Mi experiencia en el largo y duro camino para instalar una radio en la Amazonía, muy lejos de lo que conocemos como ciudad.
Por Donofré Chuco Castro
Servindi, 24 de abril, 2017.- Soledad, una comunidad nativa del distrito de Río Santiago, en la provincia de Condorcanqui, en la región Amazonas, fue el punto final de un largo viaje que tuvo como propósito poner en funcionamiento Radio Wampis, la primera radio creada y operada por indígenas de la Amazonía peruana.
El trayecto hasta la comunidad empieza en Lima. Por carretera se llega hasta Jaén, en Cajamarca; luego pasa por Bagua, en Amazonas; sigue por Santa María de Nieva y, finalmente, por el río Marañón con chalupa (embarcación pequeña de metal y a motor) hasta el río Santiago. Aunque ahí no termina. Hay que ir en peque peque hasta un punto llamado La Poza en la comunidad de Galilea, y luego continuar hasta Soledad. Todo este trayecto puede tomar por lo menos día y medio.
En Santa María de Nieva viven los pueblos indígenas Awajún y Wampis. Allí son mayoría. A bordo de un bus, un compañero de asiento me recuerda que antes a estos pueblos se les conocía como los Aguaruna y Huambisa, pero se les llamaba así en tono despectivo. Por eso, en la actualidad, ellos se fastidian si los llamas así.
El traslado por carretera
Es la primera semana de marzo y en el camino por tierra hay tramos de ingreso restringido. Se ve a hombres trabajando en la reparación del Oleoducto Norperuano, tubería enorme que ha dado origen a más de una docena de derrames solo en el 2016. Algunos sectores de vía se encuentran bloqueados por los huaycos, la pista se vuelve fango y se hace difícil el avance.
Cada cierta distancia la guardia indígena pide una contribución monetaria por la labor de vigilancia que realizan, el aporte es voluntario. Según cuentan, cuando ellos no estaban abundaban los asaltos; ahora ya se puede viajar tranquilo, comentan.
Luego de seis horas de viaje, ya de noche, me encuentro cenando con Ricardo Quiñonez, ingeniero que se hará cargo de la parte técnica de la instalación de Radio Wampis. A pocas horas de echar a andar la radio acordamos reunir pistas musicales en ese idioma, también llevar café, pancitos, repelente y algunas medicinas por si surge alguna emergencia.
En esta parte de la Amazonía existen amenazas muy graves: la actividad minera formal e informal, la actividad petrolera y las invasiones.
Un encuentro casual con un amigo en Santa María de Nieva
De mañana, en mi afán por conseguir la música, me encuentro en la calle con un amigo comunicador. “¡Alexis, cómo estás!”, lo sorprendo. De cabellera alborotada y bigote tupido, Alexis lleva varios años trabajando en Radio Kampagkis, radio que se escucha en toda la cuenca del río Santiago. Un saludo apurado y quedamos para vernos al poco rato en su cabina de trabajo. Me pregunta por el motivo de mi visita y me invita a una entrevista en vivo. Sin mayores preámbulos, le cuento de Radio Wampis, que se transmitirá por la onda de FM y que no solo servirá para informar, sino también para educar y compartir valiosa información sobre la necesaria defensa de los territorios.
En esta parte de la Amazonía existen amenazas muy graves: la actividad minera formal e informal, la actividad petrolera y las invasiones. Termina la entrevista y obtengo lo que estuve buscando: Alexis me facilita un disco con música en lengua awajún y wampis.
Con una vista espectacular del encuentro del río Nieva y Marañón, en un desayuno con el ingeniero Ricardo, mi compañero de viaje, afinamos detalles para seguir la travesía por chalupa. Compro algunas pastillas en la farmacia, me advierten sobre los numerosos casos de infecciones por VIH. Presto atención y con preocupación grabo esta información en el disco duro de mi mente.
El viaje por río en dos escalas, La Poza y luego Soledad
Continuamos el viaje, esta vez por los ríos Marañón y Santiago. Llegamos a La Poza y nos encontramos con Ulises, comunero que nos conducirá por el último tramo hasta Soledad. En las casi seis horas de viaje vemos embarcaciones con plátano, otras con yuca, listas para su comercio. Cerca de nuestro bote podíamos ver algunas pequeñas serpientes.
En las orillas, solo bosque, árboles de lupuna, reconocibles por su copa. También tornillo, capirona. Se ven también cultivos de plátanos y frutales devastados por la crecida del río. A un lado, con la vista hacia el fondo, destaca la cordillera Kampagkis, que sirve de límite entre las regiones de Amazonas y Loreto. Más lejos está el caudaloso río Morona y la Zona Reservada Santiago Comaina.
Los indicios de la minería ilegal se hacían presentes en los montículos de arena que se dejaban ver en algunas partes de los costados. También en las aguas turbias. Ya en Soledad nos reciben unas pocas luces tenues, de las pocas casas que disponen de la energía que se genera con los paneles solares.
Carlos Pirucho es el primero en darnos la mano. Es el apu de la comunidad, ahora denominado “imaro” . Cuenta que desde hace algunos días no disponen de energía eléctrica, aquella que se generaba gracias a una turbina que tenían instalada en una caída de agua a una media hora de la comunidad, cerca de la montaña Kampagkis.
Esta noticia aplana nuestra emoción. Sin energía no se puede echar a andar una radio, pensé.
De mañana, Moisés Flores, técnico capacitado por la Municipalidad de Condorcanqui, explica que debido a las lluvias palos y hojas estropearon el ducto que mueve las aspas de la pequeña hidroeléctrica, lo que causó la emisión de un fuerte voltaje quemando así varios focos y artefactos en las viviendas.
Trabajos en hidroeléctrica, en cabina y salida al aire de "Radio Wampis"
Con la ayuda del ímaro y todo un equipo convocado por él, durante el día se pasaron limpiando el ducto alimentador del agua a la hidroeléctrica. Así, hasta el día siguiente, paralelamente nosotros estábamos en la cabina instalando el transmisor y capacitando al personal asignado.
Recién en la tarde, luego de varias pruebas, se logró restablecer la energía. Ricardo y yo respiramos con calma. La emoción y el optimismo volvían a ser sensaciones conocidas.
El transmisor que llevábamos con nosotros pudo ser puesto a prueba, instalamos la computadora de escritorio con los software necesarios para transmitir y hacer la programación de la nueva radio, la primera netamente indígena de la Amazonía peruana.
Milton Antonio Antich y Evaristo Pujupat Shirap escuchaban atentos todo lo que les decíamos. Ellos se iban a hacer cargo de la radio en adelante. Ambos fueron elegidos por el Gobierno Territorial Autónomo de la Nación Wampis (GTANW). Este gobierno se creó a fines del 2015 y cubre el territorio de las cuencas de los ríos Santiago y Morona, en la selva norte de la amazonia peruana. No goza aún del reconocimiento de las autoridades nacionales, pero ya funciona como si fuese un Estado independiente, claro que no lo son y tampoco aspiran a serlo. Su nacimiento se debe en buena parte a una unidad ancestral que reivindican, pero también a que hoy son blanco de una serie de amenazas a las que solo juntos podrían hacerles frente.
La instalación de la radio es vista por la autoridad indígena de la cuenca del Santiago, Gerónimo Petsaín; y por José Petsaín en calidad de director de Transporte y Comunicaciones del GTANW; además estuvieron Romer Chupa, Zoila Huarush y Lesly Murayari, jóvenes designados por la comunidad como voluntarios para ir aprendiendo la conducción radial. Ricardo deja calibrado el transmisor y ahora enseña a Milton y Evaristo cómo se debe operar la radio.
Aclaro que llegamos a un punto donde ya se había hecho trabajos previos de la instalación de la radio, en junio del año pasado se colocó las anclas de la antena, con el apoyo colectivo de los comuneros de Soledad y en febrero de este año instalaron la antena de 63 metros de altura.
No olvidaré nunca esta fecha, sábado 11 de marzo. Empieza a funcionar, aún a modo de prueba, Radio Wampis (Wampis Tuntuy). El software que lo hace posible se llama ZaraRadio, corre la música, se escuchan las primeras voces, cuñas, spots radiales educativos. La nueva radio había nacido.
Con el apoyo de las autoridades y los encargados de la conducción radial elaboramos la parrilla de programación de lunes a domingo, estableciéndose el horario de transmisión de mañana de 5 a 11 de la mañana, y luego de 4 de la tarde a 9 de la noche. Los programas tendrán música local, en los idiomas awajún y wampis. Noticias y entrevistas. También diálogos con sabios y sabias, comentarios de los moradores y muchos programas educativos.
La puesta en funcionamiento de “Radio Wampis en la frecuencia 94.7 F.M. Estéreo, señal indígena”, causa alegría colectiva. La gente escuchaba en sus receptores, en sus celulares, al caminar, en la casa hasta en los botes al trasladarse.
A la cabina llegaban comuneros que procedían de Morona (Loreto) que contaban que la radio se escucha nítidamente en su zona, incluso prestaron declaraciones en cabina, en idioma wampis. Entre los que llegaban estaba Jorge Inunda Nahuich, quién es policía comunal de Palometa, su comunidad, y cuenta que al escuchar que desde Soledad estaba saliendo al aire la emisora se trasladó emocionado para aprovechar las hondas y difundir avisos relacionados a la comunidad, los comunicadores aprovecharon para entrevistarlo y dialogar con respecto a la problemática comunal y sus necesidades.
También llegó a la cabina Moisés Achambis de Villa Gonzalo, otra comunidad ubicada en las riberas del río Santiago, quien es un sabio curandero y visionario; dio cuenta que en su comunidad se escucha claramente la señal de la nueva radio. En seguida llegó, igualmente emocionado, un comunero que por motivos de trabajo se encontraba en la cuenca del Morona, informándonos que la señal también se escucha nítidamente.
En la cabina, compartiendo la emoción y curiosidad, jóvenes hombres y mujeres se acercaban, también niños y niñas.
Compartiendo la comida y bebida wampís
Durante los cinco días de permanencia en la comunidad compartimos abundante masato (bebida fermentada preparada a base de yuca), infaltable en cada hogar. Es costumbre invitar esta bebida a los visitantes, pero lo particular es que la señora o esposa es la que tiene que pasar a cada uno, nadie puede pasar el recipiente al otro varón del costado, sino devolver a la señora que te pasó, para que ella siga rotando el recipiente.
Comimos pescado de río, caldo de gallina, un caldo de mono, asado de suri con yucas, suri crudo con cogollo de chonta, platos exóticos para un paladar poco acostumbrado, pero igual a “darle curso” para saciar el hambre.
Muy particular y digno de imitar el festejo de inicio de año escolar
Nunca antes había visto el festejo del inicio del año escolar en una comunidad. En Soledad se dan cita los padres y madres de familia, autoridades y comunidad en general para desarrollar un programa de festejo; con discursos, deporte, comida y baile general, con locutor-animador incluido. Compartí la alegría con todos ellos, bailamos, tomamos masato y todos nos divertimos. Esta festividad fue la primera que se convocó con la ayuda de la radio. Personas de diferentes puntos iban llegando.
Retorno y monitoreo de la señal de la radio
De retorno a Lima, río abajo por el Santiago, con el celular en mano, sintonizando Radio Wampis, iba monitoreando la calidad de la señal. Pude identificar algunos puntos donde no llegaba con mucha nitidez, seguramente por algún atenuante geográfico. Pero con mucha nitidez se escuchaba hasta cerca de Galilea. Por esa zona, la señal de Radio Kanus, una radio que lleva operando varios años en la zona, era tenue. Radio Wampis sacaba ventaja. Me contaron en Galilea que en comunidades vecinas la gente ya había cogido la señal de la radio.
Un relato adicional: La odisea de regreso a Lima
Lo que cuento a continuación escapa de mi relato principal. El trayecto a Lima fue toda una calamidad. Pasajes agotados y, más tarde, paisajes devastados. Habíamos sido sorprendidos por las desastrosas inundaciones del norte.
En Lambayeque, la región costeña, el desborde de los ríos había dejado en la calle a miles de personas. Las principales carreteras habían desaparecido del mapa. Uno de esos desbordes me afectó directamente, aunque en mucho menor grado que a la inmensa mayoría. Cansado seguí mi trayecto. Un nuevo huaico me sorprende de madrugada. Todavía en Lambayeque, en la parte de Túcume, pude contemplar con tristeza el panorama, casas devastadas, gente luchando por conseguir un balde de agua. Ya era de día, pero para la gente todo seguía siendo oscuridad, y abandono.
Ya en Chiclayo, pugno por buscar un pasaje a Lima, pero no hay. Más tarde, me encontraba varado a la intemperie, aguardando por un espacio en un avión de la Fuerza Aérea, que me habían dicho estaba haciendo traslados a Lima sin costo y con una frecuencia constante. Pero tampoco conseguí un espacio ahí, solo algunos privilegiados encontraban sitio. Mientras, los zancudos me devoraban, literalmente. Al día siguiente, sigo por tierra, otro huaico nos sorprende, pero esta vez con lluvia incluida.
Luego de abordar un bus que me llevó algunos kilómetros, este tuvo que regresar por que los caminos inundados no permitían avanzar más. De nuevo a Chiclayo. Luego siguieron varios días de idas y venidas de ilusiones y falsas promesas de retorno a Lima. Una semana en esa tensa, agotadora, insoportable y sucia espera. Una tarde finalmente logré subir a un avión de la Fuerza Aérea y salgo con destino a Lima.
Ya desde el aire se podía observar el desastre que venían ocasionando las lluvias, inmensos campos de cultivo inundados, ríos desbordados, un paisaje conmovedor; de hecho, abajo se vivía una situación calamitosa.
Finalmente, el jueves 23 de marzo, cerca de las 3 de la tarde, pudimos llegar a Lima. Todo el mundo haciendo hurras por la llegada. Se había terminado la espera, las picaduras, los malos momentos, la odisea. Muchos se siguieron quedando, mucha gente, muchas madres gestantes, muchos niños, gente enferma, ancianos y cada día aumentaba la cantidad de gente que escapaba de la tragedia, que necesitaba viajar, que simplemente ya no podía estar ahí porque nada te lo permitía. Cuento esta historia y se me ocurre que la puedo contar en la radio, tal vez no la sientan lejana y hasta les cause especial interés. ¿Dónde? Donde más, en Radio Wampís.