procesamiento industrial, etc.
Hay pues, mucho mercado externo disponible que no aprovechamos para generar empleo ya que ello implica no solo obreros de campo, sino también clasificadores manuales, embalaje y otras labores conexas que da mucho empleo femenino. El cultivo de palma aceitera en la selva es una importante fuente de ingresos para unas 7.200 familias, generando más 17.000 puestos de trabajo directos y 25.000 indirectos anuales. Ni que decir del café de la selva alta a pura mano de obra.
Según reporte del Centro de Investigación de Economía, de la Asociación de Exportadores (CIEN-ADEX), en los primeros cuatro meses del presente año, la agroindustria (Mayormente frutas y hortalizas) generó 433,979 puestos de trabajo, mostrando un crecimiento de 17.7% (65.192 empleos más) respecto al mismo periodo del 2020). Esto, a pesar de la pandemia. Ningún otro sector de la economía lo hace.
Por el lado del agro tradicional, los empleos generados de enero a abril del presente año llegaron a 38.668, mostrando un de 10% (3,520 puestos de trabajo más) a lo generado en los primeros cuatro meses del 2020.
Por otro lado, necesitamos recuperar y ampliar el área triguera, como también la de maíz, pensando en la sustitución de exportaciones alimentarias. En el 2020, Perú importó más de dos millones de toneladas de trigo, 97.231 toneladas de cebada, 3 millones 744 mil de maíz, 81,554 toneladas de lentejas. Como es sabido, estas importaciones tienen cero (0%) de arancel. Si orientamos el plan de empleo en la sustitución de importaciones alimentarias mataríamos dos pájaros de un solo tiro.
Pero mucho va a depender de los estímulos que se brinden para que las inversiones desarrollen empleo en las áreas estratégicas. En el ámbito estatal, la velocidad de acción y la rigurosidad será determinante. Así evitaremos lo que pasa en el sector agrario en el que hay 101 obras paralizadas desde el 2011 al 2020, teniendo los presupuestos ya asignados, según da cuenta el propio ministro del sector.
Si el nuevo gobierno logra ganarse a la sierra y selva con un buen plan de empleo, tendrá un gran respaldo nacional y será difícil que la oposición crezca. ¿No les parece? Ustedes qué dicen.
(escrito el 5 de julio de 2021)
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*Milcíades Ruiz es especialista en desarrollo rural. Dirige el portal República Equittiva: https://republicaequitativa.wordpress.com/
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