Por Ilka Oliva Corado
Telesur, 8 de septiembre, 2016.- La fotografía de una jovencita guerillera brasileña, casi niña, frente a un tribunal militar que la torturó y la encarceló durante 3 años, le dio la vuelta al mundo el día en que Dilma Vana da Silva Rousseff se convirtió en la primera mujer presidenta de Brasil.
Aquella imagen de una valiente adolescente, de mirada profunda y sincera, sentada en el banquillo de los acusados por defender la soberanía de su pueblo, y luchar contra una dictadura; que vino precisamente también por un Golpe de Estado en 1964, traspasó las fronteras del tiempo y llegó a todos los rincones del mundo. Y lo dice todo de la integridad de quien al pueblo la nombra, como en las favelas y el arrabal, simplemente Dilma; porque es nuestra, es una de nosotros. Privilegio de pocos presidentes, ser arropados de esa manera por los más desprotegidos y a la vez más leales.
Y así por medio de esa fotografía el mundo supo con una sola imagen quién era Dilma y lo que representaba en Brasil y América Latina: para las mujeres, las masas, las favelas, el patriarcado, el machismo y la misoginia. Lo que representaba para el clasismo, el racismo, las cúpulas militares, la oligarquía brasileña y la saña voraz de Estados Unidos.
Una mujer presidenta en el Brasil racista, excluyente, misógino y clasista. Un golpe certero a la yugular de los traidores y abusadores. Pero no una mujer cualquiera, no una de porcelana, no una de escaparate, no una ajena a su tiempo, a su país y a su género. Hablo de una mujer capaz, entera, congruente con su ideología y con la necesidad del pueblo. Una mujer de convicciones impostergables. No podía ser otra, la presidencia de Brasil esperaba con ansias a Dilma, transparente amor de las favelas y de los arrabales latinoamericanos. Una mujer que ha militado toda su vida, que ha demostrado con su propia existencia que lo personal es político.
Dilma nombró a las favelas desde el género, visibilizó a la mujer brasileña de arrabal; a la negra, a la pobre, a la carente de oportunidades, a la abusada. Y en lugar de golpes patriarcales, le dio un lápiz y un cuaderno, un escritorio, le dio trabajo, le dio comida, le devolvió sus sueños.
A la adolescencia marginada en lugar de darle limpieza social, en lugar de encarcelarla injustamente, le abrió los horizontes para que sintiera en lo más profundo de su ser la fuerza descomunal de los anhelos por realizar. Acompañados de un sistema de gobierno que brindaba las oportunidades de desarrollo.
A la infancia despreciada le llenó de sonrisas las alboradas, y de sustento el hambre del saber. Cambió sus lágrimas de desdicha por la alegría de jugar en libertad. El gobierno de Dilma demostró que un sistema incluyente es posible y que se pueden cambiar los patrones. Siguiendo con el progreso que Lula había establecido en su gobierno. Y lo hizo desde el género, desde su esencia de mujer, desde la voz fecunda de sus ancentras. Lo hizo desde la fuerza de los antepasados esclavos que nunca desistieron en luchar por la libertad.
Lo hizo desde la negritud de un Brasil amazónico y deslumbrantemente hermoso por sus multietnias.
Dilma como presidenta, le cambió el rostro a la miseria, le dio voz a los oprimidos y les devolvió la confianza, la alegría y los anhelos. No por gusto está el pueblo volcado en las calles, abarrotándolas, defendiendo a su presidenta y las políticas de inclusión, triunfo de los gobiernos de Lula y Dilma.
El Golpe traidor y su destitución vienen desde el patriarcado, el machismo y la misoginia. Vienen desde la cúpula empresarial blanca y oligárquica. Vienen desde la sumisión y el descaro de un puñado de atracadores, opulentos en la impunidad que conspiraron con Estados Unidos.
El Golpe viene como represalia a la moral de una mujer que no se intimidó nunca frente a la traición, la opresión y la desvergüenza de los desleales. Viene como factura a pagar por defender a su pueblo, por no haber aceptado anidar cuentas bancarias con dinero robado. Por no haber aceptado jugar del lado del traidor. Por no haber aceptado alinearse a las ordenes de Estados Unidos.
Viene por su osadía de haber incluido a Brasil en los BRICS, eso jamás se lo iba a dejar pasar Estados Unidos que aborrece la libertad de los pueblos. ¡Y de paso lo hizo una mujer! Es por esa razón que el Golpe es traidor, como todos y nació, como todos, de la oligarquía, de las capas blancas, de los miserables, de los fascistas, de los que desde el inicio de todos los tiempos siempre han sido cobardes.
Viene por haber revolucionado el sistema de salud, el sistema de educación, por haber creado parques y escuelas en lugar de cárceles y centros de detención. Por haber dado becas a deportistas de arrabal en lugar de enviarles la limpieza social con paramilitares.
El Golpe a Dilma, viene como consecuencia de su integridad, de su palabra cumplida, de su lealtad a su pueblo, de las políticas socioculturales, de las políticas de equidad de género.
Dilma pudo tener equivocaciones como cualquiera de los presidentes progresistas del continente, pudo tener desaciertos y también en algún momento tuvo que tomar decisiones comprometedoras por su nivel de complejidad; no es fácil gobernar el país más importante de Latinoamérica. Por todo lo que es Brasil en Amazonía y petróleo: por Petrobas y los BRICS.
Dilma no lo pudo haber hecho todo perfecto, porque es ser humano y tiene derecho a equivocarse. Y hay que tomar en cuenta que gobernó todo el tiempo con la oligarquía en contra y con Estados Unidos como enemigo principal. Pero algo muy distinto es la traición y ella nunca la tuvo con su pueblo.
Y por si fuera poco, porque el patriarcado, el machismo y la misoginia desconocen de ideologías, a la ultra izquierda la tuvo como enemiga, (como la tuvo Cristina) la desvalorizó por ser mujer, porque no pudo aguantar en su celo machista que una mujer demostrara tener los arrestos y la entereza de la que carecen ellos, tener la inteligencia y la capacidad. Dilma, por desgracia ha tenido que cuidarse las espaldas también de los que pregonan y se presentan como los verdaderos y originales.
Que nunca han hecho nada para el bien de los pueblos, claro está. Que son como la ultra derecha: azadones. Son esos mismos de la ultra izquierda que ahora intentan poner a su pueblo en contra, para que no salga a manifestar, para que la dejen sola y así sentirse triunfadores y celebrar el Golpe como logro personal.
El Golpe a Brasil viene como escarmiento a Dilma por su osadía, por lo que representa como género y por lo que es como presidenta intentando cambiar el sistema en una Latinoamérica patriarcal, machista, misógina, racista, clasista, sin identidad y sin Memoria Histórica.
El Golpe a Brasil viene como escarmiento a Dilma por su osadía, por lo que representa como género y por lo que es como presidenta intentando cambiar el sistema en una Latinoamérica patriarcal, machista, misógina, racista, clasista, sin identidad y sin Memoria Histórica.
El Golpe a Dilma también es para todas las mujeres latinoamericanas, con esto nos quieren decir que no tenemos derecho a cambiar los patrones, que lo nuestro es tener hijos, limpiar la casa y complacer al marido sexualmente las veces que él quiera y como él quiera: en sumisión.
Viene también como escarmiento a las masas, a los afro descendientes, a las favelas, a la comunidad LGBTI, con esto nos quieren decir que no existen los Derechos Humanos para nosotros, que no tenemos derecho a levantar la cabeza, a soñar, porque nuestro papel milenario es poner el lomo para seguir siendo por los siglos de los siglos los explotados de siempre. Y que nuestro derecho a amar termina cuando entra la misoginia de la Iglesia y las religiones, los estereotipos y la homofobia.
No hace falta leer tomos y tomos de libros de historia latinoamericana para entender las razones del Golpe, es suficiente con ver la fotografía de Dilma, adolescente, íntegra, valiente y consecuente; esa sola imagen nos muestra a la Dilma de hoy. Y al Brasil antes y después de Lula y Dilma. Y si el pueblo brasileño necesita algún aliciente extraordinario para abarrotar las calles y defenderla y a las políticas de su gobierno, es suficiente esa imagen para comprender que ella viene luchando desde 1964 cuando fue el Golpe de Estado y vivida en carne propia la tortura en 1970 cuando la cúpula militar la detuvo. ¿Una razón más certera que esa para defenderla? No la hay, Dilma ha estado siempre, ahora le toca al pueblo estar con ella y por ella. Así nomás, porque amor con amor se paga.
Reitero mi apoyo absoluto y mi amor a mi presidenta Dilma y a mi patria Brasil.
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Fuente: Telesur: http://www.telesurtv.net/bloggers/Dilma-mujer-de-convicciones-impostergables-20160906-0001.html