Servindi, 3 de noviembre, 2019.- Las elecciones del 20 de octubre "han dejado más dudas que certezas lo que ha desencadenado una crisis institucional y social entre distintos sectores del oficialismo y la oposición política".
Asi lo indica el editorial de la revista Pukara 159 correspondiente a noviembre de 2019 que agrega: "las denuncias de fraude se han propagado hasta tal punto de desestabilizar la hegemonía del gobierno central".
Pese al conflicto, se hace necesario reflexionar sobre los problemas estructurales que se hacen explícitos en epocas de convulsión social, uno muy sensible es el racismo y la colonialidad, así como el resurgimiento de antagonismos como el de campo-ciudad, occidente-oriente, indica Pukara.
"En este marco la reflexión no debe estar orientada sólo a la teorización y evaluación de un contexto dado, sino a la elaboración de una visión de Estado, un proyecto de sociedad, un nuevo modelo de país basado en una sociedad cambiante con perspectivas a futuro" culmina el artículo editorial.
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A continuación compartimos el artículo editorial:
Se debe pensar en la solución de problemas estructurales
Editorial de Pukara
Las elecciones del 20 de octubre han dejado más dudas que certezas lo que ha desencadenado una crisis institucional y social entre distintos sectores del oficialismo y la oposición política, las denuncias de fraude se han propagado hasta tal punto de desestabilizar la hegemonía del gobierno central.
El notable desgaste del MAS durante 14 años le ha pasado factura, amplios sectores heterogéneos de la sociedad descontentas con la administración estatal se han unido en un frente común que ha interpelado no sólo al partido de gobierno, sino también a los líderes opositores, representan en este contexto un sector disruptivo en el conflicto.
La estrategia de victimización del MAS a través de la enfatización del racismo ha caído en saco roto, aunque no se puede negar el reflote del racismo explícito no solo en elementos de la oposición, sino en el mismo MAS, a través de la instrumentlización del “indígena” y la consecuente devaluación de sus símbolos.
Varios bloques regionales se han cohesionado en un frente común que han cambiado de posición en cortos lapsos de tiempo, pidiendo inicialmente una segunda vuelta y la renuncia de los vocales del TSE para pedir posteriormente la anulación de las elecciones y la renuncia de Evo Morales.
En este contexto es necesario destacar la profunda vocación democrática demostrada al menos en posiciones abstractas, la democracia es reconocida como un sistema necesario que otorga legitimidad a los gobernantes. Así tambien se evidencia el hartazgo en relación al sistema político partidario con sus caudillos vigentes durante décadas y sus prácticas políticas cuestionables.
Sin embargo, como en todo movimiento disruptivo hay vacíos vitales que impedirán un cambio estructural en la situación política boliviana, tal es el caso de la ausencia de un proyecto de Estado ante el agotamiento de la plurinacionalidad y la esterilidad de propuestas por parte de la oposición política. El movimiento carece de un norte ideológico concreto, más allá de los idearios liberales de democracia y libertad.
Los partidos polìticos forman parte vital de las decisiones y tienden a tamizar varias demandas que son legítimas, conservando sólo aquellas que les son útiles y no amenazan su significación como entes representativos. Si bien ahora el conflicto pone en jaque a varios elementos políticos, tiende a diluirse si sus demandas se dejan en manos de los actores políticos de turno y los dirigentes movilizados que posteriormente serán candidatos. En este contexto es necesario pensar en una democracia que sea efectiva más allá de la representaciòn político partidaria que está más vigente que nunca.
Pese al conflicto vigente, es necesario reflexionar sobre problemas estructurales que se hacen explícitos en epocas de convulsión social, uno muy sensible es el racismo y la colonialidad, así también en el resurgimiento de antagonismos como el de campo-ciudad, occidente-oriente. En este marco la reflexión no debe estar orientada sólo a la teorización y evaluación de un contexto dado, sino a la elaboración de una visión de Estado, un proyecto de sociedad, un nuevo modelo de país basado en una sociedad cambiante con perspectivas a futuro. GJAM.
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— Servindi (@Servindi) October 30, 2019