El triunfo de Ollanta Humala coloca al Perú en el ojo de una tormenta geopolítica entre el proyecto hegemonizado por Washington, la Alianza del Pacífico, y la Unasur y el Mercosur donde Brasil juega un papel determinante.
ALAI, 10 de junio, 2011.- Rose Likins, embajadora de Washington en Lima, jugó un activo papel en la campaña electoral a favor de Keiko Fujimori. Desde que fue nombrada en el cargo, en agosto de 2010, se mostró contraria a la candidatura de Humala y durante la campaña electoral para la segunda vuelta del 5 de junio, mantuvo reuniones privadas con grupos de la sociedad civil en las que apoyó sin matices a Keiko, según señala Jim Lobe (IPS, 6 de junio).
No es para menos. Perú es un país clave para el proyecto estadounidense de mantener una presencia hegemónica en la región andina, desde tres puntos de vista. Perú tiene una extensa frontera con Brasil, pero es además la frontera por donde fluye el río Amazonas y algunas importantes vías de comunicación, y es básicamente una frontera de selva. En segundo lugar, es la frontera más cercana a los estratégicos puertos del Pacífico, por los cuales fluye una parte importante del comercio exterior entre Brasil y Asia, o sea China. Se trata de las vías interoceánicas que componen la IIRSA (Integración de la Infraestructura Regional Suramericana), el proyecto de integración estratégico para la región y para el futuro de Brasil.
En tercer lugar, en Perú residen algunas importantes bases militares del Comando Sur que componen un amplio anillo que rodea a Brasil, desde el norte (Panamá y Colombia) hasta el sur (Paraguay). Sin el control sobre Perú, la estrategia militar del Pentágono está desarticulada y depende de lo que suceda en Colombia, país que queda rodeado de fronteras potencialmente hostiles.
Para Brasil es decisivo contar con un aliado en el sillón de Pizarro. Alan García fue esquivo a la hora de acompañar los principales proyectos de integración regional: la Unasur, el Consejo de Defensa Suramericano y el Banco del Sur. Ahora Humala anuncia su deseo de convertir al Perú en “socio estratégico” de Brasil y piensa en ingresar al Mercosur. Las inversiones de Brasil en Perú crecen sin pausa y está prevista la construcción de cinco represas hidroeléctricas en el río Inambari, en el sur, con una inversión de 16 mil millones de dólares para inyectar electricidad a la economía brasileña en plena expansión. En suma, la llegada de Humala a la presidencia puede trastocar el esquema regional a favor de los proyectos de largo aliento de Brasil, aunque debe recordarse que Perú firmó un TLC con Estados Unidos, y otro con China, que limitan su margen de maniobra.
Como parte del reacomodo global y regional en curso, deben considerarse dos novedades mayores. La primera es la firma de la Alianza del Pacífico que integran México, Colombia, Chile y Perú. Creada hace apenas un mes, busca retomar la agenda de la fracasada ALCA, o sea la política de libre comercio de corte neoliberal. Como parte de ese vasto proyecto se puso en marcha, el 30 de mayo, el Mercado Integrado Latinoamericano (MILA) que integra las bolsas de Colombia, Perú y Chile.
Se trata de un proyecto ambicioso: los tres mercados bursátiles cuentan con el mayor número de empresas cotizantes de la región y conforman el tercero en volumen de negocios con 57 mil millones de dólares, detrás sólo de Brasil (645 mil millones de dólares) y México (89 mil millones). Las tres bolsas se encuentran entre las más dinámicas de la región sudamericana: Lima tuvo una rentabilidad de 63 por ciento en 2010, Santiago de 38 por ciento y Bogotá de 34 por ciento. Se trata básicamente de empresas no industriales. Por el lado de Perú cotizan mineras, sobre todo de cobre, por el lado de Colombia, petroleras y energía, y entre las chilenas predomina el sector financiero (fondos de pensiones) y el comercial.
Las dos iniciativas, MILA y Alianza del Pacífico, son la cara visible de la contraofensiva político-económica de Washington para reposicionarse en la región. La otra pata, la político-militar, está integrada por la IV Flota y el Comando Sur. Ambas son complementarias.
La segunda novedad viene de China. Un informe publicado en Asia Times (Antoaneta Becker, 9 de junio) sostiene que las revueltas populares en Medio Oriente y en el norte de África convencieron a China para reorientar el importante flujo de inversiones que tenía en ese continente hacia mercados donde existan “menores riesgos políticos”. El nuevo plan quinquenal del Ministerio de Comercio de China establece que la estrategia de inversiones del país se orientará hacia Asia y los países emergentes. América Latina es uno de los focos posibles, donde la ya importante inversión china habrá de potenciarse.
El informe de Asia Times cita un estudio publicado en mayo por la Asia Society en New York, donde pronostica que para 2020 la inversión directa china en el exterior llegará a dos billones (millones de millones) de dólares, o sea el doble que toda la inversión directa del mundo en 2010. Ese año, la inversión directa de Estados Unidos fue de 300 mil millones de dólares. En 2009 la inversión directa china fue de 78 mil millones de dólares, y ya había trastocado los equilibrios globales.
Perú se encuentra ahora en el centro de esta disputa global y regional, en la que compiten Estados Unidos y China por la producción minera e hidrocarburífera, y Brasil y Estados Unidos por su posicionamiento geopolítico. Unos y otros se apoyarán en fuerzas internas, opuestas y poderosas: el empresariado conservador y fujimorista, blanco-mestizo, afincado en Lima; y la población andina, de matriz quechua, que vive en la sierra y resiste la minería. Manejar este polvorín será un desafío mayor para Ollanta Humala.
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*Raúl Zibechi, periodista uruguayo, es docente e investigador en la Multiversidad Franciscana de América Latina, y asesor de varios colectivos sociales.
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Fuente: ALAI: http://alainet.org/active/47199