La novela se encuentra en venta en la Librería El Virrey |
Por Jorge Agurto
25 de abril, 2015.- Acabo de terminar de leer Bajo el cielo amazónico una novela muy realista o una realidad novelada, y me apresuro en recomendar su lectura como algo urgente y necesario para introducirnos a esa realidad densa y compleja que se vive en la Amazonía peruana pero que la mayoría de personas ignoran, a pesar de ser parte importante del país.
Su autor, Leoncio Robles, tiene el inmenso mérito de conducirnos a través de un relato de lenguaje claro y sencillo, por la intrincada realidad en que se desenvuelven las comunidades indígenas amazónicas, abandonadas a su suerte por un Estado que no es capaz de proveerles siquiera el registro de identidad personal que les permita ejercer su ciudadanía.
Incapaces jurídicamente de poder realizar las acciones más elementales como presentar una denuncia policial por maltrato o robo, tampoco pueden alcanzar el reconocimiento o titulación de sus territorios ancestrales.
Tramitar un título de propiedad comunal es una tarea titánica que puede llevar al agotamiento a varias generaciones, cuyas ilusiones se estrellan en los pasillos y oficinas a las que no pueden acceder de forma asidua por la distancia y la ausencia de recursos.
El Estado peruano solo aparece como una entidad etérea, invisible, enigmática, que autoriza concesiones y se hace de la vista gorda ante el clima de terror, abuso e impunidad con que mafias de enganchadores depredan los bosques y explotan a nativos y colonos sin ninguna consideración u observancia de la ley.
La mirada de visitante e investigador con que el escritor huaracino Leoncio Robles se introduce en la realidad amazónica es la más apropiada para que los lectores descubramos poco a poco la trama de conexiones y modalidades con que opera una actividad ilegal que, por ejemplo, exporta casi el 75 por ciento de caoba hacia mercados norteamericanos pasando por encima todos los controles burocráticos de nivel local, regional y nacional.
Mediante el diálogo fluido con diversos personajes se va develando una situación que resulta incomprensible y diríamos, hasta increíble, y que nos retrotrae a épocas fallidas de nuestra historia, donde el ideal o el proyecto de país se quebró en mil pedazos por la impunidad, la indolencia y la barbarie de quienes usufructuaron el poder.
De izquierda a derecha: Leoncio Robles, Manuel Cornejo y Adolfo Ciudad |
El acercamiento de Leoncio Robles a líderes asháninkas de la cuenca del Tamaya, con los que trabó amistad, en la misma zona donde el 2014 asesinaron a Edwin Chota y otros tres dirigentes de la comunidad Saweto, es lo suficiente preclaro como para obtener una fotografía del pensamiento y sentimiento indígena ante la adversidad, por lo común no expresado ante personas en las que desconfían.
El trato amable, directo y respetuoso con líderes indígenas como Evaristo Shawiri y el colono Rubén Malpartida, congratula a la literatura amazónica que se enriquece con dos personajes esenciales para entender a dos actores claves que desde diversas perspectivas se ven comprometidos de por vida con la defensa de la Amazonía, aún a costa de los peligros y amenazas en los que se ven envueltos por su fidelidad con la causa bosquesina.
Los años invertidos en viajar y entrevistar a numerosos interlocutores, incluidos indígenas, madereros, taladores, funcionarios, etc. han sido largamente compensados con la entrega de un libro consistente, de lectura ligera y atractiva, pero no por esto menos profunda ni en calidad y placer literario.
Robles estrechó su vínculo con el mundo amazónico a partir de una misión que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) le encomendó a fin de elaborar un informe sobre el trabajo forzado en la Amazonía. Cómo lo destacó Adolfo Ciudad Reynauld en la presentación del libro, la esclavitud aún subsiste en pleno siglo XXI en el Perú bajo la modalidad de servidumbre por deudas.
El descubrimiento de esta realidad ignominiosa ha fortalecido el compromiso personal de Leoncio Robles quién de manera muy atenta ha continuado estos años observando y estudiando la Amazonía. Esto le ha permitido incorporar elementos y situaciones muy recientes que hacen sumamente útil su obra como si se tratara de un gran reportaje periodístico de actualidad.
La novela nos permite así conocer el fracaso del régimen de concesiones forestales, la corrupción de las autoridades, el tráfico de guías de transporte forestal, el clima de terror impuesto por bandas delincuenciales, la influencia y la impunidad de las que gozan empresarios madereros coludidos con el poder político y que son los mismos que representan al Perú en simposios internacionales y blanquean la madera obtenida ilegalmente de áreas protegidas o territorios fuera de sus concesiones.
En un contexto en que se está a puertas de aplicar el reglamento de la nueva Ley Forestal y el Estado peruano asume compromisos climáticos y recibe fondos internacionales para frenar la deforestación la lectura de Bajo el cielo amazónico es esencial para conocer la realidad tal cual ocurre en el Perú.
Solo con lecturas como esta podremos avizorar el enorme desafío político, institucional y sobre todo moral que entraña desmontar un sistema de corrupción fuertemente arraigado en el país, que fortalece sus vínculos operativos con el narcotráfico, y que permite la total impunidad de una actividad delictiva como la tala ilegal.
El libro nos permite también comprender algunas aristas del porqué de la indiferencia y renuencia del Estado peruano por reconocer y respetar los derechos ancestrales de las comunidades indígenas, y la urgente necesidad ciudadana de acompañarlas en sus legítimos procesos de reivindicación.
La causa indígena no solo busca favorecer a las comunidades de manera exclusiva sino que conlleva el beneficio de contribuir a la conservación ambiental de la Amazonía y de todo el patrimonio cultural, paisajístico y de biodiversidad que representa para la humanidad.