Por Jorge Agurto
8 de abril, 2011.- A dos días de las elecciones y en medio del frenesí que produce la fiebre electoral es oportuno poner en claro que el destino de los pueblos y comunidades originarios no se define en la justa del 10 de abril. El interés y el beneficio de los pueblos indígenas depende más de su unidad y capacidad de lucha que del candidato que salga electo por una supuesta voluntad popular.
Y esta actitud ante las elecciones no es escéptica sino realista. Es pesimista ante la realidad y las opciones electorales actualmente en juego; pero es optimista frente a las inmensas posibilidades que ofrece la unidad programática y estratégica de los pueblos y comunidades de costa, andes y amazonía del Perú.
Afirmo líneas arriba "supuesta voluntad popular" porque la democracia peruana es una democracia imperfecta, incompleta, insuficiente, anómala, invertida, desnaturalizada, incapaz de traducir con legitimidad y transparencia la voluntad soberana de los pueblos, que es donde reside la verdadera fuente del poder.
Y es que la seudo democracia "a la peruana" es un embuste, una estafa, un oprobio, una ignonimia, mediante la cual los grupos de poder de siempre ponen en la grande escena política mediática cuál de los candidatos elegirá el pueblo para continuar con sus políticas depredadoras, irracionales, saqueadoras de nuestros recursos, destructoras del ambiente y del futuro.
Son los mismo grupos de poder quienes -entre bambalinas- ponen en juego todos sus recursos mediáticos para que sea electo uno de sus varios candidatos, que una vez en el poder olvida e incumple sus promesas, para gobernar de acuerdo a los intereses de quienes se jactan del crecimiento del país en la misma medida en que se jactan del crecimiento de sus ganancias lucrativas privadas.
Cuando un candidato sale -o parece salirse- de su esquema de interés, de inmediato la maquinaria mediática de la televisión, la gran prensa y la radio y su corifeo de periodistas del establishment - lo acribilla y sataniza por antisistema, a pesar que se trata de una opción que pretende jugar -al igual que las demás- en el mismo espacio democrático que el sistema determina.
El historiador Nelson Manrique, en un brillante artículo publicado en La República (1), señala cómo esa oligarquía política retrógrada y anquilosada, al que califica de "la caverna", es tan soberbia y pretenciosa que a pocas semanas de las elecciones se sorprende de que amplios sectores nacionales deseen un cambio más profundo que el continuismo expresado en Keiko, Toledo, PPK y Castañeda.
Y es que la caverna piensa que como a ellos les va bien, a todos los peruanos también les debe ir bien. Y así como ellos piensan que el actual modelo debe continuar, todos deberíamos pensar lo mismo.
Las opciones en curso
Ollanta Humala es el único candidato que respondió el cuestionario de once preguntas (2) sobre sus propósitos frente a los pueblos indígenas y el único que ha colocado con mayor énfasis el respeto a los derechos de los pueblos indígenas y en particular el derecho a la consulta previa.
Su plan de gobierno sin duda tiene mayor ventaja que el de Toledo en lo que se refiere a las propuestas que conciernen a las comunidades originarias del país, según el análisis comparativo que efectuó el Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP) (3).
Sin embargo, Ollanta es un militar de carácter y temple autoritario, vinculado al Partido del Trabajo que gobierna el Brasil. Como ya lo han advertido algunos lectores acuciosos este apoyo podría conllevar en el futuro a que se imponga en el Perú la construcción de las megacentrales hidroeléctricas para abastecer al Brasil de la energía que necesita.
Por esto, quienes ven en Ollanta un voto positivo deben prepararse mentalmente para enfrentarlo en el futuro si decide traicionar sus compromisos con los derechos de los pueblos y decide imponer a rajatabla proyectos que además de generar numerosos perjuicios ambientales afecten la situación y derechos de las comunidades.
Alejandro Toledo es otra de las opciones que barajan numerosos compatriotas como un mal menor o "cholo conocido", que sería una opción preferible a un "cholo por conocer". A este respecto, Toledo representa "más de lo mismo" que los pueblos han venido recibiendo hace varios lustros y su posición anti Ollanta lo viene mimetizando con el gobierno de Alan García y su política del "perro del hortelano".
Toledo lleva la impronta de llevar a Eliane Karp como primera dama, una mujer que a pesar de sus estudios de antropología y fascinación por lo indígena y andino es incapaz de escucharlos, y prefirió crear la CONAPA, un organismo inservible que el gobierno de Toledo diseñó especialmente para que ella juegue a las políticas indígenas (4).
Keiko Fujimori, la hija del dictador y sátrapa, puede ser en lo individual una buena persona, de voz dulce y sonrisa fácil, capaz de fundirse con el pueblo en las localidades más recónditas como lo hacía su padre con un vigor sospechoso.
Pero por más que intente salirse del libreto fujimontesinista, Keiko nunca podrá explicar porqué está rodeada de la peor gente del gobierno de su padre, enemiga a rabiar de los derechos humanos y de las comunidades, como Rafael Rey, Martha Chávez, Luis Delgado Aparicio, entre otras. Quienes ven a Keiko como una buena opción deben observar con cuidado quienes están con y detrás de ella.
El ex alcalde de Lima Luis Castañeda Lossio se ha desubicado solo en un escenario político nacional que le ha calzado grande para su dimensión metropolitana y donde se ha evidenciado su orfandad de planteamientos. Lo peor es que se ha llenado de oportunistas de todas las calañas y pelajes en una lista congresal que se cae sola por la falta de identidad y propuestas.
La candidatura de Pedro Pablo Kuczynski, PPK, el gran lobbista pro norteamericano, es una afrenta para el país. El Perú no merece ser gobernado por un siervo fiel de una potencia extranjera. Permitir que un ciudadano de Estados Unidos gobierne una república que se supone independiente es rebajarla a ser una colonia.
Por una razón de decoro y dignidad, PPK no debería ser Presidente del Perú, más aún si mantiene vigente su juramento de lealtad a los Estados Unidos, que conlleva una renuncia a toda nacionalidad previa -incluida la peruana, obviamente- y su plena lealtad a los intereses de la nación yanqui. (5)
Podemos aceptar y combatir entre opciones políticas lideradas por candidatos peruanos y peruanas pero permitir que un gringo mentiroso, sinvergüenza y malcriado se burle de la dignidad de los connacionales es una afrenta ignominiosa que debemos rechazar.
La perspectiva de los pueblos
El único que ha planteado la necesidad de un cambio de la Constitución Política es Ollanta Humala y en esta propuesta coincide con las propuestas de los pueblos indígenas que objetan en la Constitución fujimorista de 1993 el recorte de las garantías constitucionales para la propiedad de la tierra comunal (las tres "i": inembargable, imprescriptible e inalienable).
La necesidad de un nuevo Pacto Estado-Sociedad en el que se reconozca la pluriculturalidad y se incorporen verdaderas políticas de Estado interculturales es un desafío histórico pendiente que cualquier gobierno -sea de tendencia liberal, conservadora o socialista- debe enfrentar si desea avanzar y construir una modernidad con identidad que nos incluya a todos y todas.
Por esto preocupa que Toledo -un candidato que jugaba en el centro político- en su afán de desbarrancar a Ollanta se haya pronunciado contra cualquier cambio constitucional y haya afirmado su compromiso con el actual modelo que no satisface a todos, menos a las poblaciones excluidas del "chorreo" económico o de los supuestos beneficios del crecimiento.
Sin duda, en el escenario actual los pueblos y comunidades indígenas no corren con un candidato al que puedan sentir como propio. La pretensión de Alberto Pizango quedó corta por falta de consenso indígena y sendas dosis de individualismo, mala asesoría y oportunismo criollo.
La unidad programática de los pueblos y comunidades no se construye de la noche a la mañana, en función de la agenda electoral y menos detrás de caudillos personalistas.
La unidad de los pueblos se forja desde las bases, como movimiento social y político que de manera legítima defiende sus derechos colectivos. Este es el camino que tenemos que reafirmar y seguir construyendo día a día, sin descanso, hasta que se haga sentir y respetar.
Los derechos no caen gratuitamente del cielo. Si bien se reconocen y legitiman en espacios democráticos y diversas instancias internacionales se quedan solo en el papel sino se conquistan en la práctica.
Notas:
(1) Nelson Manrique: "La pesadilla de la caverna", en diario La República, 29 de marzo, 2011: http://www.larepublica.pe/29-03-2011/la-pesadilla-de-la-caverna
(2) Ver: "Ollanta es el único candidato que respondió cuestionario sobre pueblos indígenas" en: http://servindi.org/actualidad/42265
(3) Ver: Resumen planes de gobierno sobre Estado, Pueblos Indígenas y Amazonía, en http://servindi.org/actualidad/41031
(4) Jorge Agurto: "La institucionalidad pública en la agenda indígena", en: http://servindi.org/actualidad/13194
(5) Ver: Carmen Carrasco y Jorge Agurto: "Diez razones esenciales para no votar por PPK" en: http://servindi.org/actualidad/42454 y Nelson Manrique: "PPK on the rocks" en: http://servindi.org/actualidad/41647