Por Payo Pauch
24 de noviembre, 2014.- El Perú estará en los ojos de todo el mundo como país anfitrión de la vigésima Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático (COP20), a realizarse en la ciudad de Lima el próximo mes de diciembre, con la participación de 194 países los cuales deberán analizar, debatir y proponer salidas viables y sostenibles que conlleven a un nuevo convenio global referente al cambio climático.
El presente artículo, trata de aportar algunas reflexiones sobre la importancia y preservación de nuestros recursos hídricos, así como las amenazas y desafíos hídricos que el país debe afrontar frente a su paradójico desabastecimiento y mal manejo.
El cambio climático ya está entre nosotros, en costa, sierra y selva se percibe grandes transformaciones en los ciclos del clima y el temporal, con severas amenazas e incremento de fenómenos hidrometereológicos extremos: aluviones, heladas, huaicos, sequías, inundaciones, y su consecuente impacto en la biodiversidad, la producción agrícola y demás actividades económicas, afectando especialmente a la población rural, la más vulnerable y olvidada del país.
Si bien es cierto, que el Perú solamente concentra a nivel global el 0.4% de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), proviniendo la mayor generación y acumulación de los países del norte, somos los principales afectados por el cambio climático de origen antrópico; siendo el tercer país más vulnerable después de Honduras y Bangladesh a nivel mundial.
La vulnerabilidad del país se debe a sus características orográficas, geomorfológicas, biofísicas, así como sus diversas ecorregiones, elevada biodiversidad etc. que se encuentra íntimamente relacionada con la presencia de la cordillera de los Andes, el mar frío y la corriente del fenómeno El Niño.
Recursos hídricos en el Perú
Nuestro país se caracteriza por su extraordinaria oferta hídrica, concentrando la mayor disponibilidad de agua dulce por habitante en América Latina, ocupando el octavo puesto en disponibilidad hídrica global según datos de UNESCO.
La hidrodiversidad del Perú se expresa por la presencia de 20 cordilleras que albergan más del 70% de los glaciares tropicales del mundo; con más de 3 mil glaciares: 1129 en la vertiente del Pacífico, 1824 en la vertiente del Atlántico y 91 en la vertiente del Titicaca.
Posee 159 cuencas hidrográficas: 62 en el Pacífico, 84 en el Atlántico y 13 en el Titicaca. Más de 12 mil lagos y lagunas; 1007 ríos; más de 11 mil km2 de páramos y jalcas andinos, considerados como un “recogedor” y regulador del agua donde nacen muchos ríos que riegan la sierra y el desierto costero en el norte del país. Con presencia de importantes humedales que proporciona riqueza ictiológica, totora y algas; así como un gran potencial de acuíferos (agua subterránea) en la costa, aprovechable para el consumo humano y diversas actividades productivas.
Asimismo cuenta con 84 zonas de vida de las 104 a nivel global y una visible diversidad climática, con 28 climas de los 34 identificados a nivel mundial.
Paradójicamente los problemas y desafíos que enfrenta el país, se refieren a la insuficiente disponibilidad de agua, al mal manejo y su ineficiente uso, a problemas de calidad y de gestión, inadecuados hábitos de consumo, así como a la grave contaminación de este valioso recurso.
Una amenaza latente para el comportamiento hidrológico en nuestro país, es el calentamiento global que genera irremediablemente la progresiva reducción y desaparición de los glaciares y nevados andinos en más del 40% de la superficie glaciar en los últimos 40 años. Afectando la distribución y disponibilidad de los recursos hídricos en los valles interandinos y las ciudades de la costa; así como la matriz hidroeléctrica del Perú que depende en un 54% de las fuentes hídricas.
Otro desafío a enfrentar es su desequilibrada distribución demográfica, al tener 65% de su población en la costa, región que solo dispone del 1.8% de los recursos hídricos; mientras que el 30% de la población asentada hacia la vertiente del Atlántico posee el 97.7% de la oferta hídrica y el 5% de la población restante en la vertiente del Titicaca con el 0.5% de agua.
Situación que nos indica que dentro de pocos años el país estará experimentando un severo estrés hídrico, con un panorama sombrío para los peruanos.
Conflictos sociales por el agua
Muchos pueblos indígenas y poblaciones rurales de las diferentes regiones del país, se encuentran inmersos en conflictos socioambientales vinculados con los recursos hídricos; con la consecuente usurpación, contaminación o desaparición de cabeceras de cuencas, lagos, ríos, humedales, puquiales en sus territorios. Estando conculcados sistemáticamente sus derechos de acceso, uso y consumo de este recurso, por la presencia de actividades extractivas (minería, petróleo, gas), la agroexportación entre otros, que depredan y contaminan sin ninguna consideración.
Un caso emblemático de emergencia hídrica se viene produciendo en la región de Ica, el principal valle agroexportador del país.
Desde los años noventa, el valle de Ica penetró en un continuo crecimiento agroexportador, con la introducción de cultivos como la páprika, uva, alcachofa, mango, palta y el famoso espárrago, su producto estrella de gran demanda en el mercado internacional.
Este boom agroexportador se dio gracias a la explotación del acuífero Ica-Villacurí, es decir, al uso exclusivo de agua subterránea y concentración de nuevos fundos de empresas nacionales y extranjeras. Siendo el espárrago con más de 11mil has. el cultivo que requiere mayor cantidad de agua, cuya huella hídrica es del orden de 1,17 m3 por kg.
La sobreexplotación de sus aguas subterráneas, ha provocado el descenso abrupto de la napa freática de su principal acuífero. Encontrándose el valle de Ica desde el año 2011 en emergencia hídrica, por resolución del Gobierno Regional, con severas restricciones y latentes conflictos sociales entre diversos actores: empresarios agro exportadores vs. medianos y pequeños agricultores, y población urbana.
Consecuencia de un capitalismo empresarial miope y usurero, sin una visión de desarrollo agrícola sostenible.
Conocimientos ancestrales vigentes
El agua se encuentra estrechamente ligada a la historia y cosmovisión de los pueblos indígenas de nuestro país. Tanto las comunidades andinas y amazónicas tienen un manejo ritual del agua, venerando los ríos, lagos, nevados, puquiales, como fuentes de origen de vida, considerándolos lugares sagrados con un profundo significado simbólico, no solamente con fines agrícolas o de uso doméstico, sino también con fines religiosos y de construcción de identidades.
Es así que los Cañari (zona norte del Perú) rinden culto al apu Huacayñan, considerando el agua un elemento de su origen; o el famoso apu Pariacaca (zona central de los andes) dios del agua y la fertilidad; o la muy respetada yacumama en la Amazonía que simboliza la madre de los ríos o el espíritu del agua.
En la medida que el cambio climático afecta a las comunidades andinas, se viene recuperando, recreando o adoptando conocimientos y prácticas ancestrales asociados al manejo y conservación del agua en las diferentes regiones del país, que constituyen una solución valiosa para aprovechar los excesos de humedad e inundaciones en los cultivos.
Tenemos las “amunas” de mayor presencia en las serranías de Lima (Huarochiri), que son sistemas de recarga artificial de acuíferos con capacidad de almacenar o descargar agua en forma de puquios o humedales. Los “waru-warus” o camellones en Puno, que consiste en la combinación de terrenos elevados con canales de riego, para poder captar el agua fluvial o de lluvia y su drenaje posterior. El uso de reservorios hechos a base de champas de ichu en la puna de Ayacucho; represas rústicas en Ancash, Puno, Arequipa; reservorios unifamiliares para captar agua de lluvia en Cajamarca, Cusco; siembra y cosecha de agua de lluvia en cochas o lagunas artificiales; así como la preservación de cuencas y microcuencas, protección de puquiales, bofedales y manantes mediante faenas comunales.
Conclusiones
El agua es un elemento crucial para la vida y la supervivencia de la humanidad, siendo reconocido por Naciones Unidas como un Derecho Humano para una vida digna. Es un recurso estratégico y de seguridad nacional, que requiere de una visión integral y sostenible por parte del Estado y la sociedad, por estar estrechamente ligado al sustento de nuestra biodiversidad, la seguridad y soberanía alimentaria del país.
Siendo un recurso vulnerable y sensible al cambio climático, y con el tiempo tal vez, un recurso no renovable, el Estado debe garantizar la gobernanza hídrica del país; con políticas territoriales de conservación, aprovechamiento y gestión integrada del agua, equilibrando los diferentes roles, intereses y necesidades de este recurso en la población y sus actividades económicas, dentro de un marco institucional que garantice su efectividad y viabilidad.
Puesto que los conocimientos y prácticas tradicionales, han demostrado su efectividad y validación frente al cambio climático, es importante que las estrategias hídricas locales sean integradas, recreadas o mejoradas por los programas de adaptación y mitigación gubernamental, contando con mecanismos de participación y gestión compartida de los pueblos indígenas, que los convierta en actores activos frente al cambio climático.