Por Luis Miguel Modino
19 de junio, 2016.- No corren buenos tiempos para los indígenas brasileños. A la nueva coyuntura política por la que el país pasa, con un gobierno formado por gente que representa a colectivos que en repetidas ocasiones han manifestado su deseo de acabar con aquello que, siendo derechos adquiridos en muchas jornadas de lucha, ellos consideran privilegios indígenas, se une la persecución abierta que éstos sufren y que esta semana ha provocado que, una vez más, un indígena haya sido asesinado.
En muchas regiones de Brasil los indígenas no pasan de pequeños grupos, hostigados por la presión de los grandes terratenientes y los detentores del poder económico, y que viven en condiciones totalmente precarias y en algunos casos inhumanas. En la Región del Río Negro la población indígena supera el 90 por ciento, lo que podría llevarnos a hacer una lectura diferente de la realidad. A pesar del alto porcentaje poblacional indígena las condiciones de vida, sin llegar a los extremos de otros lugares, no podemos decir que sean ideales, ni mucho menos.
La FUNAI, Fundación Nacional del Indio, por sus siglas en portugués, es el organismo que en su día creo el gobierno brasileño para cuidar de todo lo que hace referencia a los pueblos indígenas, aunque diversas fuentes señalan que está con los días contado. El Coordinador Regional de la FUNAI en la Región del Río Negro, Domingos Barreto, reconoce que existen muchos sentimientos anti-indígenas en los espacios de decisión gubernamentales y que la FUNAI no ha avanzado mucho en los últimos años, pues se ha dejado llevar por una relación demasiado paternalista con los indígenas.
En su opinión, la FUNAI ha pasado por diferentes momentos a lo largo de su historia, en algunos tuvo como objetivo vigilar a los indígenas, a quienes consideraba incapaces de construir su propia historia, nada más lejos de la realidad conociendo el modo de vida de los 23 diferentes pueblos del Río Negro y de otras regiones del país. El propio coordinador regional reconoce en la FUNAI la falta de preparación para conversar con los pueblos indígenas y el distanciamiento del gobierno brasileño para con ellos, lo que se traduce en una falta de interés en escuchar a los indígenas y creer en lo que ellos sueñan y quieren desarrollar en los territorios indígenas.
Foto: Valter Campanato. Agencia de Brasil
Ante esta situación, fortalecer el movimiento indígena se ha convertido en una urgencia. Como ejemplo de que las organizaciones indígenas del Río Negro no quieren quedarse de brazos cruzados sirva la asamblea de la COITUA, Coordinación de Organizaciones Indígenas del Tiquié, Uaupés y Afluentes, por sus siglas en portugués, que ha tenido lugar de 15 a 18 de junio en Parí Cachoeira, distrito de São Gabriel da Cachoeira, con delegados de más de 65 comunidades indígenas que viven en el extremo noroccidental brasileño, en la región fronteriza con Colombia.
La COITUA es una de las cinco coordinaciones en que está dividida la FOIRN, Federación de Organizaciones Indígenas del Río Negro, por sus siglas en portugués, que desde 1987 lucha por los derechos indígenas en la región y que actualmente engloba más de 90 asociaciones, en las que se engloban cincuenta y cinco mil indígenas, un 10% de la población indígena brasileña.
El tema de reflexión de la asamblea ha sido: “Movimiento Indígena del Río Negro. Desafíos y Perspectivas”, teniendo como punto de partida la necesidad de fortalecer el movimiento indígena, dando así continuidad a una lucha que se perpetúa en el tiempo y que tiene que llevar a la sociedad brasileña a tomar conciencia de la necesidad respetar a los indígenas como ciudadanos.
Valorar lo que siempre ha formado parte de la vida indígena, y que constituye el patrimonio cultural de estos pueblos, es una necesidad que va a ayudar a afirmar la identidad y construir el futuro, a pesar de las dificultades a las que los indígenas se enfrentan, lo que se manifiesta en la paralización por la que pasa el Estatuto del Pueblo Indígena o el Proyecto de Enmienda Constitucional, PEC 215, que amenaza con acabar con los derechos indígenas conquistados a lo largo de décadas de lucha.
La asamblea ha constatado la necesidad de no olvidar los conocimientos tradicionales, que deben ser practicados en las comunidades y enseñados en las escuelas, así como de una correcta gestión ambiental del territorio a partir del cuidado de los diferentes recursos, que haga posible la creación de un plano de vida que permita la implantación de la espiritualidad del Bien Vivir. Los indígenas son conscientes de la necesidad de conseguir la autonomía económica, así como de una buena organización política que les lleve a tener representantes en las diferentes esferas institucionales y que fortalezca la creación de políticas públicas en las que los indígenas sean incluidos y haga posible un diálogo de igual para igual entre los pueblos indígenas y el gobierno brasileño. Como ejemplo de la falta de organización actual a nivel político podemos citar el hecho de que en un municipio donde la población indígena supera el 90% sólo hay dos concejales indígenas en la cámara municipal.
La COITUA, y la FOIRN en general, han conseguido avances en sus años de existencia, permitiendo que los pueblos indígenas hayan podido disfrutar de proyectos que han ayudado a crear elementos de desarrollo sustentable y que se organicen como movimiento social. Pero no todo son buenas noticias, pues los indígenas han pasado y continúan pasando por gravísimos problemas, fruto de una herencia social marcada por los prejuicios contra ellos. A esto se une la dificultad para crear proyectos de desarrollo que generen renta y las grandes distancias con los grandes centros urbanos, lo que deja más precarias las condiciones de vida.
Una de las preocupaciones entre muchos de los presentes es el futuro del movimiento indígena, pues se constata que es necesaria una mayor implicación de la juventud. Son pocos los jóvenes que se interesan en el conocimiento de aquello que es específico del universo indígena.
Una de las preocupaciones entre muchos de los presentes es el futuro del movimiento indígena, pues se constata que es necesaria una mayor implicación de la juventud. Son pocos los jóvenes que se interesan en el conocimiento de aquello que es específico del universo indígena. Para paliar esta situación es necesario que desde las propias comunidades, escuelas, iglesias… se promueva un mayor conocimiento de estas realidades, que ayude a valorarlas, especialmente por parte de los más jóvenes, como elemento que promueva la conservación de todo lo que envuelve el mundo indígena.
No podemos dejar de constatar algunos elementos que provocan divisiones entre los pueblos indígenas y se han dejado ver de una u otra forma a lo largo de la XII Asamblea de la COITUA. La gran variedad de pueblos indígenas en la región hace que los intereses no siempre coincidan, lo que provoca un debilitamiento en el propio movimiento indígena y que debe ser elemento de debate dentro de las diferentes organizaciones de los que estos pueblos forman parte. Estas divisiones, que tampoco pueden ser calificadas como graves, son superadas en los momentos de fiesta tradicional y confraternización, en que la alegría natural de estos pueblos aparece espontáneamente y las carcajadas resuenan, en cuanto la bebida tradicional, hecha con yuca fermentada y conocida como caxiri va pasando de unos para otros. Es la fiesta indígena, que trae alegría para quienes no siempre pueden sonreir.