Siete indígenas ticunas han fallecido a causa del COVID-19 en la Triple Frontera. Francisco Hernández, líder indígena a cargo de esta jurisdicción, confirmó que los centros de salud están desabastecidos y no cuentan ni siquiera con mascarillas de protección. El inicio de los contagios puede estar relacionado al hecho de que muchos salieron de sus comunidades con rumbo a Santa Rosa de Yaraví para cobrar el bono económico que el Estado habilitó para las personas más vulnerables.
Servindi, 11 de mayo, 2020.- Sufre la Amazonía. Siete indígenas ticuna de la Comunidad Nativa Bellavista de Callarú, ubicada en la provincia de Mariscal Ramón Castilla, en el departamento de Loreto, han perdido la vida a causa del COVID-19 en la última semana. El último deceso se registró la mañana del lunes 11 de mayo.
Así lo confirmó Francisco Hernández Cayetano, presidente de la Federación de Comunidades Ticunas y Yahuas del Bajo Amazonas (FECOTYBA) ubicadas en Triple Frontera con Brasil y Colombia, quien en diálogo con Servindi, narró la difícil situación que atraviesan.
«Estamos en una crisis de salud. Lastimosamente la mayor parte de los indígenas está falleciendo en sus propios hogares y hay comunidades como Bellavista de Callarú que están muy golpeadas por el COVID-19», señaló el líder indígena.
En esta comunidad que cuenta con 2,800 habitantes, hasta el momento se ha registrado la muerte de los siete indígenas ticunas: 6 varones y 1 mujer. Aunque todos presentaban los mismos síntomas, solo 2 pudieron acceder a la prueba de descarte que arrojó positivo para COVID-19. La mayor parte de los fallecidos son personas mayores de 60 años.
Pese a que Bellavista de Callarú es una de las comunidades más numerosas en la Triple Frontera, solo cuenta con un centro de salud que dispone de 3 trabajadores y que actualmente se encuentra desabastecido de medicinas e implementos tan indispensables como balones de oxígeno.
Riesgo latente
Para el apu Francisco Hernández, presidente de FECOTYBA, la dramática situación que atraviesan en la Triple Frontera necesita de una urgente atención porque hay muchos indígenas que aún presentan síntomas de COVID-19 y no están aislados; sino que permanecen en sus propios hogares.
Él cree que el inicio de los contagios puede estar relacionado al hecho de que muchos salieron de sus comunidades con rumbo a Santa Rosa de Yaraví para cobrar el bono (apoyo económico) que el Estado habilitó para las personas más vulnerables.
«Cuando regresaron, ya tenían las mismas sintomatologías», asegura Hernández. Con un centro de salud precario, los indígenas de Bellavista de Callarú buscaron otros centros de atención en sus alrededores, pero estos tampoco contaban con medicinas para atenderlos ni con personal de salud.
«El centro de salud más cercano está en Santa Rosa de Yaraví a 3 o 4 horas, al frente de Leticia (frontera de Colombia). El otro, es el de Caballococha, a casi 8 horas. En Santa Rosa, no cuentan con medicinas; y en Caballococha, el paciente cero contagió a los médicos y ahora ellos están aislados. No hay médicos», relata el líder indígena.
De no recibir apoyo inmediato, la situación podría agravarse con la expansión del virus, advierte Hernández. «Solo entre Cusillococha y Bellavista de Callarú —las dos comunidades ticunas más grandes— sumamos casi 6,000 habitantes y en toda la federación a lo largo de frontera somos casi 13,000», indica.
Además de Bellavista de Callarú, actualmente hay otras 10 comunidades nativas —la mayor parte del pueblo ticuna— en donde también se han reportado indígenas con síntomas relacionados al COVID-19.
Se trata de las comunidades nativas Buen Jardín, Yahuma Callaru, San Francisco de Yahuma, Yahuma I zona, Paraíso, Nuevo Paraíso de Erené, Cieneguilla, Pangoa, Cusillococha y San Juan de Barranco.
Claman por ayuda
Desde que se reportaron los primeros decesos —hace una semana (6 de mayo)— el líder Francisco Hernández comenta que ha solicitado apoyo para que el gobierno traslade medicinas a la zona e implemente equipos de bioseguridad en los centros de salud. Sin embargo, hasta hoy no han recibido respuestas.
«No hemos recibido ayuda. Justamente por eso hoy estoy elaborando una carta dirigida a la ministra de Cultura que dentro de unos minutos voy a enviar para que lo reenvíen a los diferentes ministerios», señala el apu Hernández.
La situación en la Triple Frontera es desoladora. A inicios de este mes, al frente, en la comunidad colombiana de Leticia, se reportaban 105 casos confirmados de COVID-19 y 7 fallecidos. Hernández no quiere que esto sea aún peor del lado peruano.
«Les pedimos a las autoridades que se apiaden de nuestro pueblo. Este es un llamado para poder salvar nuestras vidas y la de los pueblos indígenas que están cayendo a causa del COVID-19. Nosotros cuidamos las fronteras, somos los hitos vivientes y también somos peruanos. No es el momento para que nos olviden y nos abandonen», clama el líder indígena.