Servindi, 17 de enero, 2021.- José María Arguedas fue maestro de escuela, docente universitario y gracias a su identidad creativa y comprometida con el mundo andino nos dejó un legado pedagógico de enorme valor.
Wilfredo Kapsoli Escudero, escritor nacido en Ancash, encontró en el trabajo pedagógico de Arguedas un filón de investigación que dio lugar al libro: "Nosotros los maestros".
La obra de Kapsoli mereció dos ediciones, que además de una selección de textos de Arguedas contiene un análisis prolijo de Kapsoli.
La segunda edición ampliada contiene como anexos documentos de enorme valor sobre José María Arguedas.
Con motivo del centenario del nacimiento de Arguedas, celebrado en 2011, Efraín Gregorio Cáceres elaboró una presentación para un congreso en el Cusco donde reseña el trabajo de Kapsoli Escudero.
Quien desee acceder al documento completo puede hacerlo desde el enlace de descarga: https://bit.ly/3qp29pC
En esta ocasión reproducimos algunos fragmentos del trabajo de Gregorio Cáceres sobre la valoración que hace Wilfredo Kapsoli del trabajo pedagógico de J.M.A.
Nosotros los maestros, de José María Arguedas
Presentación y selección de Wilfredo Kapsoli
Por Efraín Gregorio Cáceres
Es una verdadera satisfacción presentar el libro de Wilfredo Kapsoli Escudero “Nosotros los Maestros de José María Arguedas”, donde muestra una selección aguda y completa, además un estudio riguroso y muy esclarecedor de la labor educativa desarrollada por Arguedas, durante el tiempo que le tocó cumplir como maestro secundario (1939 en Mateo Pumacahua de Sicuani - 1948 en Nuestra Señora de Guadalupe de Lima) (1); en el libro se hallan notas que llena muchos vacíos en el estudio de Arguedas como maestro, todo el material está cuidadosamente reflexionado desde la visión especializada de un maestro como Wilfredo Kapsoli, a modo de reivindicación de la labor importante del profesor y educador.
La selección de los materiales de este libro, es resultado de una investigación de larga data, así como de una reflexión profunda, porque este texto fue publicado en su primera edición, por la editorial Horizonte en 1986, desde esa fecha hasta hoy, nos entrega la segunda edición revisada en el que hallamos materiales nuevos e inéditos, como las correspondencias, que en el caso de Arguedas se constituye en un material altamente valioso, en la que da luces de sus reflexiones profundas que comunica a las personas de su confianza (2).
El libro nos muestra por otro lado, el uso tan relevante de la pedagogía, en cuya labor educadora José María Arguedas restaura la identidad de los alumnos y la enseñanza que se puede resumir cómo educar sin traumas ni violencia, para revertir un proceso fatal de una mala forma de educar a los indígenas andinos fundamentalmente, cuya constante fue agresiva y despectiva.
“Nosotros los Maestros...”, el titulo pareciera hablar desde el ñuqayku [nosotros excluyente] (3), pero revisando el compromiso de Wilfredo Kapsoli con la cultura indígena andina, se proyecta automáticamente al ñuqanchis [nosotros inclusivo], porque en los materiales del texto resalta el respeto, el cariño, el aprecio del investigador por el maestro y su alumno. Asimismo, leyendo con atención percibimos también una notoria capacidad empática del autor, a todas luces andino, por nacimiento y por vocación, que, se preocupa en extremo cumplir con las exigencias académicas y las reglas del método científico.
Percepciones de Wilfredo Kapsoli sobre los textos de Arguedas
Sociedad y educación: una problemática
Wilfredo Kapsoli selecciona en este ítem, materiales de Arguedas que sostienen que: “La formación de los individuos potenciando o negando su sensibilidad y capacidad de comprensión de los problemas humanos, confieren la esencia final de la personalidad y de la ciudadanía”.
Así mismo Arguedas exige de los maestros actuar en la realidad del Perú: “Somos un país muy mezclado, un país mestizo en cuanto a creencias, en cuanto a concepciones morales, políticas, en fin, somos un país que constituye una mezcla que todavía no ha acabado de definirse. Nosotros los maestros somos los que debemos impulsar a esa definición y a esa integración de las creencias. Cuando todo el Perú tenga, más o menos una sola creencia, por lo menos una, de la cual todas compartamos, seremos patriotas” (4).
- Lingüística y educación
Kapsoli sostiene que una de las primeras preocupaciones de Arguedas en lo literario y educativo fue legitimar el estatus del quechua creando un nuevo idioma en base a préstamos y concesiones generando así una dinámica de no exclusión. (Pág. 25).
Es decir, Arguedas como medio logró hacer hablar en castellano a miembros de una cultura que sentían, hablaban y pensaban en Qhiswa, en ella incorporó la sintaxis Qhiswa a la escritura en castellano, “... en una pelea verdaderamente infernal con la lengua como lo hizo Guarnan Poma de Ayala a inicios de la Colonia (Siglo XVI)". Esta tarea no es nada sencilla, Arguedas percibió en los textos de este cronista indígena el tremendo problema sintáctico: “...él había aprendido el alfabeto castellano y no el idioma, No sabía expresarse en español; y en las mil páginas que escribió se siente la tremenda lucha de este indio con el idioma en que se ve obligado a expresarse. En muchas páginas no encuentra la palabra necesaria, y entonces se decide a hablar en keschwa; de ahí el gran desorden de su estilo y de sus informaciones: pero como todo lo que debía contar y reclamar era una exigencia profunda y violenta, el cacique toma la pluma y en dibujos completa sus relatos y logra la expresión íntegra de su espíritu (Arguedas: 1985:40).
Wilfredo Kapsoli remarca que Arguedas fue un militante luchador contra el método de la escuela tradicional, con la que se demoraba el aprendizaje 10 años, por su carácter segregador, traumático y violento, “la letra con sangre entra”, decían muchas veces los maestros antiguos. Wilfredo Kapsoli, narra su experiencia: “Cuando estudiante en la escuela prevocacional de Pomabamba (Ancash), fuimos testigos de una ingeniosa represión al quechua, ridiculizando el maestro a los alumnos que hablaban el quechua con un cartel con un rótulo “El rey de los quechueros”.
En contra posición a toda esta expresión agresiva al quechua, “Arguedas defendía el quechua, al idioma nativo como arma y punto de partida de la alfabetización” (p. 14)
Arguedas expresa el testimonio vivido en: la hacienda Karkeki del distrito de Huanipaca - Apurímac, vio predicar en quechua a dos padres franciscanos. El efecto fue que los indios lloraban a torrentes.
- Folclor y educación:
En el texto Wilfredo Kapsoli subraya que Arguedas tuvo especial interés en la música y en la danza, porque el “El canto y la danza son medios de fomento espiritual”. La expresión del arte en la cultura indígena andina funciona como una fuente de inspiración como las caídas del agua, el viento, el llanto de los animales, el canto de los patos o el grito de los zorros, es decir, la música es “como una cantera de intermediación de lo natural y humano, de lo individual y colectivo”. (P. 16)
Arguedas hace notar la diferencia del comportamiento de los siervos de la hacienda o pongos y las comunidades, respecto a la música, canto y alegría. Este aspecto en el texto de Wilfredo Kapsoli lo precisa con mucha claridad: “Los pongos han perdido la capacidad de reírse y de cantar” mientras que los indígenas de las comunidades en contraposición, “... los de ayllus hacen gala de su arte y alegría tanto en su trabajo colectivo y en sus festividades patronales que expresan su calendario agrícola”. Donde “Rota la máscara o barrera de contención, el resto es alegría popular”. La evolución de las chacras y el crecimiento de los animales alegran a los indígenas de las comunidades y esta alegría la expresan con múltiples colores, formas, cantos e instrumentos. Arguedas cuando hace esta exposición dicotómica de los Hacienda runas [gente de la hacienda] y los “kumún runas” [gente de las comunidades], nos da una gran enseñanza, en la libertad se puede crear y recrear la cultura sin ninguna restricción.
- Experiencia docente:
Este tema consideramos que es el corazón del trabajo de Wilfredo Kapsoli, porque presenta las selecciones más profundas del quehacer pedagógico, demuestra que Arguedas no solo se dedicó a la enseñanza de sus materias en los centros educativos en los que trabajó, sino por el contrario, sistematizó a través de archivos creados con este propósito, con los cuales medía el avance, efectos y los resultados de su trabajo educativo. Así por ejemplo tenemos las conclusiones sugeridas en este trabajo:
- Arguedas profesor aprovechó la experiencia que tuvo cuando fue alumno. Arguedas niño observó la conducta de los profesores que tuvo en los diferentes centros educativos, al que describe como “una mitad de los profesores que tuve llegaban a la clase con veinte minutos de retraso; diez minutos empleaban en pasar lista, y el resto bostezaban o dictaban algún curso antiguo que los alumnos teníamos que copiar durante el año. La otra mitad de los profesores explicaban todas las cuestiones de sus cursos que el Plan Oficial indicaba, se ceñían al plan con fidelidad militar”. Desde esa realidad observada, Arguedas se propone revertir esta práctica, es decir, no ser como esos profesores. Desde ya, esta sola práctica se ve revolucionaria en la educación.
- Arguedas en Sicuani - Cusco en el colegio Pumacahua, no solo enseñó sus materias, sino motivó incluso que se trabajara una revista “El Pumacahuino” en la que a los alumnos les sirvió como palestra de expresión, en ella vieron publicados sus poemas, cuentos, descripciones de sus prácticas rituales, que trabajaron con mucho entusiasmo y rigor durante ocho meses. Esto motivó y despertó vocaciones y pasiones por alguna actividad literaria como por ejemplo su alumno Blas Aguilar considerado hoy como un poeta emblemático de Canchis, o el Dr. Federico Cárdenas Zapata “Ayrampito” alumno que siempre recordaba a su “Gran maestro José María Arguedas”, con mucho cariño.
- Lo que llama más la atención y se nos presenta como trascendental, es que en este trabajo riguroso se revela que Arguedas en Sicuani, al trabajar en el Colegio Mateo Pumacahua, explicaba el curso de gramática castellano en quechua. Y logró así objetivos positivos en la enseñanza: “…las explicaciones las hacía en quechua para corregir cada error y el medio principal de la enseñanza fue el ejercicio intenso de la elocución y de la lectura…” (Arguedas en Kapsoli: 2010: 27), el caso emblemático es el de Quispe Alanoca. “Quispe no sabía hablar ni escribir castellano cuando ingresó al Colegio; sus trabajos de redacción eran algo tan enmarañado, tan bárbaro en su mezcla de kechua y del castellano, que algún profesor ignorante e insensible los habría tirado con el más grande desprecio y habría echado a Quispe de la clase. El progreso que Quispe ha hecho es el caso más sorprendente y maravilloso de lo que puede lograr la lectura bien graduada y escogida”. (Pág. 27)
- Para cada región o zona Arguedas adecúa sus materiales de trabajo, así por ejemplo para trabajar con alumnos indígenas andinos o en la sierra, como en Pumacahua, trabajó con lecturas “… del poeta más castizo y puro del Perú, José María Eguren, a pesar de que los críticos de mi país consideraban difícil inaccesible para el vulgo, simbolista abstracto y otras cosas por el estilo a esas poesías. Mis alumnos indios y mestizos comprendieron y amaron mucho más que esos críticos, las obras de Eguren”. (Pág. 29)
Mientras que en los colegios de Lima como en Nuestra Señora de Guadalupe, tuvo que adecuar su pedagogía y sus materiales, por ser otra región con otra cultura, y les hizo trabajar el tema “Mi primer amor” y “El futuro del país”, como temas de composición. Los resultados en ambos casos fueron exitosos.
- Antropología pedagógica
Wilfredo Kapsoli subraya la recomendación de José María Arguedas hace a los maestros: “…conocer el contexto histórico en el que se realiza la educación. Saber diferenciar las costumbres y las tradiciones de cada región porque esta diversidad de creencias perfila el modo de ser de cada persona”. (Pág. 52)
Saber diferenciar las costumbres y las tradiciones de cada región porque esta diversidad de creencias perfila el modo de ser de cada persona”.
Por esta razón Arguedas afirma que: “La conducta del niño indio está condicionada por la situación que ocupa en la sociedad y por la clase de trabajo a la que se dedican sus padres”. Con estos elementos, sustenta, “educar como jugando”: “Así el niño indio juega casi invariablemente a manera de un entretenimiento para realizar bien sus ocupaciones de adulto. Podríamos hablar de un tipo de juego funcional y no de recreación pura. Juega imitando las faenas que realizan los mayores: ara, arrea “animales” -que pueden estar representados por piedras o insectos- y los encierra en “corrales” tosca o primorosamente construidos de guijarros o trozos de barro seco; “construye” casa, acueductos, hornos, molinos.
En la hacienda “Huayu Huayu” del distrito de Huanipaca, un niño menor que yo, que tenía entonces 13 años me tomó de “ayudante”, y en varios días, abrimos un acueducto que bajaba desde una acequia de la huerta de la hacienda por la ladera, salvando “quebradas” y “ríos” por puentes hechos de teja o de hojas de maguey; construimos una caída de agua, bien canalizada y un molino de piedra. El pequeño fabricó la bóveda, luego la piedra solera y la voladora del molino, hizo la rueda y su eje, hasta el dado sobre el cual se apoyaría el eje; fijó las piedras exactamente como en un molino verdadero. Soltó el agua; seguimos la corriente hasta que llegó al canal de “fuerza”, se precipitó y golpeó en las cucharas de la rueda bajo la bóveda, salpicó agua y el molino dio vueltas muy rápidas entre las paredes de la “fabrica”.
Contemplé el juguete asombrado y con un regocijo que colmaba el mundo y lo contagiaba. Don Manuel María, el viejo patrón, que no me estimaba porque me consideraba un “ocioso imaginativo descubrió el molino en la tarde del mismo día en que lo habíamos inaugurado, destruyó los delicados acueductos, la caída del agua, la piedra solera y la voladora, la bóveda de cuyo interior las cucharas de la rueda lanzaban chorritos de agua, los derrumbó con los pies, machucando todo con los tacos y la planta de los zapatos, no sin antes haber contemplado sonriente ese “curioso adefesio”. Yo quedé herido para siempre contra ese viejo avaro; el niño indígena corrió hasta el pie de un gran árbol de chirimoya, se acurrucó ahí e hizo cuanto le fuera posible para parecer que no existía. Yo lloré a torrentes cuando el viejo demonio se fue. El niño ni siquiera volvió la cabeza para mirarme. Corrió delante del patrón, cuando este se dirigió a la puerta de la gran huerta, y desapareció. No quiso volver después a la casa hacienda; se escondía de mí. A los pocos días concluyó el turno de trabajo del padre que era siervo de la hacienda, y se fue con él. Me pareció que no sufría, sino que estaba sumamente atemorizado” (Pág. 55). Aprender y demostrar habilidades en estas condiciones es imposible. Así se frenó desde el poder, el desarrollo de las comunidades indígenas andinas.
Estos son los temas transversales que trata este libro, “Nosotros los Maestros de José María Arguedas” seleccionado y estudiado por Wilfredo Kapsoli.
Concluyendo diremos que el presente trabajo del Dr. Wilfredo Kapsoli Escuderos, destaca a más de la riqueza de los materiales expuestos, por dos aspectos singulares: su rigor teórico, sustentado con bibliografías específicas y sus ejemplos prácticos respaldados con la experiencia e investigación que muestra en el texto, como el Uchpaghorota [el ceniciento].
A no dudarlo, estamos frente a un material que se constituye, en un verdadero manual pedagógico, que todos los maestros sin distinción, debemos tenerlo como consulta obligatoria, y no solamente como un libro de información.
Notas:
(1) Pumaccahua en Sicuani (1939), Alfonso Ugarte, Lima (1942) y Nuestra Señora de Guadalupe, Lima (desde 1943) Posteriormente ejercería la docencia en varias universidades hasta su muerte en 1969.
(2) De por sí, todas sus correspondencias de José María Arguedas, amerita ser editadas en un texto único para observar la evolución completa y contextualizada de sus ideas. Porque cada correspondencia guarda reflexiones valiosas sobre diferentes circunstancias de temas indígena andinos.
(3) En el español existe solo una palabra que expresa el “nosotros”, mientras en el qhiswa [kechua] existe dos formas de decir esa misma palabra: ñuqayku el nosotros exclusivo y el ñuqanchis [nosotros; inclusivo].
(4) Arguedas en la conferencia a los maestros de Lima: “Importancia del Folclor en la Educción”.
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