Ahora los pueblos indígenas se movilizan contra las malas decisiones recurrentes del gobierno neoliberal de Lenin, así como también se levantan contra Rafael Correa, que se autodenominó progresista.
Por Elaine Tavares*
Iberoamérica Social, 10 de octubre, 2019.- Debido al advenimiento de Internet, mucho de lo que hoy desconocíamos nos llega fácilmente al conocimiento. Una de ellas es la movilización indígena del Ecuador.
Hay quienes se sorprenden al ver a las masas originarias enfrentando a la policía fuertemente armada con palos y piedras, o avanzando por los caminos como una fuerza de la naturaleza. Pero, no hay sorpresa en eso. El nombre de esta reacción unificada masiva se llama comunidad.
Una de las cosas que el mundo moderno ha hecho desaparecer es precisamente el sentido de comunidad. Muchos teóricos ya han tratado este tema, entendiendo que en las sociedades modernas, formadas por ciudades grandes y medianas, la unión de personas a través de lazos políticos en la batalla por causas comunes solo puede considerarse comunitaria.
Es decir, en el mismo vecindario puede haber varias comunidades. Esto es lo que se puede producir colectivamente en un universo tan roto y en el que es el individuo el que parece ser lo más importante.
Pero en las comunidades indígenas el sentido de comunidad no es una idea. Es una praxis. Es decir, está arraigado en la vida y el pensamiento. Muchos pueblos ni siquiera tienen en su lengua materna una palabra para sí mismos. Porque lo que siempre ha existido es el "nosotros".
Es difícil para nosotros en Brasil darnos cuenta de esto porque nuestros pueblos nativos han sido diezmados y los que quedan, alrededor de un millón, están dispersos y discriminados en un país que es prácticamente continental.
Pero en países como Bolivia o Ecuador, la mayoría de la población es indígena, por lo que no es posible vivir al margen de esta realidad concreta. En las ciudades pequeñas y medianas, la vida es comunal, esta comunidad original, nacida en el género, que hace que la mayoría se articule en torno a causas comunes, que existen orgánicamente como en los ayllus ancestrales.
Pero en las comunidades indígenas el sentido de comunidad no es una idea. Es una praxis. Es decir, está arraigado en la vida y el pensamiento. Muchos pueblos ni siquiera tienen en su lengua materna una palabra para sí mismos. Porque lo que siempre ha existido es el "nosotros".
Es por eso que cuando un gobierno ataca el sentido de la vida, estas comunidades se levantan en rebelión. Y no es una cosa simple o sencilla. Es una reacción visceral, violenta y poderosa.
Pueden vivir en paz en sus aldeas e incluso negociar con gobiernos de todos los colores, derecho, centro o izquierda, pero si alguno de ellos elige atacar la tierra, el agua y el equilibrio de la vida, la reacción es inmediata.
En Ecuador, la historia muestra que las rebeliones son frecuentes y devastadoras. En la historia reciente, fueron los pueblos indígenas quienes pusieron al presidente Lucio Gutiérrez en la carrera después de que fueron engañados por promesas incumplidas.
Salieron a las calles y a todo el país. Luego, victoriosos, regresaron a sus aldeas, dejando el poder en manos de la misma élite que ha dominado desde la invasión.
Se les llama "felpudos de derecha" cuando se alían con los de la derecha, y se les llama "comunistas" cuando se alían con los de la izquierda. Pero ellos mismos no están sujetos a estos conceptos coloniales extranjeros. Prefieren actuar dentro de su historicidad permanente. Otros conceptos, otra praxis, otro ethos.
Ahora se movilizan contra las malas decisiones recurrentes del gobierno neoliberal de Lenin, así como también se levantan contra Rafael Correa, que se autodenominó progresista. Ambos hombres tocaron el punto central de la gente original: la patria.
La rendición extractivista, la falta de diálogo en el manejo de los recursos naturales, la falta de conocimiento de la autonomía, pusieron a los pueblos indígenas al borde de la guerra.
Los movimientos indígenas de Ecuador saben que el país es la cuna de innumerables riquezas minerales y también saben que viven en un sistema capitalista, integrado y globalizado.
Lo que avanza por las carreteras es la comunidad, el nosotros. Los que caen son llorados y reverenciados, pero la columna sigue adelante, porque es una sola cosa.
Entienden las razones estatales para el uso de petróleo o minerales, pero quieren ser consultados, quieren decidir juntos. Y eso no sucede.
Hoy, ya son miles en las carreteras que se dirigen a Quito, muchos ya están en la capital. Allí se unen a los otros trabajadores afectados por el paquete de Lenin Moreno, que no solo afecta el subsidio a la gasolina, sino también los derechos laborales.
Es una guerra de clases. Y todos estarán juntos en un intento de derrotar al gobierno. Como siempre, les importa poco quién se sienta en la silla presidencial. Lo que quieren es gobernar obedeciendo. Y si eso no sucede, lo tiran. Es simple y sencillo.
Para los aturdidos brasileños que observan los videos en los que las comunidades enfrentan a la policía, los tanques, los drones, o los grupos que llegan armados de palos y hoces en la gran capital, sepan que esa es la tonada en Ecuador, así como en la mayoría de los países indígenas.
Lo que avanza por las carreteras es la comunidad, el nosotros. Los que caen son llorados y reverenciados, pero la columna sigue adelante, porque es una sola cosa. El mundo indígena es complejo y hermoso. Uno tiene que saber y hacer un esfuerzo por comprender.
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* Periodista y Directora de Comunicación del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Federal de Santa Catarina. Educadora popular.