Por Manolo Berjón y Miguel Angel Cadenas
2 de noviembre, 2016.- Otro derrame en Nueva Alianza [22-10-2016], distrito de Urarinas y provincia de Loreto, en el área de amortiguamiento de la llamada Reserva Nacional Pacaya Samiria, territorio ancestral del pueblo kukama. Uno más. Es obsceno que se produzca en la misma comunidad que ya se produjo otro derrame hace algo más de dos meses. ¿Hasta cuándo? ¿Cuándo y dónde va a ser el siguiente derrame? No es posible que tengamos que esperar para lamentarnos. Hay que hacer un trabajo previo, un trabajo que no parece que se esté realizando.
Rabia, frustración, enojo… Tratamos que no nos paralicen. El mal siempre sorprende, aunque uno lo espere. Sorprende y duele, con un dolor intenso. Como cuando recibimos un golpe en una herida todavía abierta. Los nervios se enervan. Tratamos de buscar sentido, buscar una razón. Sólo queda silencio, lamento y queja. Ya algún teólogo nos previno hace años que la queja es anterior al diálogo. Y Job nos decía que la queja tiene que ser ante el mismo Dios.
Las preguntas de siempre
Y surgen las preguntas de siempre. ¿Por qué los más humildes son los que tienen que pagar los platos rotos? ¿Por qué no se pone remedio? En nuestra opinión hay negligencia por parte de las autoridades. ¿Por qué no se vigila el Oleoducto Nor-peruano? ¿Están convencidos que la tarea de las fuerzas del orden es dar seguridad al Oleoducto? Nos parece una invocación desesperada. Por supuesto que hay que dar solución y castigar enérgicamente a los responsables. Pero sólo con la culpabilidad no se soluciona el problema, ni de lejos.
¿Es que la gente de las comunidades indígenas no tienen derecho a un medio ambiente sano? ¿Sólo importan las grandes inversiones donde se va a sacar ganancia? Un país necesita cuidar su infraestructura. Es de vital importancia. Pero sobre todo necesita cuidar de su gente. No habría negligencia si la población afectada fuera blanca, lo cual anota un punto de discriminación brutal, fruto del desprecio.
Sin el mantenimiento adecuado nos encontramos con un oleoducto obsoleto. Los comunicados de Petroperú estilan soberbia y orgullo herido. Se buscan culpables y se deja irresuelto el tema de fondo: el estado real del oleoducto, mantenimiento, vigilancia y transparencia en la comunicación con las comunidades. Ni un ápice al dolor de los afectados. Ni voluntad de solucionar los problemas, ni reconocimiento, ni consuelo. Nosotros esperaríamos un poco más de humanidad. Las demás instancias estatales actúan de manera similar. Pese al grave riesgo que corre la población local, no acude ni personal sanitario, ni autoridades para dar la cara, ni dar explicaciones, ni nada. Tampoco medios de comunicación. Escasos periodistas con compromisos personales se hacen presentes. El resto: “no se escucha, padre”.
Cerrando los ojos: hasta que la violencia se hace visible
En los años 70 se descubre petróleo en la selva. Los siguientes años fueron frenéticos. Fue tal el impacto que el grupo musical local Los Wemblers tituló una de sus canciones emblemáticas como la “danza del petrolero”. Las luchas regionales consiguieron que se aprobara un “canon petrolero” que ha servido de anestesia y contra-colirio para distorsionar la visión o directamente para mirar para otro lado. Pero no hay información suficiente de lo que ha ocurrido. Algunos no quieren comprender desde dónde están luchando los indígenas por sus derechos. Al respecto es interesante la crónica de una persona honesta, capaz e inteligente, como Pepe Álvarez: https://www.servindi.org/actualidad/cronica/5163.
Por eso, el incidente de Saramurillo nos parece emblemático. En medio de un paro indígena que lleva más de 50 días sin ser atendidos se visibiliza la violencia. Insistimos en que se hace visible, porque ya estaba presente desde hace más de 40 años. Una persona de una embarcación hace varios disparos y hiere a un indígena en Saramurillo, el domingo 23 de octubre 2016. Todo son preguntas: ¿de dónde salen las armas?; ¿poseen los permisos correspondientes?; ¿las empresas tienen que armarse porque el Estado no ofrece garantías de seguridad?; ¿para qué sirve el Estado?; ¿cuáles son sus competencias?...
Para una interpretación de lo que ha significado el petróleo para una región como Loreto se puede consultar el documento elaborado por Frederica Barclay: http://www.actualidadambiental.pe/wp-content/uploads/2011/11/Qu%C3%A9-ha-significado-el-petr%C3%B3leo-en-la-consolidaci%C3%B3n-de-Loreto-como-una-regi%C3%B3n-Frederica-Barclay.pdf. Esto explica cómo una ciudad como Iquitos permanece ajena a sus propios hijos.
Para ir concluyendo esta nota, acudimos a las palabras de un teólogo, como advertencia:
“La responsabilidad que no está sostenida por estructuras o sistemas tiene una existencia efímera. El super-sujeto solidario es algo muy débil. Se cultiva el arte de la represión de la culpa y del compromiso. La política degenera cada vez más, aquí y allá, en administración, en negocio de administración del poder. ¿Nos encontramos en la era de la apatía? Tan perniciosa y tan mortal como el odio es, para el super-sujeto solidario de todos los hombres, la apatía”. J. B. Metz, La fe, en la historia y en la sociedad, 1979: 91.
Sí, estamos contra “este” progreso. Compréndase bien: “contra este progreso”, cual nueva religión, que extrae recursos, no comparte los beneficios y entrega a los indígenas todos los pasivos ambientales. Sí, estamos contra este progreso.
Los primeros cristianos atribuyeron el título de “Señor”, a Jesús, el Cristo. Y, para quienes somos cristianos, nos recuerda que el Señor es Jesús y no el emperador, como pretendía el imperio romano. Por eso, los primeros cristianos se negaron a tributar culto al emperador como un dios.
Después casi dos meses de paro, y suponiendo que haya conversaciones gobierno - indígenas, es de esperar que se levante el paro en algún momento. Pero más allá del hecho puntual, lo que plantean los indígenas va para largo. Seguiremos atentos.