Servindi, 14 de mayo, 2016.- El valor de un acta registral lo conoce, sobre todo, quien carece de ella. Y también los registradores civiles que laboran para el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (RENIEC) en lugares remotos, donde ocurren historias peculiares que reflejan nuestra diversidad de formas de vivir y de pensar.
La riqueza de estas situaciones han sido registradas en el libro: “Primer Concurso Nacional de Testimonios de Registradores Civiles 2014. Trabajando por la identificación sin medir el peligro”.
El texto contiene diecinueve crónicas que sorprenden pues pocos pensarian en las circunstancias extraordinarias que conlleva obtener un documento registral como un acta de nacimiento, defunción o matrimonio.
Las experiencias ocurren en lugares muy distintos y distantes del Perú y detallan, por ejemplo, lo que significa trabajar en el Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM) bajo la inquisidora mirada de miembros de Sendero Luminoso, o la preocupación de los padres de un niño que había sido inscrito como niña.
También las enigmáticas razones por las que un ciudadano quiso ponerle a su hijo el nombre de ZXX9, o una variedad de conflictos en parejas y familias desencadenados en torno a la celebración de un matrimonio o la solicitud de un acta.
Sin embargo, los testimonios de los registradores civiles también están llenos de buenas noticias y de una fe inquebrantable en la importancia de su labor, ya se trate en la municipalidad de una provincia, un distrito o un centro poblado, o en una comunidad campesina o nativa.
El RENIEC —ente rector del sistema de registros civiles— si bien está modernizando la manera de inscribir nacimientos, defunciones, matrimonios y otros actos que modifican el estado civil de los peruanos, aún enfrenta problemas y reconoce que falta mucho camino por avanzar.
Cómo enfrentar esos problemas y lograr cumplir su función es el tema de la reciente publicación de la Escuela Registral del RENIEC al cual se puede acceder desde el siguiente enlace: