Por José De Echave*
25 de abril, 2014.- La confirmación de la transferencia del proyecto minero Las Bambas a la empresa china Minmetals, ha desatado una suerte de constatación colectiva de que los inversionistas chinos han llegado para quedarse por largo tiempo en el Perú.
Sin embargo esto no es ninguna novedad. La primera ola de inversión china se produjo a mediados de la década del 90, con la compra de la mina de hierro de Marcona por la empresa Shougang y de China National Petroleum Corporation en la extracción de petróleo. La segunda y más importante oleada de inversiones se inició en la segunda mitad de la década pasada y continua hasta la actualidad y tiene como protagonistas a las transnacionales mineras Chinalco, Minmetals, Jiangxi Copper y Zijin (1).
El Perú es en la actualidad el país de América Latina donde China ha concentrado la mayor participación relativa de su stock de Inversión directa. Todo indica que esta tendencia seguirá en ascenso: en la cartera de proyectos mineros comprometida para los próximos años, China encabeza la lista con una participación del 23,23% (ver cuadro).
Además de los compromisos de inversión, no se descarta que empresas del gigante asiático sigan adquiriendo otros proyectos mineros en el Perú, actualmente bajo control de otras empresas. Por ejemplo, no sería raro que la propia Minmetals, luego de Las Bambas, comience a mirar las propiedades de Glencore Xstrata en la provincia de Espinar en el Cusco. No debemos olvidar que Xstrata adquirió las operaciones en Espinar (mina de Tintaya y otros proyectos entre los que figuraba Antapaccay y Ccorocohuayco), luego que ganara la opción de compra en Las Bambas el año 2004: entre las operaciones de Las Bambas, en la provincia de Cotabambas en Apurímac y las de Espinar en Cusco, existe el proyecto de definir todo un corredor minero.
Por otro lado, la confirmación de empresas chinas como actores estelares de la minería peruana despierta diversas preocupaciones, sobre todo en el campo social y ambiental. Las empresas mineras chinas llegan con una mochila cargada, no solamente por los antecedentes de sus operaciones en su propio país, sino por situaciones de conflictos que se han producido en otras regiones. Por ejemplo, en algunos países de África se han producido conflictos sociales importantes y los temas de denuncia contra empresas chinas han ido desde aspectos referidos a condiciones laborales hasta de impactos ambientales.
En el Perú, en el caso de Shougan y sus operaciones de hierro en Marcona, se han identificado en todos estos años prácticas reñidas con los derechos laborales y medioambientales. Además, en la propia China, Shougang ha sido considerada como uno de los diecinueve más grandes contaminantes de ese país.
Sin embargo, siempre queda la duda sobre qué tanto las empresas chinas tienen o tendrán en el futuro un peor comportamiento que sus pares de Norteamérica o Europa. Los propios antecedentes en el Perú muestran casos de pésimos comportamientos y de impactos sociales y ambientales dramáticos que involucran a empresas norteamericanas, europeas y por supuesto también a las locales.
En todo caso, en el concierto internacional, los antecedentes de Minmetals no parecen ser más preocupantes que, por ejemplo, los de la suiza Glencore. Por lo tanto dependerá de cómo el Estado peruano controla, regula y fiscaliza el comportamiento de las empresas en el sector extractivo, sea cual sea el lugar de origen de estas inversiones.
Ahora bien, hay otros temas que la transferencia de Las Bambas ha puesto en debate. Uno tiene que ver con el precio y los impuestos que se deben pagar por esta transacción. Ya ha ocurrido situaciones en el Perú en las que transferencias de proyectos entre empresas transnacionales no han dejado ningún tipo de beneficio al país: un caso ocurrido en la década pasada fue el de la empresa canadiense Perú Copper, que luego de adquirir el proyecto Toromocho en algo más de US$ 2 millones, lo vendió a Chinalco a US$790 millones.
No está de más recordar que el año 2004, la empresa Xstrata pagó por el Contrato de Opción de Compra de Las Bambas US$ 121 millones y cómo lo ha señalado Humberto Campodónico (1) la inversión en Las Bambas sería de US$ 5,220 millones y su precio de venta alcanzó los US$ 5,850 millones.
Habrá que estar atentos para que la ganancia de capital obtenida por el consorcio suizo, pague los impuestos que debe pagar y que el país reciba lo que le corresponde. En principio el Convenio para Evitar Doble Imposición (CDI), entre Suiza y Perú, no se debería aplicar a la venta de Las Bambas, ya que si bien entró en vigencia el 10 de marzo de este año, sus disposiciones -conforme a lo dispuesto en el artículo 27-, surtirán efectos solo a partir del 1 de enero de 2015.
Adicionalmente, el Perú puede aplicar el artículo 68 de la Ley del Impuesto a la Renta, aprobado en febrero de 2011 y cuyo reglamento fue publicado el mes de noviembre 2013: en el mencionado artículo se señala que si la empresa extranjera no paga el Impuesto a las Ganancias de Capital generadas por la transferencia de las acciones de la compañía peruana, está última tendrá que asumir la deuda tributaría de la primera. Nuestras autoridades tributarias deben estar alertas para evitar cualquier tipo de evasión o elusión.
Notas:
(1) Al respecto ver: Torres C. Víctor y Cynthia A. Samborn. La Economía China y las Industrias Extractivas: Desafíos para el Perú. CooperAccion y la Universidad del Pacífico (2009).
(2) La República, edición del 21 de abril 2014.
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*José De Echave, economista y experto en temas mineros, ex viceministro de Gestión Ambiental del Perú y miembro de la ONG CooperAcción.
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Fuente: CooperAcción