Por Rodrigo Arce Rojas*
9 de abril, 2016.- Hace algunos años llegamos a la conclusión que la gestión forestal aludía más que a la gestión de recursos a la gestión de personas. Hoy en día me ratifico en esta posición que considero es importante retomar. Son las personas las que diariamente están tomando decisiones sea desde una posición gubernamental, privada o comunitaria. Desde esta perspectiva no hay decisión que pueda ser obviada o subestimada. Una decisión que se tome en la administración pública afecta tanto al socioecosistema forestal como cualquier decisión que se tome directamente en el bosque. El tema está si estas decisiones van en sentido de la gestión forestal sostenible o si por el contrario las limitan o las impiden.
Claro que importan los avances científicos y tecnológicos para garantizar la capacidad productiva y la conservación de los ecosistemas forestales, pero esto nos dice poco si es que no hay una estructura institucional y condiciones objetivas y subjetivas que favorezcan su buena aplicación. Por ello es que importa la institucionalidad, importa la gobernanza e importan las personas que con sus marcos de paradigmas, pensamientos, sentimientos y prácticas son los que en buena cuenta definen lo que sucede en el bosque.
Reconocida la importancia de las personas en la gestión forestal sostenible entonces los programas de fortalecimiento de capacidades requieren tomar en cuenta una serie de aspectos orientados a que se tomen decisiones positivas. Exploremos esta serie de aspectos.
Un primer aspecto refiere a la definición de la visión compartida y los grandes objetivos. Este ejercicio participativo no es tan simple como parece. Requiere que cada actor involucrado sea capaz de reconocer bajo qué marco de desarrollo forestal está alcanzando sus propuestas. Ello, como ya se ha mencionado en otras ocasiones, requiere revisar paradigmas, creencias, valores, niveles de conciencia, imaginarios, representaciones sociales y sentidos. Debemos reconocer, que a la fecha éste ha sido un ejercicio ausente. Se da por sentado propuestas únicas a partir de modelos hegemónicos de desarrollo forestal y no existe la suficiente predisposición para revisar las bases profundas de discursos y narrativas. No es de extrañar entonces que las propuestas de desarrollo forestal intercultural sean más una buena voluntad antes que un enfoque y una práctica comprometida con el respeto de la diversidad cultural. Está claro que a una gran diversidad biológica corresponde una gran sociodiversidad, incluyendo diversidad dentro de la diversidad de grupos.
No es lo mismo plantear el desarrollo forestal desde la amenaza que desde la oportunidad. No es lo mismo delinear el desarrollo forestal desde la resistencia que desde la convivencia. Tampoco se trata de hacer gestión desde los polos sino desde la actitud dialógica, desde el encuentro, desde el interaprendizaje y la capacidad de transformación. La participación no es únicamente el logro del consenso sino de la coherencia con la equidad social y la comunión con la naturaleza. En nombre de la participación también se pueden tomar decisiones insostenibles y por eso es deber que esté todos los que deben estar, que la información precisa, pertinente, y dosificada esté presente, que existan espacios para la deliberación interna, que exista un sentido de responsabilidad por las posiciones que se van construyendo para un proceso de diálogo.
Un segundo aspecto altamente relacionado con el anterior refiere a cuál es el marco del conocimiento con el que nos acercamos a la realidad forestal (epistemología). ¿Es el marco de conocimiento orientado a consagrar la explotación del bosque por el ser humano? ¿Es un marco orientado para la convivencia con el bosque? ¿Es un marco de conocimiento que consagra las diferencias y la asimetría? ¿Es un marco para la equidad humana y respeto para el bosque? Ello hace referencia por ejemplo a la terminología que usamos que muchas veces mantiene un enfoque de dominio a la naturaleza. Por ejemplo las palabras: manejo, explotación, recurso, entre otros.
Un tercer aspecto que también está fuertemente interrelacionado con los anteriores es el tema del poder. ¿Para qué trabajamos en el bosque? ¿Para quién trabajamos? ¿Estamos pensando en una eficiencia alejada de consideraciones sociales y ambientales? ¿En qué medida la democratización del bosque implica salvaguardar la estructura, funciones y servicios de los bosques? Este tema es de crucial importancia reconociendo que tenemos un alto porcentaje de actores que se desenvuelven en la informalidad y la ilegalidad y no solo de sectores de extrema pobreza sino también algunos actores formales y de mediana y gran capacidad económica. Este punto es crucial porque necesitamos dar confianza a los usuarios forestales, requerimos que sepan que sus autoridades aplican la ley con justicia y transparencia. Habría que preguntarse ¿A quién se castiga? ¿A quién no se castiga? Es indudable que estos temas deben abordarse para alejar el fantasma de la corrupción que hace inviable las propuestas de buena gestión forestal.
Se ha mencionado que el rol del fortalecimiento de capacidades es contribuir al ejercicio activo del pensamiento crítico para tener la capacidad de pensar el pensamiento forestal, pensar el marco discursivo, pensar el marco emocional, pensar el marco narrativo del desarrollo forestal, pensar las actitudes y comportamientos. Un ejercicio reflexivo constante, la predisposición a la apertura inter y transdisciplinaria, la creatividad y la innovación, son elementos claves para gestionar el capital cultural forestal.
Más allá de propuestas de transferencia de conocimientos, se requiere poner énfasis en los procesos de construcción social del conocimiento, donde se valore en su real dimensión los aportes de los conocimientos tradicionales reconociendo, al igual que el conocimiento científico, pueden tener sus limitaciones en un mundo cambiante. Ello nos debe llevar a superar ideologizaciones hacia uno u otro lado, para avanzar hacia propuestas de integración dialógica que partan del respeto.
La gran lección de los bosques tropicales es la gran diversidad, diversidad que debe ser recuperada en los procesos de fortalecimiento de capacidades en contenidos, temáticas, metodologías, técnicas y herramientas de interaprendizaje. Pero también incorporar la diversidad de pensamientos: complejo, crítico, convergente, divergente, lateral, lineal, circular, entre otras modalidades. Es importante que los programas de fortalecimiento de capacidades reconozcan e incorporen los aportes de las neurociencias cognitivas que nos ofrecen un gran marco para entender el papel del inconsciente en la toma de decisiones, el valor de la intuición, entre otros apasionantes temas.
En tanto estamos hablando que los programas de fortalecimiento de capacidades tienen el encargo de lograr mejores funcionarios forestales, mejores empresarios forestales y mejores ciudadanos forestales, existe una gran responsabilidad para su adecuado desarrollo. Este es el reto que nos ofrece la gestión forestal sostenible inscrita ahora en los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
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*Rodrigo Arce Rojas, es Ingeniero Forestal, Magíster Scientiae en Conservación de Recursos Forestales con un Diplomado de Cambio Climático y Protocolo de Kyoto.