Repasamos el proceso que llevará a Chile a redactar una nueva Constitución, el verdadero motivo por el que la derecha en Perú ya ni si quiera menciona al país del sur.
Servindi, 1 de junio, 2021.- Chile ha dejado de ser, de un momento a otro, el ejemplo que la derecha y los medios concentrados solían presentar para resaltar los supuestos logros del modelo neoliberal en la región.
¿Qué ocurrió en Chile para que esto sucediera? Que decidió cambiar y en un mes empezará a redactar una nueva Constitución impulsada mayoritariamente por los sectores sociales independientes y los partidos de izquierda.
El entierro de la Constitución neoliberal impuesta por el dictador Augusto Pinochet ha dejado mudos a quienes en Perú aún defienden la perpetuidad del texto aprobado por Alberto Fujimori en 1993.
En esta nota, repasamos el proceso que tuvo que pasar Chile para, al fin, estar cerca a redactar un nuevo contrato social, más justo e igualitario, un ejemplo que otros convenientemente ocultan.
1. Las protestas
El giro de timón en Chile tuvo su origen en las protestas sociales que estallaron en octubre de 2019, tras el alza de los boletos del transporte público.
A la evasión masiva al pasaje del metro de Santiago, promovida por estudiantes de secundaria y universitarios, el presidente Sebastián Piñera respondió con una dura represión policial.
Fue así que el descontento acumulado por años en el país del sur empezó a florecer y la manifestación contra el aumento del pasaje, pasó a ser una protesta contra el modelo económico y el régimen político.
Un modelo subsidiario que se impuso con la Constitución del dictador Augusto Pinochet, en 1980, y que a lo largo de 40 años delegó las atribuciones en materia de derechos a los sectores privados.
El resultado de este modelo fue una sociedad desigual, en la que se establecía para sus ciudadanos un alto costo de vida, bajos salarios y pensiones miserables. Razones para manifestarse sobraban.
La marea chilena no claudicó en las protestas y solo cuando el número de muertos ascendía a 38 y los heridos a 12,547, el Ejecutivo y el Congreso chileno alcanzaron un acuerdo histórico.
La propuesta: convocar a un plebiscito para consultar a la población si debían o no continuar con la Constitución de Pinochet.
En octubre de 2019, Chile vivió intensas jornadas de protestas. Hoy va camino a redactar una nueva Constitución. Foto: Carlos Figueroa
2. El plebiscito
El plebiscito nacional, que no es otra cosa que una consulta popular también conocida como referéndum, fue convocado para el 26 de octubre de 2020.
Ese día la población chilena debía responder a dos preguntas: si quería una nueva Constitución y qué tipo de órgano debería ser el encargado de redactar este nuevo contrato social.
La respuesta de la ciudadanía chilena fue rotunda: un 78 % de la población (5.885.721 votos) votó por enterrar la Constitución de Pinochet y redactar una nueva.
Asimismo, la mayoría votó a favor de que la nueva Carta Magna sea escrita por una Convención Constitucional o Asamblea Constituyente integrada por 155 ciudadanos elegidos totalmente por voto popular.
Para ello, se autorizó que, por primera vez en unas elecciones, se permita postular a personas ajenas a estructuras de los partidos políticos, los llamados independientes.
Diecisiete de los 155 escaños, además, fueron reservados para las poblaciones indígenas, por lo que restaba volver a las urnas para elegir directamente al resto de miembros de la Asamblea Constituyente.
Y esto, finalmente ocurrió hace algunas semanas.
3. La elección de asambleístas
El 16 de mayo pasado Chile eligió a los ciudadanos, 78 hombres y 77 mujeres, que redactarán la nueva Constitución.
Como era de esperarse, el país castigó a los partidos tradicionales en las urnas.
Los partidos de derecha, reunidos en la opción Vamos por Chile, consiguieron apenas 37 escaños, lo que los deja sin capacidad de vetar cualquier propuesta en la nueva Constitución.
Esto, debido a que, para aprobar el texto, se requiere contar con los votos a favor de dos tercios de la Asamblea, y ellos no llegan a representar ni un tercio (52 escaños).
En tanto, los vencedores indiscutibles de la jornada fueron los movimientos independientes (Del Pueblo, Nueva Constitución y otros), que obtuvieron 48 escaños.
Estos movimientos están conformados por personas que no pertenecen a los partidos políticos tradicionales y que participaron de las manifestaciones de octubre de 2019.
Son ciudadanos, además, que defienden diversas causas, como el feminismo, el medio ambiente, la educación, la justicia social o la salud y que ahora serán la principal fuerza en la Asamblea Constituyente.
Seguido de este grupo están las dos grandes listas de la oposición de la izquierda que sumaron 53 escaños (28 de Apruebo Dignidad y 25 de Apruebo).
Como se aprecia, el mensaje de la sociedad chilena fue claro y directo. Ahora, toca sentarse a escribir la nueva Constitución.
Quienes ayer marchaban pidiendo nueva Constitución, hoy son la mayoría que redactará el nuevo contrato social de Chile.
4. La redacción
Los 155 asambleístas elegidos empezarán a redactar la nueva Constitución de Chile el próximo mes de julio.
El plazo para que cumplan con esta tarea es de 9 meses, un tiempo que se podrá ser extendido por 3 meses más en una sola oportunidad.
En la nueva Constitución, los chilenos buscarán eliminar todo aquello que limite las capacidades del Estado al rol subsidiario con el fin de que este sea un activo controlador del mercado y evite abusos.
También se pretenden hacer reformas claves, como la nacionalización de los recursos naturales y el fin de las concesiones de agua potable y energía eléctrica.
Así como establecer la aplicación de impuestos a las grandes fortunas y convertir al Estado en un actor protagónico en los sectores de salud, educación y pensiones.
Una vez listo el texto, este tendrá que ser aprobado en un nuevo plebiscito programado para octubre de 2022.
Esta es la historia del por qué en países como Perú, inmerso en elecciones, se ha decidido dejar de hablar del “ejemplo chileno” que hace algunos años generaba orgullo en sectores y medios de la derecha.
En Perú, mientras un profesor rural propone el cambio de Constitución de 1993, la hija de quien impuso esa Constitución, Keiko Fujimori, se niega a tocar el texto.
La Constitución Política que actualmente rige en Perú también fue impuesta por un régimen dictatorial, el de Alberto Fujimori, hoy preso por delitos de corrupción y crímenes de lesa humanidad.
Su inspiración fue la Constitución de Pinochet, hoy enterrada por las razones explicadas.
Los dos candidatos que disputarán la presidencia en segunda vuelta, convocada para este 6 de junio, tienen propuestas claras respecto a la continuidad de la Constitución de Fujimori.
Por un lado, Keiko Fujimori, hija de Alberto, a quien sacaría de la cárcel de llegar al poder, propone que no se toque la Constitución de su padre.
Mientras que Pedro Castillo, el otro candidato surgido del descontento social, ha dicho que impulsará una Asamblea Constituyente para cambiar la Constitución de 1993.
La decisión final será tomada el domingo 6 de junio por el pueblo peruano.
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