Por Rocío Silva Santisteban*
22 de julio, 2014.- Desde hace varios años dos sacerdotes de la parroquia de Santa Rita de Castilla, en Nauta, Miguel Ángel Cadenas y Manolo Berjón, vienen denunciando las secuelas de diversos derrames de petróleo en la cuenca del Marañón.
Se trata de una situación que se repite cada cierto tiempo produciendo afectaciones a la salud de niños, hombres y mujeres, además de aguas contaminadas y un medio ambiente imposible de producir alimentos para sus habitantes: los kukamas. El domingo pasado ‘Panorama’ emitió un valiente reportaje sobre el derrame del 26 de junio en la zona de Cuninico que, una vez más, ha vuelto completamente negros 20 mil metros de bosque en la zona de la quebrada del mismo nombre, a orillas del Marañón. El derrame se debe a una rotura del herrumbroso y viejo oleoducto norperuano que atraviesa toda la selva para llevar el crudo desde Loreto hasta Talara.
En esta ocasión la situación ha sido la misma: la Diresa de Loreto ha reportado sobre una población de 549 personas a más de 55 afectadas con urticarias, cefaleas, enfermedades intestinales diversas, faringitis agudas, infecciones del tracto urinario (ITU), dorsalgias, así como algunas otras enfermedades previas. También informa sobre las diarreas y manchas en la piel que reportan los niños por tomar agua del río que está contaminado. El reporte de la Diresa señala que a la fecha, luego de 15 días del derrame, no se ha podido limpiar lo vertido como se ve perfectamente en el reportaje: una mancha de crudo viscoso lo cubre todo y la limpieza, que siempre es casino online lenta, ahora se ha realizado utilizando a la misma población local.
Pero la limpieza del crudo se ha realizado sin ningún tipo de protección y utilizando, en dos casos, ¡¡a menores de edad!! Este trabajo fue ofrecido por Perupetro, que les pagó 80 soles diarios a los kukamas para hacer esta limpieza, sin ningún tipo de material que los proteja como lo exigen los parámetros internacionales. Esta situación no es nueva: se repite impunemente con otras empresas como fue el llamativo caso de Choropampa hace diez años. El desempeño de Petroperú en este derrame de petróleo es similar a la forma de actuar de las empresas extractivas en situaciones similares: 1) se aprovechan de la necesidad de los lugareños, sus expectativas de ingresos y su ignorancia sobre las consecuencias del contacto directo de la piel, los ojos, incluso la boca con el hidrocarburo; 2) se contrata a la misma población para tener una limpieza rápida y a bajo costo; 3) se actúa con total impunidad, pues se sabe que en esos parajes es muy difícil que la información circule fuera de los sectores más cercanos.
Sin embargo, gracias a varias personas que han tomado el tema muy en serio, incluyendo a la periodista Vicky Zamora, que viajo más de 150 km por el Marañón, se ha podido hacer pública la denuncia con imágenes contundentes. ¿Seguirá Petroperú evadiendo su responsabilidad como en ocasiones anteriores? ¿Para qué sirve el año de “la promoción de la industria responsable y el compromiso climático” si no hay una verdadera obligación con todos los pueblos cubiertos de esta marea que ennegrece sus expectativas de vida? Ah… lo olvidaba: los sacerdotes Berjón y Cadenas están siendo chuponeados, reglados y hackeados para evitar más denuncias: ¡y todo en el año de la COP20!
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*Rocío Silva Santisteban (Lima, 1963). Estudió literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es Doctora en Literatura por la Universidad de Boston. Ganó el Premio Copé de poesía con su poemario Ese oficio no me gusta (1990). Otras publicaciones: Mariposa negra (1993), Condenado amor y otros poemas (1995) y Turbulencias (2006). En 1994 publica su libro de relatos Me perturbas (1994). Actualmente es periodista y docente universitaria. Además es presidenta de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH).
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Fuente: Diario La República: http://www.larepublica.pe/columnistas/kolumna-okupa/marea-negra-petroperu-y-los-kukamas-22-07-2014