En el CADE de este año, los empresarios hablaron sobre la corrupción. Y uno pudiera suponer que por lo menos algunos lo hicieron en serio, observa Gustavo Gorriti en el siguiente artículo publicado por IDL.
Discrepancias
Por Gustavo Gorriti
IDL, 4 de diciembre, 2018.- En el CADE de este año, los empresarios hablaron sobre la corrupción. Y uno pudiera suponer que por lo menos algunos lo hicieron en serio.
Gonzalo Aguirre, por ejemplo, (presidente del CADE 2018) dijo, en declaraciones publicadas por La República, que el empresariado “ha hecho un mea culpa luego de los actos de corrupción en los que se ha visto involucrado”. Junto con la culpa seguía el propósito de redención: “ (El empresariado está) proponiendo mejoras, cambios, metodología distinta para hacer las cosas mejor y para poder descubrir un acto de corrupción y sancionarlo”.
Aguirre reconoció que hay “… un reclamo central nacional (…) y creo que el empresariado ha escuchado, ha visto la seriedad que tiene este reclamo, y vamos a demostrar que somos conscientes de ello, y vamos a actuar”.
Aplaudo el propósito. Y me permito sugerir el primer y más necesario paso en ese camino “para hacer las cosas mejor”.
La colaboración eficaz. En otros sitios la llaman ‘delación premiada’, por ejemplo, pero el nombre operativo en nuestro país es ‘colaboración eficaz’.
No pensemos solamente –aunque no es de desdeñar– en el poder purificador que tiene la confesión para todo propósito de enmienda. Lo predican las religiones, lo saben los psicoterapeutas.
Pero aquí lo menciono solamente como una medida pragmática, de eficacia probada una y otra y otra vez en el combate a la corrupción corporativa, al punto de ser ya parte integral del sistema operativo de las dos organizaciones más importantes en el mundo en la lucha contra ese tipo de corrupción: el Departamento de Justicia de Estados Unidos; y el Securities and Exchange Commission (SEC) del mismo país.
Todas las grandes corporaciones que fueron procesadas por casos de gran corrupción, tuvieron primero que confesar, contando todo, antes de ser premiadas por haberlo hecho y de entrar en programas de remediación controlada y de reforma profunda de métodos y sistemas. Lo hicieron compañía gigantes, como Siemens, Volkswagen, TeliaSonera… hasta Odebrecht. Los resultados fueron finalmente positivos para todos. Lo que funcionó con Siemens puede, sin duda, funcionar bien para los participantes del CADE que tengan algo que contar… y como lo reconoce implícitamente el presidente del evento, hay varias con relatos pendientes de revelación.
Pero hasta hoy la única compañía que ha confesado – aunque le falta mucho para terminar de hacerlo– es Odebrecht. Algunos de sus antiguos consorciados, (como, digamos, Graña y Montero) han anunciado y hasta puesto en práctica, reformas internas inspiradas en el proceso de ‘cumplimiento’ o ‘compliance’ que toman las compañías comprometidas en pasados actos de corrupción.
El problema es que el ‘compliance’ presupone la confesión. Y no es asunto de teología sino de sentido común.
Lo que funcionó con Siemens puede, sin duda, funcionar bien para los participantes del CADE que tengan algo que contar… y como lo reconoce implícitamente el presidente del evento, hay varias con relatos pendientes de revelación.
Solo en el caso ‘Lava Jato’ en el Perú, faltan por confesar todas las otras compañías constructoras brasileñas. Y todas las consorciadas peruanas. Y todas las compañías del ‘club de la construcción’. Ahora, en vísperas de la firma del acuerdo de las autoridades con Odebrecht, el estímulo debiera llevar a otras a seguir el ejemplo, sobre todo sabiendo que, de acuerdo con las reglas de juego de ese proceso, los que salen mejor parados son los primeros en confesar, puesto que cuando ya no queda información importante por dar a conocer, se agota el premio pero queda el castigo.
Si no se tiene eso en mente, solo queda el vacío ejercicio retórico destinado a reclamar respetabilidad sin ganarse el respeto. Tomar con firmeza el camino de la integridad corporativa no solo requiere admitir culpa con propósito de enmienda y dolor de corazón, sino también valentía para afrontar la realidad y así tener la fuerza para modificarla.
En otros casos, el propósito de enmienda es nulo y se encubre mediante la desinformación.
No hablo solo de casos groseros como la fuga de Alan García a la embajada uruguaya, reclamando ‘persecución’ por la revelación de haber recibido dinero de la Caja 2 de Odebrecht disfrazado para parecer legal.
Las revelaciones investigativas, en las que IDL-Reporteros tuvo una participación importante, provocaron, por supuesto, ataques de los afectados. No hablaré ahora del infecto hamponaje trolero, sino de otras acciones mucho más reveladoras y harto cercanas incluso a los empresarios del CADE dispuestos al mea culpa.
Por ejemplo, el caso de Roque Benavides, el actual presidente de Confiep.
En varias entrevistas sostenidas a propósito del CADE, Benavides se esforzó en defender a la Confiep, lo cual es natural, y dentro de ella a los investigados por las donaciones a la campaña de Keiko Fujimori el 2011, especialmente al ex presidente de la institución, Ricardo Briceño, que tuvo un papel central en conseguir esas donaciones.
Ricardo Briceño, expresidente de Confiep. (Foto: RPP)
A la vez, no perdió oportunidad de atacar a IDL, IDL-Reporteros y a mí, su director.
En entrevista con Pámela Vértiz, por ejemplo, nos acusó, de dar la información “a cuentagotas … hay que pedirle a toda la gente que tenga información que la entregue inmediatamente, pero no a cuentagotas”.
Lo mismo repitió en otra entrevista con El Comercio: ”Yo no creo que haya persecución política. Lo que sí hay es influencia en el Poder Judicial por las ONG, como IDL y el señor (Gustavo) Gorriti, que sueltan información a cuentagotas. Hay que tener mucho cuidado en cómo se maneja esa información”.
Y en entrevista en el programa de Sigrid Bazán, en La República, dijo que “es evidente que la Fiscalía tiene una influencia de IDL y del señor Gorriti del que ideológicamente discrepamos”.
Una de las ventajas de ser viejo sin neblinas es que las memorias responden solas. Durante los años del fujimorato, que Roque Benavides apoyó hasta con entusiasmo, no hubo una sola palabra suya para hablar sobre influencias en el Poder Judicial o la Fiscalía de entonces. Si era el SIN de Montesinos el que controlaba y avasallaba a jueces y fiscales, ningún problema… especialmente si tenía que ver con el caso Yanacocha.
En cambio, si un grupo de fiscales se toma muy en serio su misión y su trabajo e investiga y recoge, como mandan las propias disposiciones de la Fiscalía, las revelaciones más significativas del periodismo de investigación … cada una de las cuales representa la verdad de los hechos… ¡ahí sí hay que protestar con vocecilla de falsa indignación, señalando sin temor al ridículo que el pecado es “soltar la información a cuentagotas” y no entregársela, como hubieran querido, cruda e incompleta para que puedan armar con comodidad sus coartadas!
Y cuando, luego de mencionar la supuesta influencia de IDL en la Fiscalía (no se refería a Chávarry por supuesto) ¡y específicamente la mía! “del que ideológicamente discrepamos”, ¿a qué ideologías se refiere? En realidad a ninguna porque no hay discrepancia ideológica sino moral. No creo que ningún liberal, o neo liberal, o social demócrata o ácrata si queremos ir lejos, discrepe de las acciones de investigación periodística o fiscal que busquen descubrir y revelar con pruebas casos de corrupción que perjudican a todos los ciudadanos de la República.
Quienes sí discrepan son los corruptos o aquellos que lograron prosperar en entornos corruptos y que los defendieron.
¿Le molesta a Roque Benavides que la confesión de Barata reveló en la primera parte de este año que la Confiep hizo una bolsa de dos millones de dólares para ayudar a Keiko Fujimori en la campaña de 2011?
Me imagino que recuerda bien que, apenas producida la declaración de Jorge Barata, la Confiep intentó negar los hechos revelados. En un comunicado del 28 de febrero, esta manifestó que “rechaza la reciente información” de Barata.
Comunicado de la Confiep.
Solo cuando la fiscalía allanó el local de la Confiep para buscar pruebas, salió Roque Benavides a reconocer, según reportó RPP, “que un grupo de empresarios afiliados a su gremio hizo una bolsa de 2 millones de dólares (incluidos los 200 mil de Odebrecht), en 2011, para “una campaña en favor de la empresa privada”, es decir, favorable a la candidatura de Keiko Fujimori”.
¿Discrepancias ideológicas? A menos que Roque Benavides confiese ser seguidor del pensamiento guía de Vladimiro, creo que la única discrepancia que aquí importa es la moral.