Los vasos y popotes comestibles están fabricados con algas marinas y están libres de plástico, siendo biodegradables y no transgénicos.
Regeneración, 8 de enero de 2018.- Una empresa estadounidense desarrolló un tipo de vasos y popotes (*) comestibles y biodegradables con el fin de reducir la contaminación plástica en los océanos.
Se trata de la empresa Loliware, la cual emplea algas marinas para fabricar sus productos, los cuales son completamente libres de plástico, biodegradables y no son transgénicos.
En 2015 esta compañía inició elaborando vasos comestibles que tuvieron bastante popularidad y recientemente dio a conocer sus popotes.
El beneficio de utilizar algas es que no requieren recursos de la tierra y son capaces de absorber CO2.
La compañía indica que los popotes de Loliware tienen una caducidad aproximada de 24 meses. Aunque vienen en distintos sabores, como caramelo, mango o chocolate, no es necesario comérselos pues se descomponen como el resto de los alimentos. Si permanecen en el agua se disuelven en 24 horas.
Esta preocupación por el uso de popotes tuvo un fuerte impulso hace varios años con el llamado movimiento #Antipopotes, popularizado por un niño neoyorkino. Se buscaba que los restauranteros no dieran popotes a sus comensales a menos que ellos los solicitaran. El movimiento se extendió a nivel mundial y en México varios restaurantes se unieron a él.
Además, ya había habido antecedentes de productos elaborados con algas marinas. Uno de ellos fue una botella de agua diseñada por el estudiante de diseño, Ari Jónsson.
El estudiante realizó varios experimentos con polvo algar y descubrió que cuando el polvo se mezcla con agua, se vuelve gelatinoso y adquiere cualquier forma, por lo que mantendrá su forma hasta dejar de contener líquidos: “Lo que hace interesante la mezcla del alga y el agua, es el periodo de vida de la botella. Una vez que la botella deje de contener el agua, ésta comenzará a descomponerse.”
El líquido contenido toma un sabor ligeramente salado pero aún así se puede consumir perfectamente sin complicaciones. Incluso, la botella podría comerse después de su uso. Jónsson dijo que “el sabor de la botella es difícil de describir, podría decirse que es como una gelatina de alga.”
Además de terminar en los océanos, la toxicidad del plástico con el aditivo Bisferol -A –BPA–, influye en los niveles de estrógeno en el cuerpo humano y se relaciona con la aparición de enfermedades como diabetes, obesidad, cáncer de pecho, paros cardiacos y problemas en el desarrollo de órganos en niños.
Muchas empresas han apostado por reducir el consumo y la producción de plástico y buscan alternativas para ello. Además, han intentado llamar la atención de más empresas y consumidores para disminuir la presencia de este producto que tarda más de 100 años en degradarse.
----
* Popote, pajilla, sorbete.