Daniel Scioli y Mauricio Macri
Servindi, 20 de noviembre, 2015. Compartimos una carta personal escrita por Ana Herrera, desde Salta, respecto a las elecciones del domingo 22 de noviembre en Argentina y los sentimientos encontrados que genera para "los de abajo" la definición en segunda vuelta entre los candidatos Scioli y Macri.
Carta abierta con el corazón en la mano
Por Ana Herrera
I
Suelo escribir con la cabeza, a veces con el hígado, otras sólo con las manos, pero hoy siento que tengo que escribir con el corazón. Te pido un rato de tu tiempo. Quisiera compartir estos escritos con vos, a quien agradezco por leerme. Te invito a que por un momento, mientras lees esta carta, te pienses, de dónde venís, quiénes eran/son tus abuelos, tus padres. ¿Dónde llegaste? ¿Estudiaste? ¿Estudias? ¿Tenés trabajo? ¿Tenés casa? ¿Comés todos los días?
Mientras te pensás un poquito hacia atrás, te cuento un poco de mí ¿Sabés porqué? Porque sentí que desde mi pequeñísima e intrascendente historia puedo explicar algo que me tiene con un entripado desde hace varios días: la elección presidencial y por ende el presente y futuro próximo mío, de mi familia, tuyo, de tu familia, el de todxs lxs argentinxs.
II
Vivo en una provincia donde predominan los rostros cobrizos, morenos ¿Sabés porqué? No es porque algunos se queman más al sol, no, sino porque los abuelos o bisabuelos, o antes quizás, eran o son indígenas, o afro descendientes. Ambos grupos diezmados, exterminados, acallados, masacrados, ninguneados, ausentados de la historia. Discriminados por indios, por negros, por brutos, por sucios, por pobres. Expoliados de sus tierras y de su cultura. Usados como mano de obra esclava o barata, como sirvientes. Obligados a negar su identidad para sobrevivir, tanto, que hasta ahora hay gente de rostros cobrizos y morenos que niegan/olvidan aquel origen.
Vivo en un país, donde hay muchos rostros blancos, venidos de lejos, del otro lado del mar. Esos rostros blancos vinieron primero a matar e imponer, a esclavizar, a rapiñar. Mucho tiempo después vinieron más rostros blancos, buscando cobijo, huyendo del hambre, de la guerra, en algún tiempo también discriminados por gringos, y por brutos. Rostros cobrizos, negros, blancos, mezclados, aceitunados. Argentina. La mayoría con un origen marcado por las carencias materiales, y por pelearla desde abajo.
Vos, ¿de dónde venís? ¿Cuáles de estas viejas historias están en tu familia? Te cuento la mía: de mi viejo, varias generaciones de criollos con algún lejano origen español, mezclados (negado en la historia oficial de la familia) con algún huarpe. De mi mami, italianos de origen campesino huyendo del hambre, de la explotación obrera de la revolución industrial y de la incipiente Primera Guerra Mundial. Abuelos-as que trabajaron desde niños, sin infancia ni educación formal más allá de los primeros grados de primaria. Mi viejo, laburó desde los 10 años en los viñedos de San Juan y cuando terminó la primaria siguió trabajando para mantener a los hermanos más chicos.
Mi mamá se vino de su pampa húmeda a los 19 años a trabajar de maestra en las olvidadas áreas rurales de Salta, donde había escuelas cerradas por falta de maestros. Gente de trabajo, que fue forjando su presente y su futuro en los vaivenes políticos y económicos de nuestro país. No heredé de ellos tierras, negocios, propiedades, empresas ni apellidos. Sí la honestidad y la cultura del trabajo. Y el saber que nadie te regala nada y que hay clases explotadas y explotadores, y que hay gente vende patria y otros patriotas, que hay injusticias y hay logros. Y que uno para saber quién es, debe saber de dónde viene. Y mirando esa historia, mi historia, y la de muchos otros como yo, clase media, medio pelo o como quieras llamarlo, es que te escribo esto.
III
Mi infancia fue distinta a la de ellos, no tuve que trabajar, pude estudiar. Padre empleado, casa de barrio, arreglada con los años, autito, paseábamos, de vez en cuando “comíamos afuera”, no vacaciones, teníamos un pequeño negocio que administraba mi mamá. Por esos avatares de la vida mis viejos decidieron dejar Salta para ir a vivir a otro lugar, vendieron todo, pusieron la plata en el Banco hasta lograr comprar una nueva casa y empezar de vuelta. 1979. Martínez de Hoz como Ministro de Economía y la dictadura militar presidiendo. Bicicleta financiera, el banco quebró, hiperinflación, nos fue para el carajo, volvimos a Salta sin casa, ni autito, ni negocio y la plata sólo alcanzó para comprar un terreno.
Inauguré la adolescencia dándome cuenta que nuestros padres no son superpoderosos, que por más que laburen pueden perder todo por decisiones de un gobierno que desprecia las clases populares, que las apuestas al dólar siempre han sido nefastas para los del medio para abajo. ¿Y si se hubieran quedado sin trabajo? Pero no, apechugaron como siempre, como tantos otros. Estudié la secundaria, mis viejos se animaron con un crédito hipotecario a terminar la nueva casa, hiperinflación, el crédito se hizo impagable y las cuotas no disminuían nunca el capital. Ajustarse, quería irme a estudiar a otra provincia pero ni se me ocurrió plantearlo, sólo alcanzaba para comer, pagar la casa, los servicios indispensables. Democracia nuevita. Universidad pública, gratuita, hecha percha, sueldos bajos, paros docentes, no había plata para pasantías ni viajes, más paros, terminaba de cursar en febrero las materias del año anterior, paros, bicicletas financieras, devaluación, deuda externa, fui ayudante para pagarme el colectivo y las fotocopias, más paros. Me recibí de ingeniera agrónoma! Primera profesional universitaria de ambas partes. Los ’90.
No había trabajo, ni público ni privado, todo precarizado, todo privatizado, no había becas para entrar al CONICET, algún concurso por ahí, muchos se fueron a otros países. Si querías trabajar en desarrollo rural estaban los programas diseñados por el Banco Mundial de alivio a la pobreza donde los profesionales éramos contratados con contratos basura, haciéndote cargo vos de tu obra social, aportes jubilatorios, pago de matrícula profesional, impuesto a las actividades económicas, poniendo tu vehículo, sin vacaciones, aguinaldo ni licencias especiales. En fin, tenía trabajo y eso era mucho. Y pude entonces ayudar a pagar el crédito impagable de la casa de mis viejos.
IV
Afuera de este mini universo había hambre, de verdad. Gente que perdió su laburo, así nomás, de un día para el otro, que tenía hijos para alimentar y criar. Gente que comía de la basura. Ah! y había planes Trabajar que denigraban a la persona obligándola a cumplir con alguna labor improductiva y servil para “merecer” la miserable paga ¿Conocés a alguien que pasó por algo de esto? ¿Fuiste vos? ¿Fue tu padre o madre? ¿tu tío, tu vecino, tu amigo? Dale, pensá un poquito, recordá, seguro que algo te acordás, alguien conocés.
Es triste ¿no? La prioridad: parar la olla. Los emprendimientos, las pymes, los pequeños negocios, imposibles de sostener, si lo que la gente podía comprar (si es que tenía trabajo), era comida. Abuelos con jubilaciones miserables, o sin posibilidad de jubilarse, los hijos manteniendo a los padres. Las escuelas convertidas en comedores donde la proteína ingerida era la soja transgénica donada caritativamente por los poderosos de siempre. Domingo Cavallo y Patricia Bullrich me descontaron el 13% de mis “honorarios” a pesar de ser contratada, como al resto de los empleados públicos y jubilados. Y luego, por ser contratada, no me los devolvieron ¿No lo creés? no soy 678, ni una militante de La Cámpora. Soy yo, Ana, Lanita, tu amiga de facebook, tu compañera, tu vecina, que no soy tan vieja pero me acuerdo de estas cosas, que me pasaron, que le pasó a gente cercana, a amigos y vecinos.
IV
¿Te hartaste? Decime que no, que por chusma llegaste hasta aquí. Te cuento, 15 años trabajé con contratos basura de esos que ya describí. Sigo contratada, en el mismo lugar, con contratos “en blanco” en el Ministerio de Agricultura de la Nación desde hace 5 años, pero contratos al fin, que no aseguran la estabilidad laboral. Trabajé, trabajo, con los sectores más vulnerables del ámbito rural, con campesinos, indígenas, de rostros cobrizos. Poniéndole tiempo y pasión, compromiso y dedicación.
Y así otros compañerxs, 60 aquí en Salta, mil y pico en el país, que multiplicado por 4 hacen por lo menos 4.000 personas que dependen de este laburo. Así, debe haber varios ejemplos. ¿Y qué tiene que ver esto? Bueno, lo estarás intuyendo. Cuando los que no heredamos bienes ni apellidos, ni tenemos más espalda que la de nuestro propio trabajo, nos preocupamos en las elecciones presidenciales porque allí se decide nuestro presente y nuestro futuro inmediato. El mío, el tuyo, el de mis hijas, el de tus hijos. ¿Mejoraste en este último tiempo? ¿Tenés casa, auto? ¿Cambiaste de barrio? ¿De amigos? ¿Te vas de vacaciones? ¿Te pudiste jubilar? ¿Tu madre/abuela/tía se pudo jubilar porque alguien le reconoció su trabajo como ama de casa? Vos sabés, mi vieja sí y mi suegra también, hasta se pudieron comprar los electrodomésticos que nunca tuvieron. Ya no las mantenemos ni las ayudamos económicamente. Estas reflexiones me salieron cuando dejé de ver la tele, simplemente pensé en mí, en mi historia, en mi familia, en mi barrio, en mis compañerxs, en la poca gente que conozco.
V
¿Te hartaste? ¿O te hicieron creer casino que estás harto? ¿Estás harto de las cadenas nacionales porque no podés ver la novela o tu programa favorito? Qué macana, porque este último tiempo en esas cadenas se dieron buenas noticias, no sé si para vos, pero si para muchxs de lxs que viven/vivimos en este país. Yo me acuerdo que no hace mucho las cadenas eran para anunciarte que te iban a cagar, que iba a haber devaluación, que iba a haber una nueva moneda, toque de queda o estado de sitio.
Seguramente tenés varios canales de televisión y tenés la opción de ver otra cosa. No repitas como loro lo que te hace creer que “pertenecés”, que estás superado, que ya no sos lo que eras o lo que fueron tus padres o tus abuelos. Quizás estás mejor, mucho mejor, quizás igual, no creo que peor. Mirate, mirá tu gente, mirá tus vecinos, amigos, compañeros. Recordá de donde venís, de dónde vinimos. ¿Te molesta que la gente que no tiene trabajo o lo tiene pero gana poquito, el Estado lo ayude? ¿Porqué? ¿Si estuvieras en esa situación, no sería bueno que alguien te de una mano? Porque cuando se está en el barro, por más que remes con todas tus fuerzas, no salís, más bien te hundís. ¿Cuántas personas que accedieron a la Asignación Universal por Hijo conocés que se la gastan en chupar vino o comprar droga? ¿10.000? ¿100.000? ¿Un millón? Ponele un millón de vagos irresponsables de sus hijos.
Quedan entonces 2.600.000 niños que sí comen en sus casas, van a la escuela, son vacunados. ¿Te sigue molestando? Son personas, son niños-as, son argentinxs, que producto de las políticas económicas que te conté más arriba están en esa situación de carencia material, no por la falta de esfuerzo de sus padres o el color de su piel. Esos niños tienen el derecho de tener una vida digna, educación, salud, como todos. ¿Acaso no es de buena persona desear el bien a los demás? ¿Ser sensibles al sufrimiento humano, no nos hace justamente HUMANOS?
VI
¿Seguís aquí? Gracias! Ya termino ¿Escuchaste o repetís eso de que si alguien es rico, entonces lo elegís para que te gobierne porque no va a robar? El tema es que ese rico, hoy llamado Macri, ya te robó, nos robó, sólo que no vino a tu casa con un chumbo o un cuchillo ni te arrebató la cartera. Las deudas de sus empresas y la de su padre y la de sus amigos ricos, las estatizaron, las hicieron públicas, las venimos pagando desde hace años, con tu trabajo, con el mío, con el de todos. ¿Decís que estás harto de la política? ¿Que no te interesa? Política es tener trabajo.
Política es que lo que ganás, vos o tus padres, alcance para una vida digna, y si ganás más mucho mejor. Política es el medio ambiente, los recursos naturales, la energía en manos de quién. Política es que todos, en este país, todos los días, tengamos una razón para sonreír. Política es tener paz o guerra. Política es ejercer nuestro derecho y nuestra obligación de elegir a quienes nos gobiernan.
VII
Sé de dónde vengo. Soy trabajadora y honesta. No me gusta la corrupción, por eso cumplo las leyes, pago mis deudas e impuestos, hago cola, no pido lo que no corresponde, respeto las leyes de tránsito, no ejerzo el tráfico de influencias para obtener beneficios personales, no coimeo, desde mi lugar, así, combato la corrupción. ¿Vos? Soy mujer. Por eso no insulto a otras mujeres, por más que no sean de mi agrado, con lo peor del machismo denigrante. Soy argentina. Nunca voté ni votaría a gente que pertenece a un grupo social que viene del lado opresor. Nunca te votaría, Macri. Ni a vos ni a los Cavallo, ni a los Bullrich ni a nadie que desprecie lo popular, al pueblo, al humilde, por más que se disfrace de progre y me diga palabras bonitas. Porque lo popular, el pueblo y los humildes son mayoría, somos mayoría, y porque ello está en mi historia.
VIII
Sólo pensá. ¿De dónde venís? Sólo pensá. En vos, sí, el voto es individual. Pero también el voto tiene un profundo sentido colectivo. Mi voto individual es para seguir teniendo trabajo y para que en algún momento tenga estabilidad laboral y no tenga que sufrir esta acidez que me degrada el esófago. Voto por la cercana educación universitaria que tendrán mis hijas, ya que no heredarán de mí ni apellido influyente, ni tierra ni empresas. Espero que también sean trabajadoras y honestas y que tengan todos los días una razón para sonreír y ser felices. Mi voto con sentido colectivo es para que se consolide la justicia social, y es por vos, que tenés la piel más oscura que yo y te nombraron “negro”, “indio”, “villero”, “yuto” como sinónimo de algo despreciable. Es por todxs los de este lado.
IX
Si pensás distinto, lo entiendo y lo respeto. Respetame. Sólo quería compartir con vos un poco de mi vida y mis pensamientos. Yo voto a Scioli.
Ana Herrera, Salta, 18 de Noviembre de 2015.