Indígenas harakbuts, yines y matsiguenkas de la cuenca del río Madre de Dios, en la zona de amortiguamiento de la Reserva Comunal Amarakaeri (RCA), practican el comercio de castaña, una actividad sostenible y sin riesgo de dañar el bosque.
Por Donofré Chuco Castro
Servindi, 5 de abril, 2018.- Cuatro comunidades indígenas de la zona de amortiguamiento de la Reserva Comunal Amarakaeri, ubicadas en las riberas del río Madre de Dios, cosechan y comercializan castañas (Bertholletia excelsa, su nombre científico), actividades altamente sostenibles, además de rentable, según pudimos constatar en una reciente visita.
La co-gestión, Ejecutor del Contrato de Administración de la Reserva Comunal Amarakaeri (ECA-RCA) y Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (SERNANP), el año 2015 inician actividades de reducción de vulnerabildiad al cambio climático en comunidades indígenas, una de ellas es la actividad de cosecha y comercialización de castañas, involucrándose la Comunidad Nativa Masenawa y Boca Ishiriwe, cuyos partricipantes recibieron capacitación, asimismo fueron contactados por petenciales compradores.
En su afán de benefiar a las comunidades indígenas, la co-gestión del ECA- Amarakaeri, fue ampliando las oportunidades, es así que el 2017 se unió a la actividad castañera la comunidad Puerto Azul y, recientemente, este año, se sumaron los indígenas yine de la comunidad Diamante. Cabe resaltar que las actividades vienen apoyando la ONG aliada estratégica CARE Perú.
El viaje a las comunidades castañeras
A ellas llego por un largo viaje desde Puerto Maldonado. Voy en compañía de una comisión interinstitucional integrada por representantes del Ejecutor del Contrato de Administracion de la Reserva Comunal Amarakaeri (ECA-RCA), CARE Perú, SERNANP-ECA, Coharyima y Servindi, institución a la que represento.
El trayecto inicial lo realizamos vía la Carretera Interoceánica hasta el poblado de Santa Rosa; luego seguimos por una trocha carrozable hasta Puerto Carlos.
En el puerto esperan botes que prestan el servicio para cruzar el río Inambari. Trasladamos los equipajes, nos acomodamos y a pasar se ha dicho. En unos minutos estamos al otro lado del río, en Puerto Punkiri Chico. Luego, abordamos una camioneta para continuar vía trocha carrozable, hasta Boca Colorado.
En el trayecto, Segundo Laureano, presidente de Coharyima, me comenta sobre los desastres ambientales que ocasiona la minería ilegal, actividad contra la que ninguna autoridad tiene suficientes agallas para combatirla en serio.
Ello se hace evidente cuando se observa en el bosque destruido los montículos de desmonte, el agua turbia de las pequeñas cuencas que discurren de los lavaderos de oro y el gran movimiento comercial en La Pampa. Asimismo, se hace obvio el pulular de las personas en torno a las cantinas y discotecas que colman el lugar.
El flagrante atentado ambiental, la contaminación de los ríos con metales tóxicos es un tema de alerta roja que a los lugareños no les llama la atención. A esto se agrega la contaminaciónde montículos de basura generada por el comercio en la zona, la cual es arrojado a lo largo del borde de la Carretera Interoceánica, proliferando moscas y un desagradable y pestilente panorama.
Llegando a territorio del pueblo Harakbut
A Boca Colorado llegamos de noche. Es prácticamente el fin de la ruta con carro. Luego nos espera navegar por el río Madre de Dios con paradas en las comunidades que vienen realizando actividades castañeras, donde también desarrollaremos labores informativas, de convocatoria, toma de datos, entre otros, por cada organización participante de este viaje.
Johana Salazar es bióloga de CARE Perú, y guía al equipo. Nos recomienda un hospedaje, nos asigna nuestras habitaciones y a descansar para continuar la travesía a las comunidades de Masenawa, Boca Ishiriwe, Puerto Azul y Diamante que nos esperan.
Boca Colorado es un poblado relativamente pequeño, pero con mucho movimiento comercial, impulsado obviamente por la minería ilegal. La noche es ruidosa por la música de los bares y discotecas. Es lunes, pero parece un día feriado. Fue difícil conciliar un sueño reparador. Ya casi de madrugada se silenciaron los molestosos griteríos y se pudo descansar un poco.
CARE Perú y la co-gestión ECA-Amarakaeri llevaron materiales como machetes, costales, pretinas, cajas de clavos para ser distribuidos entre los castañeros, además de documentos par registrar formalmente las acciones como libros de actas y otros.
Ya es un nuevo día, y nos toca continuar el viaje por el caudaloso río Madre de Dios, surcando hacia la comunidad Masenawa. Es invierno y esto se nota en las aguas turbias y de elevado caudal.
Rumbo hacia Masenawa
En un par de horas llegamos a Masenawa, comunidad indígena harakbut. Bajamos del bote y recibimos una gran bienvenida, una nube de zancudos cubre nuestro alrededor y nos acompañan en el pequeño recorrido que hacemos desde donde atracamos hasta llegar a la comunidad. Al parecer, nadie escapó de ser bocado de estos insectos.
Los pobladores se encontraban realizando diversas actividades. Algunos tejen con palmeras el techo para sus viviendas y otros hacen secar las castañas cosechadas. En un lugar un poco más alejado construyen una infraestructura para alojamiento turístico impulsado por el Programa de Actividades Económicas Sostenibles (PAES).
Después de observar y conversar con los trabajadores regresamos hacia la plazoleta comunal para realizar la reunión con los comuneros masenawenses. Nos da la bienvenida la presidenta Carmen Irey Cameno, quien informa respecto a las actividades de la cosecha de castaña.
Manifiesta que al inicio tenían varias dificultades como el no adaptarse a los cascos, o a recoger con las pallanas —instrumento artesanal para recoger el coco de la castaña— y echar al cesto. Ahora ya se adaptaron, solo se les dificulta el traslado dado que demanda horas de caminata.
Por otra parte, los compañeros de la comitiva, Johana Salazar y Wily Patiachi de CARE Perú, les hicieron presente conjuntamente con la co-gestión ECA Amarakaeri - SERNANP y COHARYIMA que les trajeron algunos materiales para facilitarles la cosecha. También entregaron libros de actas legalizadas para el uso formal por el Comité de Productores de Castañas de la comunidad.
Nos informan que el citado comité lo conforman: Daniel Corisepa Bravo, presidente; Juan Irey Cameno, tesorero y Timoteo Irey Cameno, fiscal.
Timoteo Irey nos hace conocer que contactaron una importante empresa para la comercialización de la castaña. Según informa, por cada barrica —saco que contiene la medida de 7 latas— les ofrecieron 240 soles. Sin embargo, otras empresas ofrecieron un precio mayor, entonces tuvieron que renegociar. Cerraron el trato por 330 soles la barrica para la presente campaña de cosecha 2018.
También nos hacen conocer que la producción de castañas este año está siendo abundante, es así que ya tienen proyectado cosechar unas 500 barricas, con las cuales tienen garantizado costear diferentes gastos familiares y, sobre todo, la educación de sus hijos, como manifiesta doña Carmen Irey.
Por otra parte, Enrique Carase, Marco Antonio Parizaca, Víctor Blas del ECA-Amarakaeri y José Luis Yucra, del SERNANP-ECA, realizaron informes y coordinaciones de las actividades que vienen desarrollando. Además, recogieron información para elaborar propuestas de nuevos proyectos.
Por nuestra parte, Segundo Laureno y yo de Servindi, informamos sobre el proyecto que venimos desarrollando y convocamos para el primer taller descentralizado de comunicación a desarrollarse en abril de 2018 en la Comunidad Isla de los Valles.
Continuando hacia Boca Ishiriwe
Continuamos viajando por el río Madre de Dios, esta vez con destino a Boca Ishiriwe. En menos de dos horas llegamos al destino, desviamos del río Madre de Dios hacia el río Ishiriwe. En ese tránsito llegamos a un lugar donde el agua es poco profunda para el bote, por lo que encallamos.
Alguien baja y empuja hasta conseguir profundidad. En unos minutos queda solucionado el atasco y llegamos al puesto de vigilancia Ishiriwe, donde pasamos la noche.
En Ishiriwe llegamos hasta el payol o almacén para las castañas, donde la gente trabaja llenando las barricas mientras que otros voltean el producto para hacerlo secar
Aprovechamos para informarnos sobre cómo vienen trabajando. Nos cuentan que tienen que internarse en el bosque profundo, realizan horas de caminata para cosechar la castaña. No es una actividad fácil, conlleva bastante sacrificio, pero la recompensa de los precios los anima a realizar los trabajos. Cabe destacar que la cosecha es ejecutada con igual entusiasmo por varones y mujeres.
Casi se hace la noche. Intentamos prender el motor electrógeno del puesto de vigilancia del Sernanp para encender las luces. El intento no tiene éxito, regresamos a la comunidad para la cena.
Al campamento nos acompaña William Tete, quién lleva algunas herramientas para intentar prender el motor. Lo desarma con mucha habilidad, limpia la bujía, lo compone nuevamente y jala el tirador para encender y... el motor queda encendido. Tenemos luz, todo el mundo a recargar las baterías de las cámaras, de los celulares. También se organiza la proyección de una película, y la mayoría se queda viendo. Yo prefiero descansar y recuperar energías.
Amanece. Aparentemente he perdido la noción del tiempo por el viaje, el paisaje boscoso y por la tranquilidad del ambiente. Entonces, me fijo en el calendario del celular. Ya es miércoles y tenemos ahora programada la reunión con la comunidad.
Después de tomar un agradable desayuno, con las riquísimas y suaves yucas y los enlatados de atún, pasamos al local de la escuelita, donde nos reuniremos con los comuneros.
Fidel Raynonti Cashiri, de origen matsiguenka dirige la reunión. Cada integrante de la organización visitante hace los informes y coordinaciones correspondientes, Víctor Blas del ECA-Amarakaeri informa de manera detallada sobre la posibilidad de participar de un proyecto apícola en un fondo concursable de Innovate Perú.
William Tete es un joven emprendedor harakmbut, muy hábil e interesando en ejecutar el proyecto. Se realiza el recojo de datos de acuerdo a los requisitos del proyecto, además se hacen algunas filmaciones para desarrollar un vídeo corto de 3 minutos como evidencia de la necesidad en implementar una actividad apícola en la comunidad.
- Gracias a Servindi el vídeo ya está elaborado y se puede apreciar en el siguiente enlace: Boca Ishiriwe apuesta por la apicultura como proyecto sostenible
Fidel nos muestra también cómo cosechan las castañas. Se coloca el casco a manera de demostración, con la cual se protege para evitar ser sorprendido de una caída del coco de la castaña desde lo alto de los árboles. Según manifiestan, dichos árboles tienen siglos de existencia, son ejemplares añejos y superan tranquilamente los más de 100 metros de altura. La caída de un elemento desde la copa hacia cualquier parte del cuerpo sin protección, sería fatal.
Por lo mismo del riesgo de las caídas de los cocos de la castaña, una vez recogidas en los cestos, se traslada hacia un lugar más seguro, donde se ponen a chancar el coco, para extraer las pepas. En estado aún húmedo se trasladan hacia el payol donde se colocan proporcionalmente en la secadora. Finalmente son encostados, y a estos sacos los llaman barricas que pesan algo más de 80 kilogramos.
Fidel nos indica la conformación del Comité de Productores de Castañas: Fidel Raymonti Kashiri, presidente; Marleny Rosa Raymonti Castillo, tesorera y José Gabriel Castillo Azuso, secretario.
Esta comunidad está involucrada a la actividad castañera por tercer año consecutivo, y cuenta ya con cierta experiencia. Han llegado a cosechar hasta el momento una buena cantidad, y nos indican que van a superar mucho más lo cosechado el año anterior. Han encontrado muchos árboles más, los cuales fueron empadronados y georreferenciadas por el ECA-Amarakaeri con el apoyo de CARE Perú.
El empadronamiento es realizado por los técnicos del ECA Amarakaeri juntamente con los comuneros de la comunidad. Ingresan dónde son localizadas los árboles, y con el equipo GPS los ubican de manera exacta. Estos son visualizados luego en un mapa, el cuál es utilizado tanto por la comunidad y las organizaciones de apoyo.
Ahora, con dirección a Puerto Azul
Ya es tarde. Ahora todos listos con nuestros equipajes para continuar el itinerario hacia Puerto Azul, por el río Madre de Dios. El motorista se apresta a dirigirse al bote, junto con su hijo Johan; todos listos para seguir la ruta de las castañas.
Ahora, después de unas horas de viaje, ya muy de tardecita, llegamos a Puerto Azul, una comunidad que se percibe muy organizada, agradable y atractiva. El campo deportivo con gras natural y está bien mantenido y luce dos tractores cortadores de césped para mantener el campo deportivo y la plazoleta.
Nos dirigimos al local comunal a fin de pasar la noche allí, pero ¡oh sorpresa!, sentimos picaduras en las pantorrillas que desde luego no eran zancudos ni mosquitos, sino pulgas. Según Reynaldo, es probable que hayan dormido perros y dejado sus parásitos. Entonces tuvimos que buscar otro lugar. No encontramos alojamiento. A la mayoría del grupo les quedó como única alternativa armar sus carpas en el campo deportivo. Por suerte, encontré alojamiento.
La comunidad inicia el día con una asamblea que dirige el jefe comunal Adán Corisepa. En el proceso los asambleístas formulan algunos reclamos respecto a la implementación del proyecto de parte de CARE Perú. Por ejemplo, exigen una unidad motorizada que denominan motocar de cuatro ruedas para facilitar el traslado de la castaña.
Para algunas, la idea parece un poco descabellada si es que se trata de mantener el bosque con una actividad desde ya sostenible y amigable con el medio ambiente como lo vienen desarrollando hasta el momento. Si se interviniese con la unidad motorizada tendría que abrirse una trocha carrozable, el ruido podría ahuyentar la fauna existente y se contaminaría el bosque, pero el debate recién se inicia.
Lo que tendrían que fortalecer es quizás la fuerza colectiva. Después de tener los sacos con un peso óptimo para poderlos cargar tranquilamente y en grupo. Así, superarían el reto de trasladar con facilidad las cosechas. Individualmente, definitivamente el trabajo resultará mucho más pesado.
Continuando las intervenciones, también surgió una especie de crítica a la realización de los talleres de capacitación por parte de un asistente. Dijo: “estamos cansados de talleres y talleres”, cuando se informó que próximamente realizaríamos un taller en Isla de los Valles. Además, agregó que requerían de proyectos productivos para desarrollar la comunidad. No obstante, surgieron inmediatamente otras voces pidiendo información de cuántas personas podrían asistir al evento programado. Por lo visto el interés por participar era mucho mayor.
Respecto a las castañas ya tenían cosechada algo más de 80 barricas, como primera parte de la cosecha. Nos manifiestan que la castaña todavía seguirá cayendo todo el mes de abril, incluso hasta inicios de mayo, por lo que aún tienen mucha castaña por cosechar.
Conversamos con doña María Corisepa después de finalizada la reunión comunal. Ella nos explica que el recojo lo realizan familiarmente. Tras varias horas de caminata se internan en el bosque por lo menos una semana. Y lo que más les resulta dificultoso es el traslado porque el producto pesa. María es madre soltera y la actividad de la cosecha la afronta con su hija, y ella pronto iniciará sus clases, teniendo luego que hacer la actividad sola. Hace referencia que el traslado lo realizan con más facilidad los hombres.
Seguro que estas dificultades podrían ser superadas con la fuerza colectiva que señalamos líneas arriba. Los trabajos individuales siempre van a ser menos productivos y van a generar mayor dificultad.
Los del comité de productores, al igual que el resto de las comunidades, nos confirman que la producción es mejor este año, además, que encontraron más árboles de castañas, los cuales están también censados y georeferenciadas con el apoyo del ECA Amarakaeri, el SERNANP y CARE Perú.
Conversamos con Manuel Monzín, presidente del comité de castañeros. El nos hace conocer a su directiva que está conformada por: José Manuel Monzín Bedoya, presidente; Oswaldo Manrique Rodríguez, secretario y Betsy Hidalgo Dionisio, tesorera.
Diamante, la última comunidad de nuestra visita
Continuamos hacia la última comunidad prevista en el viaje. Johana, conocedora de la ruta y además siempre previniendo que los miembros del equipo no pasemos hambre, coordinó previamente por teléfono para almorzar en Boca Manu. Llegamos pasada las 3 de la tarde acompañados de una intensa lluvia. Atracamos en el lugar, y los pobladores improvisan una escalinata para subir porque el río iba carcomiendo la orilla. Subimos y allí nomás estaba una bodega/restaurante donde almorzamos rápidamente. La lluvia aún no cesaba, entonces solo quedaba continuar. Bajamos con sumo cuidado por el camino resbaloso para abordar el bote y seguir la navegación.
En casi una hora más llegamos a Diamante. Desde el puerto se nota una cierta particularidad. Atravesamos una larga escalinata a base de cemento para subir hacia la comunidad. Luego, una callecita empedrada, con cierta ornamentación natural. Por allí llegamos a la casa de la presidenta o jefa comunal Gloria Palma que también llegaba de algún viaje.
En el hospedaje que también brinda doña Gloria, no hay camas para todos. Entonces, tuvimos que realizar un sorteo. Algunos, con suerte lograron cama y los que no, tenían la opción de dormir bajo carpa.
Ya al nuevo día, participamos de la asamblea comunal. Mientras avanzamos hacia el local se ve por la callecita pasar hombres y mujeres dirigiéndose hacia la reunión. Nosotros también vamos con ellos.
Palma apertura la asamblea, y nos dice que agilicemos el tiempo porque también tienen invitados de FONCODES con los que tienen una agenda particular. Entonces los de la cogestión ECA Amarakaeri-SERNANP y su aliado estratégico CARE Perú, informan, y de manera similar a las comunidades anteriores les hacen entrega de algunos materiales, también del libro de actas y documentos formales para el comité castañero.
Nosotros como Servindi junto a Coharyima hacemos lo propio y convocamos para el próximo taller en Isla de los Valles. Como la participación comunal es mayoritaria, aprovechamos de una vez para que se elija a los participantes en el evento que convocamos.
En conversación con el presidente del Comité de Productores de Castaña, nos dice que nueve personas se dedican a la actividad de cosecha de castañas, y es la primera experiencia. Con satisfacción informa que les está yendo bien y ya reunieron 14 barricas, pero aún hay mucho por cosechar. Detalla que su competencia son los loros. Es que estas aves consumen el fruto de las castañas cuando están en estado tierno. Solo los que maduran luego llegan a caer y esto es lo que recogemos nosotros, señala.
Ellos aún no tienen decidido si van a sacar su producto a la venta o la empresa Candor Latam les comprará en el lugar. De todas maneras, están en una incertidumbre, más aún por no contar con movilidad para trasladar el producto hacia Boca Colorado o Puerto Maldonado donde podría ser comercializado el producto.
Tienen un preconvenio con Candor Latam para venderles el producto en el lugar a 40 soles la lata, un promedio de 280 la barrica, puesto que cada saco o barrica contiene 7 latas. Están a la espera del cumplimiento de lo tratado, aunque cabe recordar que la empresa, en reuniones anteriores, asumió el compromiso de revalorar el pago de acuerdo al precio alcanzado al final de la cosecha anual.
En el área de cosecha tienen identificado 289 árboles de castaña, estas ya están censadas y más de 10 ejemplares están aún sin censar. Para ser la primera vez que ingresan a la actividad es una buena cosecha.
Las nueve personas del comité participan voluntariamente con la anuencia de la asamblea comunal. Sin embargo, queda abierta la posibilidad de poder integrar a más personas según las palabras de Linder Nolorbe Urquía, presidente del comité castañero.
En esta comunidad pudimos encontrar un árbol tierno de castaña, de seis años aproximadamente, que está muy cerca de la plaza principal.
La actividad castañera contribuye a frenar el cambio climático
Las castañas son plantas que naturalmente crecen en la profundidad del bosque. Los pobladores de las comunidades visitadas –harakbut, yines y matsiguenkas— aprovechan para recoger los frutos en época de maduración, en los meses de enero a mayo, sin dañar absolutamente el bosque, lo que otros cultivos demandaría desboscar y hacer las plantaciones correspondientes.
Estas actividades son monitoreadas por el ECA Amarakaeri y el SERNANP, con el apoyo de CARE Perú. La alianza interinstitucional permite llevar un control estricto de cuántos árboles registra cada comité que no solo son censados, sino también georeferenciadas. Esta información se actualiza cada vez que que encuentran nuevos ejemplares que son empadronados para la declaración de manejo (DEMA), el control y el permiso correspondiente de las autoridades.
Los pobladores indígenas, habituados a interactuar con el bosque sin depredarlo, se fortalecen como protectores del monte y realizan una actividad económica que al mismo tiempo que evita el ingreso de madereros ilegales los fortalece y beneficia. Con la actividad castañera alejan el riesgo de que se involucren en actividades devastadoras y contrarias al medio ambiente que también los podría destruir a ellos.