Imagen: Ecowatch
- Lejos de las ciudades y suministros, remotas comunidades luchan por sobrevivir después de perder vidas, casas y barcos a manos del tifón.
Tebtebba Indigenous Information Service, 17 de noviembre de 2013.- Tras el tifón Haiyan, que mató a un número incalculable de personas, desplazó a 630 mil y devastó la parte central de Filipinas, los pueblos indígenas del país — la mayoría de los cuales están ubicados en comunidades aisladas, boscosas, lejos de las ciudades y suministros — están emergiendo como los más afectados.
Mientras luchan por sobrevivir y evaluar los daños a los recursos naturales que preservan y mantienen como fuente de ingresos y alimentos, unas 1.600 familias indígenas luchan para garantizar los suministros básicos que podrían ayudarlos a sobrevivir y reconstruir sus vidas.
Las comunidades indígenas Tagbanua, repartidos por los Calamianes, un grupo de islas en la provincia suroeste de Palawan, fueron severamente afectadas cuando el huracán tocó tierra y golpeó por sexta vez.
En la isla de Coron, un popular destino turístico famoso por sus hermosos lagos y playas de arena blanca, 50 personas murieron y casi todas casas de la comunidad fueron destruidas. La comunidad – hogar de 700 familias — ha perdido la mayoría de sus barcos, frenando su principal modo de transporte e ingresos.
La alcaldesa de Coron, Clara Reyes, dijo en una estación de televisión local que 90 por ciento de las casas de la isla y los hoteles fueron total o parcialmente dañadas y que solo quedan 10 de las 1.000 embarcaciones utilizadas para el turismo, amenazando los de los isleños. Dijo que podría tomar de seis meses a un año para que la isla se recupere.
En la isla de Tara, una marejada provocada por el tifón causó numerosas víctimas y hogares e infraestructuras destruidos. Unas 900 familias fueron afectadas.
Las comunidades indígenas en esta isla y a través de los Calamianes permanecen aisladas de los esfuerzos de socorro. Sobrellevando la hambruna, tienen una necesidad básica — botes de plástico, que les permitirá buscar suministros como arroz, gasolina y energía, dijo Ruel Belen, coordinador de la Asociación Filipina para el Desarrollo Intercultural (Pafid),una organización que evalúa y actúa frente a los problemas que enfrentan las comunidades indígenas.
"Todos sus barcos fueron arrasados, así que necesitamos botes de goma para transportar alimentos y otros artículos de socorro a estas comunidades," dijo Belen.
Los pueblos indígenas han recibido poco apoyo debido a que el gobierno nacional y las organizaciones internacionales están enfocando la ayuda humanitaria en la densamente poblada Tacloban, capital de la provincia de Leyte, que recibió la peor parte del daño de los tifones. Belen está trabajando actualmente con una red de organizaciones indígenas y grupos de apoyo para enviar ayuda y recaudar fondos para su recuperación.
"Algunos de los paquetes de alimentos que se han distribuido se concentran principalmente en los centros de evacuación de ciudades populosas como Tacloban y no llegan a las comunidades indígenas del interior", dijo Luz Brozula, coordinador en el Programa Integrado de Desarrollo para los Pueblos Indígenas en Tagalog del Sur (IDPIP-ST), una organización que apoya a los pueblos indígenas en la región.
Filipinas, una nación archipiélago de más de 7.000 islas, es golpeada anualmente por tormentas tropicales y tifones (llamados huracanes y ciclones en otras partes del mundo). La nación empobrecida y densamente poblada de 96 millones de personas está ubicada en el noroeste del Pacífico, en la ruta del corredor de tifón más temible del mundo, según los meteorólogos. La costa es la más vulnerable.
Haiyan era una catástrofe especialmente alarmante, incluso para un país acostumbrado a las tormentas. Sus vientos estaban entre los más fuertes jamás registrados, y, aunque las estimaciones están cambiando a medida que se evalúan los daños, es potencialmente más mortal que el tifón Thelma, que mató a unos 5.100 personas cuando llegó a centro de Filipinas en 1991.
A medida que cambian las rutas de los huracanes y ciclones en el archipiélago en áreas antes libres de estos desastre naturales, expertos en cambio climático han señalado que Filipinas no está preparada para disturbios climáticos anormales como Haiyan.
Algunos grupos en las Filipinas están preparados para los cambios en el clima. Los indígena Ivatan de Batanes, grupo de islas en el norte de Filipinas, por ejemplo, han aprendido a adaptarse a las duras condiciones climáticas que llegan cada año entre junio y diciembre. Por ejemplo, han, construido casas de piedra que pueden soportar el peor tifón.
El tifón figuró en las conversaciones de cambio climático que se llevan a cabo en Varsovia, especialmente después de que el enviado filipino anunció entre lágrimas que haría una huelga de hambre "hasta un resultado significativo a la vista”.
"Podemos arreglar esto", dijo Naderev Sano en una conferencia de prensa en la capital polaca. "Podemos detener esta locura. Ahora, aquí."
La directora Ejecutiva de la Tebtebba, Victoria Tauli-Corpuz, quien se encuentra actualmente en Varsovia, Polonia participando en las negociaciones sobre el cambio climático, instó a los gobiernos, particularmente aquellos en el mundo desarrollado, a hacer recortes drásticos en sus emisiones de efecto invernadero y apoyar el Fondo Verde Climático (GCF).
El GCF es un fondo adscrito a la Convención Marco sobre el Cambio Climático, fundada como "un mecanismo para transferir dinero desde los países desarrollados a los países en vías de desarrollo para ayudarlos en implementar las prácticas de adaptación y mitigación para combatir el cambio climático".
"Lo que estamos experimentando ahora en Filipinas demanda una mayor ambición de parte de los países industrializados para reducir sus emisiones de carbono. Queda poco tiempo, y nosotros, los pueblos indígenas, nos veremos seriamente afectados. También instamos a los gobiernos comprometerse con el GCF y apoyar nuestro llamamiento para recaudar fondos y dar asistencia directa a nuestras comunidades devastadas”.
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Traducción al español de Chirapaq