Por Busani Bafana
IPS, 11 de octubre, 2017.- Los científicos señalan que a pesar de tener suficientes conocimientos sobre el cambio climático, la humanidad no logra revertir el recalentamiento global, y la ventana de oportunidades se cierra rápidamente. Cuanto antes las autoridades escuchen a la ciencia, más rápido podrán reducir las emisiones contaminantes.
El dióxido de carbono liberado a la atmósfera aumenta, pero nuestra voluntad de hacer algo al respecto, no, alertan especialistas.
En el contexto de la 23 Conferencia de las Partes (COP23) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que comenzó el 6 de este mes y terminará el 17, la necesidad de ser más ambicioso en materia de reducción de gases invernadero y de encaminar al mundo por un ruta más limpia y sostenible, nunca fue más urgente.
Las proyecciones en materia climática señalan un aumento de eventos extremos y de la temperatura, de sequías y de inundaciones. Los mares y los océanos, nuestros grandes pulmones, se recalientan y alcanzan el punto de saturación para absorber el mayor dióxido de carbono de la atmósfera.
“Hay un debate actual entre los gobiernos sobre que hay que ser más ambiciosos, pero no es más que un supuesto y todavía no lo sabemos”, señaló Hans-Otto Portner, uno de los presidentes del Grupo de Trabajo II del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) y director de investigación de fisiología de ecosistemas del Instituto Alfred Wegener, en diálogo con IPS.
Portner espera que la actual ronda de negociaciones de la CMNUCC muestre hasta qué punto los eventos climáticos extremos cambiaron la mentalidad de los tomadores de decisiones.
“El cambio climático no se va y sus consecuencias se volverán cada vez más intensivas por lo que la presión sobre los tomadores de decisiones para que hagan algo a corto plazo aumentará”, observó Portner.
“Tiene que ver con esos países que no se ven muy afectados por el momento, donde hay inercia y donde, quizá, la conciencia sea lo suficientemente importante”, arguyó.
“Entonces hay personas que no siguen el conocimiento obvio sobre la información científica, pero siguen sus propias creencias. Como ciudadano, no se puede más que esperar que esas personas, con el tiempo, pierdan influencia”, añadió.
Clima más caliente vs. ambiciones más frías
No faltan influenciadores políticos para tomar acciones más ambiciosas en materia de reducción de emisiones de carbono y atender el problema del cambio climático. Pero, la atención se concentra en quienes niegan el recalentamiento global como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que inició el proceso para sacar a su país del Acuerdo de París, suscrito en la COP21, de 2015.
Está claro que el mundo tiene suficiente conocimiento sobre el cambio climático en comparación un siglo atrás, pero las acciones tomadas hasta ahora no son suficientes, remarcó Portner. Por ejemplo, la industria automotriz europea se tomó demasiado tiempo en crear motores alternativos a pesar de que desde hace años se habla de vehículos eléctricos.
Los gobernantes del mundo se comprometieron a disminuir las emisiones de carbono y a frenar el aumento de la temperatura global por encima de los dos grados centígrados respecto a la era preindustrial.
También se comprometieron a garantizar que no aumentara más de 1,5 grados para mantener una Tierra en que la vida sea sostenible. A los científicos les preocupa que las ambiciones todavía sean débiles.
Con el inicio del 6 ciclo de evaluación del IPCC, hay presión para validar el Acuerdo de París, cuya base es la capacidad del mundo de adaptarse y reducir los impactos del cambio climático.
Todos los países deben reducir las emisiones de dióxido de carbono de forma drástica a mediados de siglo si se quieren alcanzar los objetivos del tratado.
“El actual informe climático indica claramente que las emisiones cero netas son una precondición para limitar el recalentamiento global por debajo de los dos grados”, explicó.
“Pero solo reducir las emisiones de dióxido de carbono puede no ser suficiente”, apuntó.
“La eliminación neta del dióxido de carbono de la atmósfera debería contribuir. Eso ya es técnicamente posible, pero el desafío es crear e implementar tecnologías respectivas a mayor escala”, añadió.
El último informe del Instituto Mundial de Recursos, con sede en Washington, reveló que más de 55 países, responsables de 60 por ciento de las emisiones globales, se comprometieron a liberar un volumen máximo en 2030.
Si bien eso es bueno, el total de gases contaminantes liberados a la atmósfera debe alcanzar en 2020 para evitar un recalentamiento peligroso, alerta el documento.
Actuando como un disipador gigante de carbono, los océanos toman alrededor de una tercera parte de ese gas, liberado a la atmósfera por las actividades humanas.
Pero cuando el agua de mar lo absorbe, los gases invernadero generan reacciones químicas haciendo que se acidifique el océano, explican los científicos. Eso, por un lado, disminuye el dióxido de carbono de la atmósfera, pero, por otro, afecta los ciclos de vida y materiales de los océanos y de los que dependen de él.
La red de Investigación Alemana, Impactos Biológicos de la Acidificación de los Océanos concluyó hace poco una investigación de ocho años, con un equipo de 250 científicos de 20 instituciones alemanas al respecto.
El estudio señala que la acidificación de los océanos, el recalentamiento y otras condiciones ambientales los perjudican y comprometen los servicios de los ecosistemas que proveen.
Pescado fuera del menú
La acidificación de los océanos reduce su capacidad almacenar dióxido de carbono, lo que amenaza a los ecosistemas marinos que alimentan a las reservas de peces del mundo.
El estudio del Centro Geomar de Investigación sobre Océanos, en Kiel, muestra que la acidificación y el recalentamiento afectarán la disponibilidad de pescado y las reservas mundiales.
Y en cuanto a la sobrepesca, esta “no necesariamente es una catástrofe ecológica, pero es estúpido desde el punto de vista económico y es injusto”, explicó Gerd Kraus, del Instituto Thunen de Pesca Marina, en Hamburgo.
El pescado es la principal fuente de proteínas de 1.000 millones de personas, principalmente en los países en desarrollo. La pérdida de arrecifes de coral, que ofrecen un hábitat y protección costera, afectará a la acuicultura y a la cosecha de peces.
Pero el cambio es difícil, pues es lento.
Dejen a los combustibles fósiles
Los combustibles fósiles son la principal fuente de gases de efecto invernadero en la atmósfera y de la contaminación aérea, señaló Felix Ekardt, director de la unidad de investigación de Políticas de Sostenibilidad y Clima, en Leipzig.
Un estudio de 2017 señala que esa fuente de energía mata a nueve millones de personas, más que las que mueren por guerras, VIH/sida y malaria (paludismo) sumadas.
La investigación de Bioacid llama a reducir rápidamente los combustibles fósiles como una de las opciones para una política en materia de acidificación de los océanos efectiva.
“El mecanismo más efectivo para eso es definir medidas políticas claras para eliminar del mercado los combustibles fósiles utilizados en el sector energético, en la calefacción y el uso en la industria (como fertilizantes) implementando un mecanismo de control de calidad punto”, precisó.
Gebru Jember Endalew, presidente del grupo de Países Menos Adelantados (PMA), se lamentó de esto y otros países en desarrollo no pueden adoptar medidas ambiciosas para hacer frente al cambio climático o protegerse contra sus consecuencias a menos que todos los países excedan los compromisos que están sobre la mesa.
“En tanto que los 47 países más pobres del mundo, los PMA deben de hacer frente al desafío único y sin precedentes de sacar a nuestra población de la pobreza y lograr un desarrollo sostenible sin depender de los combustibles fósiles”, señaló Endalew.
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Traducido por Verónica Firme