Pese a que una gran parte de la población global ha sido duramente golpeada por las restricciones impuestas por la pandemia, principalmente los pobres y más vulnerables, los mensajes del G7 anunciaron nuevos golpes, aunque maquillados de verdes y caritativos.
Por Silvia Ribeiro*
Desinformémonos, 23 de junio, 2021.- La semana pasada, del 11 al 13 de junio, se reunió en Cornualles, Inglaterra, el llamado G7. Un grupo auto-elegido integrado por los gobiernos de Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, Canadá y Japón. A 2019, esos siete países reunían cerca del 58 por ciento de la riqueza global y el 46 por ciento del PIB mundial. Además son sede de la mayoría de las empresas transnacionales. Se arrogan el suficiente peso económico, político y militar para dar directivas al resto del mundo. En esta ocasión también fueron como observadores representantes de la Unión Europea, Corea, Sudáfrica e India.
En la declaración de esa reunión –la primera presencial post-pandemia– hicieron varios anuncios muy vistosos: la donación de mil millones de vacunas para Covid-19 a países “en desarrollo”, el compromiso de evitar futuras pandemias, de enfrentar al cambio climático y a la crisis de biodiversidad. También un plan para aumentar su competencia con China y Rusia por el reparto del mundo.
Pese a que una gran parte de la población global ha sido duramente golpeada por las restricciones impuestas por la pandemia, principalmente los pobres y más vulnerables, los mensajes del G7 anunciaron nuevos golpes, aunque maquillados de verdes y caritativos.
Por ejemplo, el anuncio de enviar vacunas a los países del Sur. En letra más pequeña aclara que serán 1000 millones hasta fines de 2022 y a través del mecanismo Covax, un invento de la Fundación Bill y Melinda Gates, para sustituir la distribución de vacunas a través de Naciones Unidas y sobre todo, evitar que se produzcan vacunas a nivel nacional y sin patentes. Covax es un emprendimiento público-privado, administrado por GAVI, otra alianza para vacunación global creada antes por la fundación Gates. Su meta principal es abrir y garantizar mercados para las vacunas de las grandes farmacéuticas y que los países que las reciban respeten esas patentes, con legislaciones adecuadas para ello. Las vacunas que dicen “donar” son compradas con dinero público y pagadas a las empresas. Aunque el número de vacunas que anunció el G7 podría parecer alto, la OMS aclaró rápidamente que se necesitan mínimo 11 mil millones de vacunas para tener efecto en el curso de la pandemia. La intención del G7 es curarse en salud (o mejor dicho curarse gracias a la enfermedad de otros), fortaleciendo un mecanismo de vacunación global que evite el acceso y control público tanto a nivel nacional como internacional, de tal manera que nunca seansuficientes dosis, permitiendo que los virus muten y siempre haya escasez. Explico un poco más sobre este perverso mecanismo en otro artículo.
Convenientemente, el G7 no se pronunció sobre la iniciativa de India y Sudáfrica ante la OMC para exceptuar de patentes a los tratamientos relacionados a Covid-19 en pandemia.
En el mismo tono, el compromiso de evitar futuras pandemias no se refiere a atacar las causas de raíz que provocaron esta pandemia y las anteriores, entre las que el sistema alimentario agroindustrial tiene la responsabilidad fundamental, tanto por la destrucción de ecosistemas que conlleva, como por las mutaciones de microbios que provoca la cría industrial de animales y por la debilidad inmunológica y la pandemia de obesidad global entre la población, debido al consumo de comida industrializada, no nutritiva y llena de agrotóxicos.
Tampoco propone el G7 sistemas de salud pública y preventiva universales y gratuitos, otro aspecto clave de debilidad de los países frente a las epidemias, sino lo contrario. Se refiere a atención de enfermedad, pero para establecer más “asociaciones público privadas” (como Covax) que significan más privatización en los sectores de salud, donde los estados construyen infraestructura y las empresas lucran con todo el funcionamiento del sistema, incluidos cobros por acceder y lucros por instrumental y tratamientos.
Ligado a esto, otro aspecto sumamente preocupante es que el G7 también promete (“amenaza” es el verbo más adecuado) reducir el tiempo de desarrollo de nuevas vacunas, tratamientos y diagnósticos para que estén listos en menos de 100 días. Si algo ha sido omnipresente en esta pandemia, es la falta de certeza e incoherencia en diagnósticos y el uso acelerado de vacunas totalmente experimentales, nunca antes probadas y sólo autorizadas para uso emergencial, sobre las que no existen datos de sus efectos potenciales a mediano y largo plazo. Ahora el G7 amenaza con consolidar esta vía que elimina la responsabilidad y el principio de precaución, pero que será un increíble negocio para las farmacéuticas.
En otros rubros, como la crisis climática y de biodiversidad,ambos graves problemas globales, anuncian compromisos que quieren hacer aparecer como positivos,cuando en realidad son sentencias de muerte que nos harán perder valiosos años para atender las crisis acuciantes del calentamiento global y lo que se ha llamado “la sexta extinción masiva” de la biodiversidad, ambas relacionadas también al surgimiento de nuevas epidemias.
Sobre cambio climático, afirman que ahora sí invertirán el dinero que comprometieron en 2009 para estabilizar el aumento de temperatura global en menos de 1.5 grados. Pero no se refieren a actuar sobre las causas del cambio climático, es decir, nada harán que moleste el lucro de las industrias que son las principales emisoras de gases de efecto invernadero: la extracción y uso de combustibles fósiles, el sistema alimentario agroindustrial, la deforestación.
La “promesa” del G7 es apoyar y subsidiar la ola de “compromisos” de cientos de empresas trasnacionales que son grandes contaminadores para llegar a “emisiones cero netas”. O sea, no para reducir emisiones, sino para aumentarlas, supuestamente ;para compensarlas con falsas “soluciones” de mercado y tecnológicas que en realidad no compensan nada, pero generan ganancias adicionales. Un nuevo informe producido en junio 2021 por varias organizaciones de justicia climática analiza las promesas de las empresas y explica por qué conllevarán nuevas amenazas y más despojo a las comunidades, además de aumentar el caos climático. (Ver La gran estafa: Cómo los grandes contaminadores imponen su agenda “cero neto” para retrasar, engañar y negar la acción climática)
Adicionalmente, la declaración del G7 afirma que parte de su contribución a mitigar la crisis climática será desarrollar nuevas vías de transporte e infraestructura para expandir la digitalización. Esto está relacionado con fortalecer su competencia con China y Rusia, tal como anuncian. Pero en lugar de reducir, aumentará las emisiones, tanto por mayor transporte y comercio, como por la alta demanda enérgetica de la digitalización en comercio y finanzas, un problema poco conocido, pero de enormes proporciones.
Al igual que con las promesas sobre cambio climático, las relacionadas a biodiversidad implican,otra vez, renovadas amenazas.Por ejemplo, una línea de acción principal es el apoyo a la llamada iniciativa 30×30 (30 por ciento de áreas protegidas al 2030). Esta propuesta, que viene de grandes ONG conservacionistas y corporativas como The Nature Conservancy, WWF y otras, fue también introducida para su adoptación en las discusiones del Convenio de Diversidad Biológica de Naciones Unidas. El principal problema, como han señalado organizaciones sociales y ambientalistas, es que esta forma de “protección” se orienta a expulsar de sus territorios a los pueblos que allí viven y subsisten, con el argumento de que deben ser conservadas sin gente, cuando en realidad son las comunidades las que las han cuidado y conservado en casi todo el mundo. Expulsadas las comunidades, se convierten en áreas que pueden ser usadas por grandes ONG y sus socios de gobierno, para la venta de captura y secuestro de carbono, compensaciones por biodiversidad y otra serie de lucrativos negocios. Hemos visto numerosos ejemplos de este tipo de acción con programas como pagos por servicios ambientales y REDD+. Ahora pretenden darle otro empuje global a la invasión de áreas que siempre han sido “protegidas” por las propias comunidades.
Todo lo cual no sólo será una nueva ola de despojos, sino que también empeorará las crisis climática, de biodiversidad, de salud.
Pero, como un signo de esperanza para todas y todos, al mismo tiempo que se reunían estos voceros del capitalismo mundial para anunciar sus nuevas amenazas en el G7, llegaba a las Azores, Portugal, el barco La Montaña, con siete muy diferentes. Son las, los y otroas zapatistas que están en la Gira por la Vida, que al contrario de todo lo anterior, se teje de encuentros verdaderos, entre personas, organizacionesy comunidades para compartir dolores, horizontes, luchas y construcciones que son las que realmente mantienen a la mayoría de la gente y el planeta con vida.
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*Silvia Ribeiro es periodista y activista uruguaya, directora para América Latina del Grupo ETC, con sede en México.