Servindi, 30 de marzo, 2014.- Entender la cultura y la sociodiversidad es un factor clave para generar alternativas apropiadas para el manejo forestal comunitario y aprovechar el inédito contexto actual favorable.
Así lo advirtió el ingeniero forestal Rodrigo Arce Rojas en un artículo en el que destaca la reforma del sector forestal que incorpora de manera explícita el manejo forestal comunitario y de manera específica el factor cultural.
Las políticas públicas se expresan en la trilogía conformada por la Política Nacional Forestal y de Fauna Silvestre, la Ley Forestal y de Fauna Silvestre y el Reglamento de la Ley Forestal, en avanzado estado de formulación.
La nueva realidad plantea interesantes retos tanto para las autoridades forestales como a las propias poblaciones que viven en los bosques y de los bosques, observó.
"A la alta biodiversidad del país se sobrepone la alta sociodiversidad. El manejo forestal comunitario incluye a actores de múltiples identidades, variación que alcanza incluso al interior de los propios grupos" apuntó.
"Aunque se podría hablar de sociedades rurales, no siempre hay una clara distinción entre indígenas, ribereños o mestizos. Los procesos de aculturación han tenido una fuerte incidencia que provoca renovaciones identitarias" afirmó Arce.
A continuación el artículo completo de Rodrigo Arce Rojas:
Cultura y manejo forestal comunitario en las políticas públicas forestales del Perú
Por Rodrigo Arce Rojas*
30 de marzo, 2014.- En el Perú asistimos a un proceso de reforma silenciosa del sector forestal que ha permitido incorporar de manera explícita el manejo forestal comunitario y de manera específica el factor cultural. Estas políticas públicas se traducen, fundamentalmente, en una trilogía conformada por la Política Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (aprobada mediante Decreto Supremo N° 09-2013-MINAGRI), la Ley Forestal y de Fauna Silvestre (Ley Nº 29763, publicada en julio del 2011) y el Reglamento de la Ley Forestal, éste último en estado avanzado de formulación.
Esta construcción es producto de las movilizaciones indígenas que impulsaron al Estado, producto de los dolorosos sucesos de Bagua, a promover procesos de formulación participativa de elaboración de las políticas públicas forestales. Es así que actualmente se cuenta con lineamientos y artículos específicos que tratan del factor cultural como elemento consustancial del manejo forestal comunitario.
Es así que tanto en la Política Nacional Forestal y de Fauna Silvestre y la Ley Forestal y de Fauna Silvestre se reconoce tanto a nivel de principios como a nivel de contenidos elementos que tratan de la cultura y de relaciones de interculturalidad. Entre los aspectos vinculados a la cultura se encuentra la cosmovisión, las prácticas y los conocimientos tradicionales. A nivel de interculturalidad se incluye la participación, la consulta previa, la equidad y la inclusión social.
Esta es una situación inédita en las políticas públicas forestales cuyo tratamiento homogéneo subestimó el manejo forestal comunitario y por tanto el factor cultural. No obstante, esta nueva realidad plantea interesantes retos a abordar tanto para las autoridades forestales como a las propias poblaciones que viven en los bosques y de los bosques. Más aún si reconocemos que la cultura por definición no es estática.
Lo primero que habría que señalar es que estamos hablando de comunidades locales que incluyen a una diversidad de actores, de orientaciones productivas y de forma de ocupación y relacionamiento con las tierras y territorios. A la alta biodiversidad del país se sobrepone la alta sociodiversidad. El manejo forestal comunitario incluye a actores de múltiples identidades, variación que alcanza incluso al interior de los propios grupos. Aunque se podría hablar de sociedades rurales, no siempre hay una clara distinción entre indígenas, ribereños o mestizos. Los procesos de aculturación han tenido una fuerte incidencia que provoca renovaciones identitarias.
Esta diversidad social también se pone de manifiesto en la diversidad de significados, sentidos, sentires, imaginarios, representaciones sociales y narrativas sobre los territorios y recursos. Estos marcos interpretativos culturales dan cuenta de una diversidad de valores, principios y prácticas. Anteriormente todas estas consideraciones se subestimaron escondidas en generalizaciones que hacían referencia a ciudadanos, productores o usuarios forestales. Esta homogeneización en la práctica generaba una serie de tensiones, sentimientos de desidia y exclusión y daba como resultado la deslegitimación cuando no el rechazo a un Estado que aparecía como indolente e impositivo. La vieja premisa del derecho que no se puede legislar para cada grupo particular cobra aquí un nuevo sentido y da pie para enfoques procedentes de la antropología jurídica que son mucho más sensibles a las consideraciones culturales.
El entendimiento de la cultura en el manejo forestal comunitario es fundamental para generar alternativas apropiadas. Por ejemplo, comprender la forma en la que se dan las relaciones entre los seres humanos y los bosques, las relaciones sociales al interior de las comunidades, las relaciones entre hombres y mujeres respecto al acceso y toma de decisiones relativas al bosque, la forma cómo se hace uso del espacio, la forma cómo se accede a los recursos, las reglas internas que regulan el uso de los recursos, el uso y la valoración del tiempo, entre otros aspectos. Claro está, reconociendo que estas relaciones, valores y prácticas son muy dinámicos.
Se encuentra que la perspectiva predominante a la fecha refiere al manejo forestal comunitario formal que implica una articulación al mercado. Gasché y Vela (2011) nos señalan que los bosquesinos son “especialistas” en un gran abanico de actividades diversas relacionadas a su cultura y los recursos naturales que ritman su cotidianidad, pero no tienen costumbre de dedicarse a una sólo actividad por un tiempo prolongado. Por ello los autores sugieren que es en esta perspectiva de actividades diarias y estacionales múltiples que los incentivos deben situarse para que se integren al estilo de vida bosquesino.
El manejo forestal comunitario formal planteado desde una perspectiva externa exige cambios a la cultura, la medida en la que la comunidad está dispuesta a asumir los impactos culturales de la “empresarialización” comunitaria debe ser producto de un proceso de diálogo y negociación intercultural. Ello definirá en qué grado la comunidad desea hacer del manejo forestal comunitario su fuente principal de ingresos o convivir con diferentes opciones de medios de vida.
En tal sentido, la Administración Pública Forestal nacional como regional, tiene importantes retos para implementar el mandato cultural en la promoción, gestión e institucionalización del manejo forestal comunitario. Un primer reto tiene que ver con la dotación de personal sensible a los enfoques interculturales y con representación profesional de la sociodiversidad. Ya no es posible evadir el uso de los idiomas locales en la administración pública forestal. Un segundo reto plantea el desarrollo de investigación social y antropológica para conocer en su real dimensión el estado actual de la semántica local sobre territorios, bosques, negocios forestales, entre otros temas. Un tercer reto implica la incorporación de elementos de manejo forestal en el Sistema Nacional de Información Forestal y de Fauna Silvestre.
A nivel del Estado y de las regiones un reto de primer orden refiere a los procesos de seguridad jurídica de los territorios que implica la culminación de procesos de titulación de comunidades en el marco de procesos de zonificación ecológica económica y ordenamiento territorial. El tema territorial está estrechamente vinculado a la cultura por lo que este tema no puede ser postergado.
Queda por ver, a nivel de procedimientos cómo se va abordar la cosmovisión en el ordenamiento interno de los territorios así como en la elaboración de planes de manejo. La tensión existente entre la autonomía de la comunidad y el papel regulador del Estado seguramente habrá que resolverse mediante procesos participativos basados en un genuino diálogo intercultural. Aquí cobra especial vigencia la gobernanza interna y el control social para que las decisiones internas contribuyan al beneficio de los hombres y mujeres de la comunidad pero también a la sociedad que busca que exista calidad de vida (buen vivir o vida plena) a la vez que los beneficios del aprovechamiento sostenible de los bosques y su conservación.
Bibliografía revisada:
Gasché, José y Vela, Napoleón. 2011. Sociedad Bosquecina. Tomo I. Ensayo de antropología rural amazónica, acompañado de una crítica y propuesta alternativa de proyectos de desarrollo. Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP), Iquitos; Consorcio de Investigaciones Económicas y Sociales (CIES), Lima; Center for Integrated Area Studies, Kyoto University (CIAS), Japón. Iquitos, 304 p.
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* Rodrigo Arce Rojas es Ingeniero Forestal. Correo electrónico: [email protected]