- Entrevista a Juan Medrano Cotito.
Por Javier Ugaz
25 de abril, 2015.- Cotito es su marca, su nombre y su apellido. Ha recorrido varios países haciendo una sola cosa: ser la voz del cajón. Y el cajón, como él mismo dice, es un instrumento para hacer el bien, tan noble, tan simple, tan humilde, tan grande, como él.
Esta semana hizo un taller para estudiantes y profesores de Áncash, Apurímac, Ayacucho, Puno, Ica, Moquegua y Lima Provincias en las instalaciones del Gran Teatro Nacional porque está convencido de que la letra con cajón entra.
- ¿En qué momento sonríes?
Cuando veo la expresión de las personas al escuchar la música que yo hago sonrío, sonrío mucho cuando veo que hay una conexión con la gente.
- Muy pocos conocen el origen del cajón.
Exacto, casi todos los instrumentos que conforman nuestra música afroperuana en el lado de la percusión, surgen de la necesidad de expresarse porque anteriormente las etnias diferentes de África al llegar a América no tenían el elemento cuero, que es el elemento que le quitaron de su continente al venir acá, y siempre la sobrevivencia y la resistencia hace que uno cree estos instrumentos.
El cajón es un instrumento de resistencia, la cajita que era para los diezmos de la iglesia el afroperuano lo convirtió en instrumento; la calabaza, el checo, que era una medida de arroz que le daban a los esclavos africanos, también la convirtieron en instrumento. La quijada ni más qué decir, se murió un burro y alguien descubrió que su quijada sonaba. Yo me quedo admirado que ante tanto dolor y sufrimiento, ante tanta diatriba, el afroperuano le devuelve al mundo buenas cosas.
- Eres un embajador de la cultura afroperuana.
Lo único que yo hago es trabajar en lo que creo, en lo que yo amo, que es visibilizar no solo mi música ni lo que yo soy, sino a todo el Perú. Internacionalmente siempre trato de visibilizar lo que es el Perú y dentro de eso a la cultura afroperuana.
- Has hecho un taller con chicos de Apurímac, Ayacucho, Moquegua que no conocían el cajón. Se aprende también de ellos.
Claro que sí, ellos nos enseñan esa ternura y esa humildad y esas ansias de querer aprender. Nosotros debemos ir para allá también, para sus lugares de origen, a sus regiones para intercambiar, aportar y para que ellos nos aporten a nosotros.
- ¿Qué te parece este tipo de talleres?
Es una maravilla. Es una cuestión que debería ser planificado como política cultural, de adentro hacia fuera y de afuera hacia adentro. Los intercambios deben ir y venir de uno y otro lado, y me parece fantástico que se haya podido realizar este tipo de encuentro.
- ¿Qué es Cotito?
Es el apellido de mi madre. Desde que tengo uso de razón siempre me han llamado Cotito para acá, Cotito para allá, y también los hermanos Cotito. Este apellido es de mi mamá y a mí me quedó como apellido artístico, y me cayó a pelo porque lo uso como nombre artístico, me siento muy orgulloso.
- ¿Qué planes para los siguientes meses?
Estamos en lo del festival de cajón, el sábado 25 toco en el Jazz Zone con mi espectáculo La Voz del Cajón con invitados internacionales que han venido al festival. Después del festival viajo a Chile para dar talleres y el espectáculo de La Voz del Cajón; si bien no puedo viajar con todo mi banda, voy yo y allá me voy a integrar con otros músicos, que es una forma de hacer un intercambio en música, cultura y arte.
- ¿Es posible enseñar a tocar el cajón en todas las escuelas?
Yo creo que sí, la grandeza del cajón radica en su simpleza, el cajón lo puedes hacer en comunidad, juntar madera, armarlo, y hacer un taller para hacer cajones. Puedes hacer cualquier expresión musical con un cajón, es un instrumento tan noble tan simple, tan grande, tan humilde, te da mucha cobertura para cualquier locura que quieras hacer.