Por Ollantay Itzamná*
10 de junio, 2015.- El país vive un hastío convulsivo frente al caos generalizado ocasionado por el recargado sistema neoliberal asumido como dogma de fe. Campo y ciudad se mueven, con dinámicas diferenciadas, en contra del sistema económico y del sistema político, respectivamente.
Estas dinámicas aún no encuentran las estrategias contundentes y coordinadas para darle el “tiro de gracia” al tambaleante gobierno actual y al desprestigiado CACIF (Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras), que encuentran en la dilación la mejor fuente para su oxigenación.
La inédita voluntad popular movilizada exigiendo la renuncia del “gobierno corrupto”, y las acciones colectivas de resistencias locales frente a la presencia de los agentes económicos neoliberales en el área rural, necesitan de insumos teóricos propositivos (reflexionados desde las acciones colectivas) que orienten a esa voluntad popular de campo y ciudad en efervescencia.
En términos de H. Zemelman, aquí se tiene al sujeto social colectivo, pero se carece de un contenido teórico, de una utopía que dé cierta certidumbre a actores y observadores que lo que se busca es mejor de lo que se tiene. Está la voluntad en acción (sujeto), pero sin un corpus teórico (idea). Este
es uno de los desfases destructivos que, una vez más, amenaza al inédito despertar guatemalteco.
Una de las razones que explica este desfase es la ausencia estridente de actores reflexivos, privilegiados/as por la academia neoliberal. Están las universidades (pública y privadas) como actores en las calles, pero la finalidad que persiguen no necesariamente es superar el sistema neoliberal, sino hacer funcionar (reformar) el sistema político neoliberal (para que sigan gobernando los ricos).
La gran mayoría de las y los supuestos “intelectuales” mayas, al igual que los de la izquierda neoliberal, andan estresados en cómo cumplir con los resultados técnicos para la cooperación financiera internacional. Otros, esperando el fin de mes (en las universidades y en la administración pública) para cobrar. Aunque también están algunos ingenuos mayas o no que se frotan la manos esperando cosechar el voto castigo de ciudadanos indignados en las próximas elecciones.
No cabe duda. El sistema neoliberal tuvo y tiene la capacidad de instalar y reproducir, desde las universidades y demás centro de formación, la colonialidad del saber y del poder del cual nos habló A. Quijano. Cuanto más grado académico tiene el o la guatemalteca, más se distancia de su sociogénesis. Se vuelve más apologeta y reproductor del sistema neoliberal racista. Las y los profesionales, académicos o intelectuales mayas no son una excepción, en su mayoría. El síndrome de la Dra. Rigoberta Menchú no es un solitario rayo en el cielo despejado de esta Guatemala racista.
En una ocasión, en un café céntrico de la Zona 1 de la ciudad de Guatemala, un “reconocido” activista maya contra el racismo nos dijo: “Estamos trabajando con el PNUD. Realizamos reuniones con intelectuales e indígenas pensantes”.
Esta es una cartografía envidiable del imaginario de algunos/as mayas cooptados por el sistema neoliberal, pero que se constituyen en referentes incuestionables para la multitud de mayas “no pensantes”.
Este es el nudo gordiano a superar en esta Guatemala apasionantemente contrastante. Ya no sólo el desencuentro entre “profesionales” y la voluntad popular en movimiento. Sino que la voluntad popular en movimiento tiene que dejar de “idolatrar” el conocimiento de sus profesionales, porque dichos conocimientos son gestionados e implementados, no para la liberación del pueblo, sino para perpetuar el sometimiento de las grandes mayorías a los interese de los patrones que financian a las universidades corporativas (incluyendo a la Pública).
Para evitar que sobre las actuales olas de la “primavera cívica guatemalteca” surfeen los mismos intereses y dirigentes neoliberales, urge darle contenido concertado a demandas emergentes desde los sectores excluidos como: la creación de un Estado Plurinacional, derechos y autodeterminación de los pueblos indígenas, otros contenidos para la nueva Constitución Política del Estado mediante un proceso constituyente intercultural, etc. En esta tarea es urgente el involucramiento de profesionales y académicos indígenas o no, por ahora ausentes. De lo contrario, los mismos de siempre, utilizando a la academia corporativa, terminarán reensamblando o barnizando al sistema empobrecedor que prácticamente se ha constituido en el trágico mito de Sísifo para Guatemala.
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*Ollantay Itzamná, indígena quechua. Acompaña a las organizaciones indígenas y sociales en la zona maya. Conoció el castellano a los diez años, cuando conoció la escuela, la carretera, la rueda, etc. Escribe desde hace 10 años no por dinero, sino a cambio de que sus reflexiones que son los aportes de muchos y muchas sin derecho a escribir “Solo nos dejen decir nuestra verdad”.