Por Roger Tunque
MIRevista Cultural, 11 de marzo, 2020.- Muchos lo consideran como el descolonizador. Su discurso crítico y potente gira en torno al proceso de los movimientos indianistas y kataristas en la Bolivia contemporánea. Carlos Macusaya Cruz toca fibras cuando habla del racismo, sobre todo del “racismo amable” del que son víctimas los indígenas bolivianos en las últimas décadas. “Había una manera de verlos como sujetos congelados en la historia sin capacidad de tener iniciativas y transformar su propio entorno. Aparecían estereotipos racistas, pero que esta vez funcionaban como un racismo amable, un racismo ‘más digerible’”, dispara.
En su reciente paso por el Perú, en las primeras semanas de junio, Macusaya ofreció una serie de conferencias en distintas universidades y otros espacios de debate. El 13 de junio, presentó su nuevo libro «Batallas por la identidad: Indianismo, katarismo y descolonización en la Bolivia Contemporánea» que enciende el debate en un contexto donde los bolivianos acudirán a las elecciones presidenciales. Sin embargo, como lo hicieron notar los comentaristas, el proceso boliviano es similar al proceso peruano. En ambos resaltan profundas “diferencias pigmentocráticas” donde existen dominadores y dominados, donde el color de piel determina tu status y la migración es más bien vista como un intento de invasión de un espacio al que no perteneces.
Al respecto, Macusaya ofrece una amplia reflexión. Recuerda, por ejemplo, el logro de los indígenas con la llegada de Morales a la presidencia. Sin embargo, también delata las contradicciones del Estado Plurinacional de Bolivia que finalmente no incluyó a todos. Durante el proceso electoral del 2006 –recuerda Macusaya– los indígenas no se sintieron minoría, vivieron su propio proceso con la idea de lograr un gobierno de mayoría étnica donde todos logren ser incluidos.
“No discutíamos cómo vamos a ser incluidos como minoría étnica en Bolivia, la gente discutía cómo vamos a gobernar el país. Podrían tener ideas descabelladas, pero no se pensaban como minorías étnicas. El debate de las calles no fue ‘somos una minoría étnica, inclúyannos’. Ese fue el debate de las oenegés. En las calles la gente asumía ‘somos mayoría indígena y vamos a dirigir con nuestro proyecto este país, no para un grupo de indígenas, sino para todos’”, apunta.
Sin embargo, lo que vino después fue el surgimiento de estereotipos racistas que veían a los indígenas como sujetos incapaces de valerse por sí mismos, sumado a las políticas marcadamente racializadoras. “En Bolivia, las personas que hablan del gobierno indígena no son indígenas”, remarca Macusaya. Además, cuestiona que el “racismo amable” –producto de las ideas coloniales– ha permitido que “la gente sin ser necesariamente discriminada evita ir a un lugar (…) como si su pertenencia a tal o cual espacio fuera una determinación biológica”. El Estado tampoco ha logrado la integración: los funcionarios prefieren que sus hijos/as estudien en universidades que no son indígenas ya que consideran que estas son de “baja calidad”.
La descolonización busca combatir este problema. Para el autor boliviano, descolonizar es “desarmar esas diferencias sociales que se establecieron con la colonia y atribuyen un sentido natural a nuestra situación histórica”. Por ejemplo, dice Macusaya, cuando un indígena es discriminado en la ciudad, todos lo señalan como el culpable “por salirse de su lugar predeterminado” y que eso no hubiera ocurrido si se quedaba en su comunidad. “Es que la culpa es de los indios que se han atrevido a invadir la ciudad porque deberían quedarse en su lugar natural donde fueron establecidos. Es como decir que ‘las mujeres están saliendo profesionales, ¿por qué no están en la cocina?’”, se cuestiona.
Sobre el texto, a pesar de ser un material bastante útil para empezar un debate sobre los diferentes procesos indígenas en América Latina, Macusaya –con la humildad que lo caracteriza– refiere que más que un trabajo académico, “es un trabajo de un militante”. “Yo no he escrito para ser reconocido en la academia. Nunca presenté trabajos en ningún congreso porque nunca me recibieron. Yo he escrito para la gente que está en proceso de lucha. A mí me interesa la identidad del proceso de lucha. Me interesa el tema identitario como un elemento de cohesión social dentro de un proceso de lucha para transformar una realidad, una realidad que la sufrimos, que la vivimos y que a veces la negamos”, afirma.
Canon literario
Para el escritor y periodista peruano Marco Avilés, el texto de Macusaya es incluso mejor a los que está acostumbrado a presentar el mundo académico. “Es un libro que contiene una serie de cosas que no tienen los trabajos que produce la academia. Los trabajos de la academia me parecen, en gran medida, carentes de la experiencia vital, experiencia de la calle, además del lenguaje y una claridad que el libro [de Macusaya] sí tiene”, resalta.
“Estamos acostumbrados a un sistema donde los autores, los escritores, lo pensadores no hablan de sus carencias. Todos estamos, más bien, como pavos reales hablando de nuestras virtudes, nuestras técnicas, todos nuestros esfuerzos titánicos que hemos hecho para escribir nuestros libros. Pero que alguien hable de sus carencias, me parece importante señalar”, agrega.
Avilés, que también ha sido migrante, cuestiona el canon literario que da espacios a autores blancos (los dioses del Olimpo), pero obvia a otros. Esto se debe, según el periodista, a que vivimos en un sistema de privilegios que determina a quiénes incluir en el canon literario. En este sentido, resalta el aporte del escritor y activista afroamericano James Baldwin quien “cuestiona el poder desde la identidad negra” al igual que otros autores. “Nuestro canon blanco, occidental no incorpora con la misma facilidad a estos autores y discursos”, cuestiona.
El autor de «No soy tu cholo» también recoge la experiencia boliviana y la compara con lo que se vive en el Perú con el discurso de la inclusión desde el Estado. En esa misma línea advierte que hay ministerios, entre ellos el de Energía y Minas, que representa a “un Estado colonizador” porque autoriza la explotación de los recursos naturales en espacios habitados por poblaciones indígenas. “Cuando tú criticas eso, la gente te llama terruco, comunista, maoísta, leninista (…) incluso a los mismos liberales los llaman comunistas. Vivimos en un mundo en que las palabras no necesariamente significan lo que son”, advierte.
Construcción de mayoría
Por su parte, Pável Aguilar Dueñas, antropólogo y presidente de NOR – Instituto de Investigación en Ciencias Sociales, tomando en cuenta el actual contexto político-social peruano, hace énfasis en la construcción de un concepto de mayoría. “Estamos atravesando una crisis que ya no parece una fórmula revisitada y recurrente. Una crisis de partidos, de instituciones: el 90 % de nuestros expresidentes vivos en la cárcel. No hay identidades políticas aglutinantes. Se supone que estamos frente a una crisis de utopías, de relatos fuertes y estamos esperando actores políticos que estén tratando de ese espacio para construir estos sentidos de mayoría”, advierte.
El antropólogo también sostiene que el “Perú sigue siendo un país marcadamente limeño, centralista no solamente a nivel administrativo y presupuestal, sino también a nivel del sentido de mayoría”. Agrega que “habría que pensar cuáles son los apellidos o los requisitos que se necesitan para ingresar a la Marina, qué tipo de adscripción social y étnica funcionan como dispositivos de solución para entrar a los ministerios o ‘codearse’ en determinados centros de poder. Habría que pensar cómo funciona la discriminación peruana”.
Tanto Avilés como Aguilar escribieron el prólogo del texto de Macusaya. El libro está en internet con permiso de descarga gratuita. Adquiéralo en el siguiente enlace: Batallas por la Identidad.