Por Jaime Fernández*
CCS, 17 de diciembre, 2016.- El cambio climático no es una entelequia ni una predicción de futuro, sino que ya estamos inmersos en él. Ya hemos subido un grado de temperatura desde la era preindustrial y se plantea como una prioridad de la mayor parte de los países del mundo que no suba mucho más de aquí a final de siglo. La profesora del Imperial College de Londres, Joanna D. Haigh, ha asegurado que la única solución al incremento de la temperatura pasa por poner una fecha para reducir la emisión de los gases de efecto invernadero.
Los datos observables a los que se puede acudir para conocer la evolución del clima de nuestro planeta se remontan a 1850. Desde esa fecha la temperatura ha ido subiendo “no de una manera suave, como se podría esperar de un sistema complejo como es el clima”, sino de manera exponencial.
Ese dato sería suficiente para saber que vivimos en pleno cambio climático, pero también hay otros como el aumento del nivel de los mares debido al deshielo continental, la temperatura de los océanos, el deshielo en los veranos árticos o la reducción en la precipitación de nieve en el hemisferio norte.
Los escépticos pueden considerar que estos cambios se deben a factores naturales como pueden ser el Sol y los aerosoles volcánicos, pero, de acuerdo con Haigh, cuando se introducen esos valores en una simulación computacional el clima que se obtiene no se corresponde con el observado. Para que coincida con el calentamiento global del planeta hace falta incluir variables provocados por los humanos como los gases de efecto invernadero, los aerosoles industriales y el uso del suelo.
A la hora de crear esos modelos informáticos utilizan una serie de leyes físicas como la segunda Ley de Newton, la de la conservación de la masa, la primera Ley de la Termodinámica de conservación de la energía y la ley del gas ideal, afirmó la investigadora británica.
De ahí se derivan una serie de ecuaciones y datos que se traspasan a una rejilla en 3D de la región sobre la que se quiere hacer una predicción meteorológica. El sistema climático es tan complejo que actualmente sólo se pueden hacer predicciones exactas a 10 días, ¿cómo es posible saber lo que va a pasar de aquí a varias décadas o varios cientos de años?
Haigh explica que esos modelos climáticos predicen valores típicos estacionales por regiones y no sobre lo que va a ocurrir un día concreto, pero sí lo que va a ocurrir en un momento histórico dado y con unas condiciones concretas.
El aumento de la temperatura global puede situarse de aquí a final de siglo entre 1º o 4º más de lo actual. Dependerá de la acumulación de CO2 en la atmósfera. Si el escenario es el peor, de aquí a 2100 la situación puede ser dramática, con unos 2.000 millones de personas con problemas para acceder a agua potable, unos 10.000 millones de humanos expuestos a olas de calor anuales y con una pérdida del 50% de las plantas actuales.
Haigh lo expresa así: “no podemos seguir como hasta ahora sin hervir”. Existen ideas y proyectos, quizás de ciencia ficción, para compensar lo que emitimos a la atmósfera, como la creación de nubes, el secuestro de CO2 o incluso pantallas flotantes que hagan rebotar la radiación, pero de acuerdo con Haigh “la única solución viable es reducir la emisión de los gases de efecto invernadero”.
Un primer paso para conseguirlo fue el acuerdo internacional de París en diciembre de 2015, en la XXI Conferencia del Clima de la ONU (COP21). Allí prácticamente todos los países del mundo, y muchas grandes empresas, se comprometieron a que el clima no suba más allá de 1,5º. Lo ratificaron de momento 77 países de los 197 firmantes. Ahora debería salir una fecha a partir de la cual se dejara de emitir de manera radical CO2 a la atmósfera, ya que el hecho de dejar de hacerlo no va a suponer un descenso drástico de la temperatura, sino que hacen falta “700 años para que ese gas se vaya mitigando”.
Según Haigh lo que hace falta es la voluntad de los Estados para lograrlo, “pero esa voluntad estatal depende de la voluntad de los ciudadanos”. Ella confía en que las empresas y los ingenieros entiendan que de la lucha contra el cambio climático puede surgir una oportunidad de negocio en el desarrollo de energías más limpias, o de tecnología que limpie lo contaminado e incluso en técnicas que mejoren la salud de las personas expuestas a mayor contaminación. Esta ha sido la primera conferencia de este curso académico del ciclo Hablemos de Física, organizado por la Facultad de Físicas, de la Universidad Complutense de Madrid.
---
*Jaime Fernández es integrante de Tribuna Complutense, Twitter: @TribunaComplu