- Vivir bien y NO mejor.
Por David Choquehuanca Céspedes*
23 de marzo, 2011.- Bolivia plantea el Vivir Bien, no un vivir mejor a costa del otro, sino un Vivir Bien basado en la vivencia de nuestros pueblos. Vivir Bien es vivir en comunidad, en hermandad, y especialmente en complementariedad. Donde no haya explotados ni explotadores, donde no haya excluidos ni quienes excluyan, donde no haya marginados ni marginadores.
Mentir, robar, atentar contra la naturaleza posiblemente nos permita vivir mejor, pero eso no es Vivir Bien. Al contrario, Vivir Bien significa complementarnos y no competir, compartir y no aprovecharnos del vecino, vivir en armonía entre las personas y con la naturaleza. El Vivir Bien no es lo mismo que el vivir mejor, el vivir mejor que el otro. Porque para el vivir mejor, frente al prójimo, se hace necesario explotar, se produce una profunda competencia, se concentra la riqueza en pocas manos. Vivir mejor es egoísmo, desinterés por los demás, individualismo.
El Vivir Bien está reñido con el lujo, la opulencia y el derroche, está reñido con el consumismo.
Nadie dice: voy a cuidar de mí solo
En el Vivir Bien, lo más importante no es la persona individual. Lo más importante es la comunidad, donde todas las familias vivimos juntas.
Somos parte de la comunidad, como la hoja es parte de la planta. Nadie dice: voy a cuidar de mí solo, no me importa mi comunidad. Es tan absurdo como si la hoja dijera a la planta: no me importas tú, voy a cuidar de mí sola.
Todos valemos, cada uno guar¬damos un espacio y tenemos nuestras tareas, responsabilidades y tierras. Todos nos necesitamos a todos. Fundamentada en el complementarnos, en el bien común, el apoyo mutuo organizado, la comunidad y la vida comunal desarrollan sus capacidades sin destruir al hombre y la naturaleza.
Trabajo es felicidad
En el Vivir Bien, el trabajo es felicidad, desde el niño hasta el abuelo. Trabajar es aprender a crecer, es como respirar o caminar. No conocemos ninguna persona viviendo y gozando trabajo ajeno.
No trabajar y explotar al prójimo posiblemente nos permita vivir mejor, pero eso no es Vivir Bien. El vivir bien es general para todos y todo.
En nuestras comunidades no buscamos, no queremos que nadie viva mejor, como nos hablan los programas de desarrollo. El desarrollo está relacionado con el vivir mejor, y todos los programas de desarrollo implementados entre los Estados y los gobiernos, absolutamente todos los programas de desarrollo desde la iglesia, nos han orientado a buscar un vivir mejor.
Desvalorizan nuestra visión de vida
Frente al fracaso total del desarrollo, el mundo occidental quiere copiar la experiencia y la realidad de los pueblos indígenas, pero sin realmente entender su alcance. Han empezado a hablar del desarrollo sostenible, desarrollo sustentable. Ahora están hablando de desarrollo armónico, Desarrollo con Identidad, pero siguen hablando del desarrollo, de vivir mejor en vez del Vivir Bien.
Sin lograr entender ni asimilar nuestros saberes ni saber analizar bien la esencia y las implicaciones del desarrollo, insinúan en el marco de estas propuestas que los indígenas debemos buscar el acceso a los ‘beneficios de la modernidad' y el desarrollo, es decir, un vivir mejor a través de la ‘integración al mercado’ y la incorporación de la lógica de valoración occidental de la geografía ambiental como es el turismo, la extracción del petróleo, la minería y otras actividades productivas y económicas.
Para ello, debemos dejar nuestros usos y costumbres tradicionales ‘no rentables', renunciar a nuestras formas de subsistencia local y olvidarnos de nuestra capacidad de autodeterminación, pasar a ser fuerza de trabajo y permitir tanto el libre acceso de la minería y la extracción de hidrocarburos como el saqueo y la depredación de la naturaleza, con el motivo de hacernos funcionales a los nuevos procesos económicos de ecologismo neoliberal y depender del Estado para que éste resuelva nuestras necesidades.
Desvaloriza nuestros saberes, aniquila lentamente nuestra visión propia del Vivir Bien y desintegra la vida comunal y cultural de nuestras comunidades, al hacernos tanto asimilar y depender de propuestas ajenas que son contrarias a nuestros códigos y valores como liquidar las bases tanto de la subsistencia como de nuestras capacidades y conocimientos para satisfacer NOSOTROS MISMOS nuestras necesidades y las exigencias de Pachamama, lo que al final resultará en que nuestras comunidades seguiremos apareciendo como “las más pobres entre las pobres”.
Amenaza la armonía con la naturaleza
Aunque nos han llevado a creer que el desarrollo es la salvación de la humanidad y que nos ayudará a vivir mejor, en la práctica vemos al contrario que es el principal causante de la crisis económica extrema de los países donde vivimos y del mundo, la crisis de la naturaleza y los graves efectos del cambio climático, el desequilibrio de la vida comunal, el caos social y la amenaza a la vida y al planeta.
La exagerada industrialización de algunos países, el consumismo enviciado y la explotación irresponsable de la humanidad y los recursos naturales, amenazan a la madre naturaleza y la subsistencia del planeta.
La sobreexplotación de los recursos básicos del planeta por parte de las naciones industrializadas, que cada año consumen 30 por ciento más recursos que la Tierra logra regenerar, amenaza tanto la Vida en el planeta como la sobrevivencia de naciones originarios indígenas y culturas ancestrales que habitamos los ecosistemas más frágiles del planeta, como ser: bosques húmedos tropicales, desiertos, páramos, montañas e islas, entre otros.
Cada mes que pasa, son cada vez más fuertes y más frecuentes los trastornos y desastres naturales causados por el cambio climático, como el Fenómeno del Niño y de La Niña, lluvias prolongadas, inundaciones y sequías, olas de calor, deglaciaciones, aumento del nivel del mar, huracanes y tornados, incendios en el bosque húmedo tropical, expansión de enfermedades endémicas, alteración en las estaciones agrícolas.
No es ninguna solución
Por tanto, la exagerada e ilimitada industrialización de los modelos de acumulación occidentales, no es ninguna solución para la humanidad ni podrá solucionar el cambio climático ni la Crisis Global que afecta profundamente a nuestra Madre Tierra y nuestra vida comunitaria.
Ofrecemos al mundo la Cultura de la Vida
Ante las amenazas a la humanidad y al planeta tierra que nos presentan el cambio climático y todas las demás crisis, hay dos caminos. O seguimos por el camino de la civilización occidental y la muerte, la guerra y la destrucción, o avanzamos por el camino indígena de la armonía con la naturaleza y la vida.
Por ser las naciones indígenas el reservorio de saberes ancestrales y conocimientos científicos de la vida para defender la vida, nuestra sabiduría y forma de vida apegada a la tierra, nuestros valores de convivencia entre las personas y entre el hombre y la naturaleza dentro los límites del planeta Tierra representan la mejor alternativa de salvar al planeta.
Ningún sector, ningún experto, ningún especialista, puede debatir con el pueblo indígena sobre cómo vivir en armonía con el mundo natural, no solamente en complementariedad con el ser humano.
Como hijos de Pachamama, de la Madre Tierra, ofrecemos al mundo nuestros principios y códigos culturales, espirituales, lingüísticos e históricos, los conocimientos y saberes ancestrales de nuestros abuelos, la memoria histórica que descansa en la arquitectura, en la cerámica, en la textilería, todo el Saber guardado que nuestros ancianas y ancianos susurran en el silencio y que podemos "leer" en sus arrugas y en nuestros libros de piedra, el hablar de los antepasados con lagos y mares humedecen nuestras lenguas, el acontecer ancestral que nuestros genes despiertan y hablan en nosotros, que los montes y nevados nos dialogan, que los vientos nos soplan en los oídos.
Recuperar la salud de la Madre Tierra
No podemos solucionar esta Crisis Global si no salvamos a la Madre Naturaleza de los desastres que en su decadencia está provocando la cultura de dominación de la naturaleza de los modelos de acumulación occidentales. Es obligación de los pueblos, fuerzas sociales, fuerzas políticas, organismos internacionales, cuidar a la Madre Tierra como nuestra madre, respetando su capacidad de autorregulación de la vida y del planeta.
Vivir Bien es recuperar la vivencia de nuestros pueblos, recuperar la Cultura de la Vida y, recuperar nuestra vida en completa armonía y respeto mutuo con la madre naturaleza, con la Pachamama, donde todo es VIDA, donde todos somos uywas, criados de la naturaleza y del cosmos, donde todos somos parte de la naturaleza y no hay nada separado, donde el viento, las estrellas, las plantas, la piedra, el rocío, los cerros, las aves, el puma, son nuestros hermanos, donde la tierra es la vida misma y el hogar de todos los seres vivos.
Volver al camino del equilibrio
Las naciones indígenas originarias tenemos varios principios, varios códigos que han resistido durante más de quinientos años. Ahora hemos decidido recuperar nuestros valores, recuperar nuestros códigos. Nos hemos organizado para volver a nuestro camino, al camino del equilibrio, camino que nos permita la armonía entre las personas, pero fundamentalmente la armonía entre el hombre y la naturaleza.
Los aymaras hemos dicho que tenemos que volver nuevamente a ser qamiri, queremos volver nuevamente a ser. Hemos dejado de ser, ya no somos. Volver a ser para nosotros, es volver a ser Qamiri. Qamiri se dice a una persona que vive bien.
Los quechuas dicen lo mismo: queremos volver a nuestro camino, a nuestro origen y queremos volver a ser nuevamente Qhapaj. Qhapaj es una persona que vive bien. Entre los guaranís, Iyambae es una persona que vive bien, es una persona que se desenrolla plenamente de manera natural, sin estar sometida a nadie. Los mayores dicen que es una persona sin dueño.
Volver a ser Qamiri
Nosotros hemos dicho en aymara que tenemos que volver a nuestro thaqi, camino en castellano. En quechua que tenemos que volver a nuestro yan. Tenemos que volver a nuestro tape, han dicho los guaranís. Hemos decidido volver a nuestro camino, a ese camino de equilibrio, no solamente entre las personas, sino también entre el hombre y la naturaleza.
Cuando hablamos nosotros de volver a nuestro camino, a nuestro thaqi, a nuestro yan, a nuestro tape, estamos hablando de generar armonía entre el hombre y la mujer, entre el hombre y la naturaleza. Nuevamente tenemos que volver a ser, porque la colonización ha hecho que nosotros dejemos de ser. Muchos de nosotros hemos dejado de ser, ya no somos. Ahora queremos nuevamente volver a ser qamiri, volver a ser iyambae, volver a ser qhapaj.
Es más importante la identidad que la dignidad
En este proceso de cambio para volver a nuestro camino, estamos reconstruyendo el Vivir Bien, un Vivir Bien donde cada uno conservamos nuestra propia identidad, se respeta al individuo, se respeta al árbol, a las plantas. A todo mundo se respeta, a todo el conjunto, como también al ser humano y su entorno. La identidad está relacionada con el vivir bien. Si no defendemos nuestra identidad, nos vamos a morir, vamos a desaparecer.
Al contrario, el vivir mejor está respaldando la dignidad, el trabajo digno de esclavo en las haciendas, el trabajo digno de vender caramelos en la calle, lustrar zapatos o ser aparapita, cargando bultos a los patrones. La dignidad sin identidad es como una planta sin raíces y sin semilla original, es un disfraz occidental que olvida y excluye lo que tenemos adentro.
Por tanto, en el Vivir Bien no nos contentamos con defender nuestra dignidad, sino lo más importante es defender nuestra identidad, que viene a ser el fundamento de nuestra dignidad y más allá de ésta. Es más importante conservar nuestra identidad a que nos consideren dignos.
Buscamos una vida equilibrada
El vivir mejor cree en la justicia social, aunque nunca ha habido justicia. La justicia sólo existe para unos pocos en la práctica, cuando ellos logran alcanzar lo que entienden que es "justo" para ellos. Para la mayoría de seres humanos se genera injusticia, por lo que no existe ni justicia por un lado ni injusticia por el otro. La justicia social es algo imposible, que nos han hecho creer posible.
Por ello, en el Vivir Bien no buscamos en primer lugar justicia social, porque cuando hablamos de construir una sociedad con justicia social, estamos hablando solamente de las personas, y eso es excluyente. La exclusión no se acepta dentro del vivir bien, y nosotros estamos contra la exclusión, contra la discriminación.
Nuestra lucha va más allá de la justicia social. Buscamos una vida equilibrada, buscamos el equilibrio, alcanzar el equilibrio entre los hombres y entre el hombre y la naturaleza, una vida equilibrada entre el hombre y la mujer.
La complementariedad va más allá de la libertad
El vivir mejor está buscando la libertad del robo, el pillaje y el saqueo del erario público, la libertad de tener cientos de miles de hectáreas de tierras obtenidas ilícitamente, la libertad de explotación y saqueo indiscriminado de los recursos humanos y naturales, la libertad de avasallar y despojar a los pueblos indígenas, la libertad de continuar detentando y succionando los recursos estatales.
Al contrario, en el Vivir Bien trabajamos por la complementariedad, porque todos somos hermanos, todos nos complementamos. Buscamos una vida complementaria, una vida complementaria entre el hombre y la mujer, una vida complementaria entre el hombre y la naturaleza, donde todo está regulado por las leyes de la naturaleza.
En nuestras comunidades nadie tiene que ser libre. En nuestras comunidades, todos nos complementamos unos con los otros, la mujer se complementa con el hombre, y el hombre se complementa con la mujer, y los dos nos complementamos con la naturaleza. El hombre no tiene que sentirse libre, capaz de destrozar la planta, porque la planta es nuestra hermana, es parte de nosotros. Con la planta nos complementamos, porque ambos, la planta y nosotros, somos criados de la madre naturaleza.
Consenso más que democracia
Estamos yendo más allá de la democracia para profundizar la democracia, aplicar la verdadera democracia. No estamos contra la democracia. Queremos que se democratice la información, queremos que se democratice la educación, queremos que se democratice la cooperación.
En el Vivir Bien, estamos construyendo una soberanía donde tomamos nuestras decisiones mediante el consenso, donde resolvemos nuestros conflictos, nos ponemos de acuerdo, mediante el consenso comunal y no mediante la democracia, pues en democracia existe el sometimiento, donde las minorías se someten a las mayorías o las mayorías someten a las minorías. Si de cinco personas, tres están de acuerdo y las dos restantes no, los primeros someten a los dos, que son minoría. En democracia, hasta las mayorías se someten a las minorías.
Levantamos un consenso, en el cual todos debemos estar de acuerdo para dictar cualquier medida. Es muy importante para nosotros, que cada uno de nosotros pueda intervenir con el mismo derecho, y que tenga las mismas oportunidades, que pueda ser escuchado. Todos tenemos que convencernos y llegar al consenso, ponernos de acuerdo entre todos, tomar una decisión con la contribución de todos, no mediante el voto.
A partir de las leyes naturales que dan vida
Desde nuestros padres y abuelos siempre respetamos la tierra, el agua, el aire y el fuego. Por eso, somos pueblos que sentimos y respetamos nuestra papa, nuestra yuca y nuestro maíz, nuestros cerros, nuestros días y noches, con todas sus estrellas. Desde tiempos inmemoriales acostumbramos hablar con nuestras aguas y respetarlas, con nuestro sol y nuestra luna, con los vientos, los puntos cardinales y todos los animales y plantas de nuestras tierras que nos acompañan.
En nuestro principio están las bases de lo que actualmente somos. Siempre hemos considerado a la naturaleza algo tan importante como nosotros mismos. El agua que recibimos del cielo, las montañas, los bosques y las tierras vive todavía en el corazón de nuestros pueblos. No en balde somos pueblos que todavía distinguimos el sabor sagrado del agua viva.
Con creatividad y acción conjunta
Para que esta reconstrucción del Vivir Bien sea exitosa, a las naciones indígenas originarias del Abya Yala nos toca impulsar acciones locales e internacionales, tomar iniciativas propias desde nuestras comunidades y naciones.
Con iniciativas propias desde las comunidades y también con apoyo de los gobiernos que impulsan el Vivir Bien.
Con prácticas y recursos propios desde el seno de nuestras comunidades, nos toca impulsar la reconstrucción del Vivir Bien, un Vivir Bien basado en la complementariedad en armonía con la naturaleza dentro de los límites que la salud de nuestra madre naturaleza nos permita, un Vivir Bien o Buen Vivir que apunta a vivir en comunidad, en hermandad, y especialmente en complementariedad.
Volver a nuestras pirwas sexes qulqas
Bajar la palanca…
En este marco, instamos a los países industrializados bajar la palanca para el futuro, sustituir los actuales modelos energéticos y de desarrollo e ilimitado crecimiento económico, limitar el consumo irresponsable, el derroche de recursos naturales y la generación de basura que contamina y daña a la Madre Tierra.
Les instamos a restaurar a la Madre Tierra a su estado y dinámica normal, devolver y restituir las tierras, territorios, aguas, bosques, hielos marinos y sitios sagrados que hayan sido arrebatados a los Pueblos Indígenas, y que, en consecuencia, han limitado el acceso a nuestra forma de vida tradicional y han expuesto nuestras tierras a condiciones que contribuyen al cambio climático.
Reconstituir su fuerza de dar vida de la mujer indígena
En el Vivir Bien, habrá un nuevo varón/mujer, un chachawarmi en interacción y armonía con la pacha en comunidad. Entre las mujeres y hombres, que somos semejantes diferentes, podamos disminuir nuestras visiones distintas y fortalecer las visiones que nos unen para volvernos más semejantes que diferentes, para guiarnos más por el hemisferio derecho del cerebro que por el hemisferio izquierdo, más por el corazón que por la razón.
Encontrando la armonía entre todas y todos, la complementariedad y el vivir en común-unidad desde los valores ancestrales de convivencia con la pacha, el papel de la mujer originaria indígena se está volviendo cada vez más imprescindible. Al dejar de ser tratadas como víctimas, dependientes, menores de edad, la sabiduría de las mujeres y su fuerza de DAR VIDA y criar la vida constituye una inestimable alternativa para las generaciones futuras.
Hacer funcionar nuestra propia salud, educación y comunicación
Con iniciativas propias desde las comunidades y también con apoyo desde el gobierno, en nuestras comunidades podemos comenzar a hacer funcionar nuestra propia salud a partir de cómo siempre nos hemos mantenido sanos, donde la salud de la comunidad es tan importante como la del cuerpo y donde abundantes alimentos sanos libres de químicos es nuestra medicina.
Frente al crecimiento de un consumo cada vez más manipulado, reconstruyamos la producción de alimentos domésticos, sanos, que no nos esclavicen a las tiendas de autoservicio, ni a enfermedades degenerativas como la diabetes, los problemas del corazón o el cáncer. Prevengámonos contra enfermedades antes que buscar medicamentos para curarlas, y usemos nuestras propias medicinas naturales que no curan una enfermedad creando otra, y así recuperemos el vasto conocimiento indígena.
Comencemos a hacer nuestra propia educación, o más bien nuestra propia comunicación, a partir del aprendizaje que siempre hemos dado a nuestros niños en nuestras comunidades a partir de las prácticas y responsabilidades comunales y sociales, aprendizaje comunal por medio del cual creamos energía comunal y aprendemos en el trabajo diario, en esa escuela social que es la comunidad, que no podemos vivir fuera de la vida comunal. Más que educación, recuperemos nuestra propia comunicación, fortalezcamos la verdadera comunicación entre papá e hijo, entre alumnos y profesores.
Salvar al planeta tierra para salvar a la humanidad
Encaminemos juntos nuestros destinos, asumamos juntos la voluntad y responsabilidad del Vivir Bien que nos han legado nuestros ancestros, para reconstruir entre todos la hermandad que vivían nuestros abuelos en Abya Yala, construir de manera horizontal la cultura de la paciencia, la cultura del diálogo y fundamentalmente la Cultura de la Vida.
Forjemos la comprensión, cooperación y los lazos de hermandad entre nuestros respectivos pueblos, naciones soberanas y estados, para hacer de este nuevo milenio un milenio para defender la vida y salvar al planeta tierra, para salvar a la humanidad, respetar y defender a la Pachamama con el fin de lograr la sustentación y preservación de nuestro planeta Tierra.
Aprovechemos a leer las arrugas de nuestros mayores antes que se mueran, porque en estas nuestras bibliotecas andantes están las experiencias y la sabiduría para recuperar la Cultura de la Vida, forma de vida que no es dependiente del consumo excesivo de energías no renovables que emiten gases de efecto invernadero sino que se basa en la relación armónica hombre naturaleza.
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* David Choquehuanca Céspedes es Canciller del Estado Plurinacional de Bolivia.
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Fuente: El presente texto es un extracto de la ponencia sustentada en el Encuentro Latinoamericano “Pachamama, Pueblos, Liberación y Sumak Kawsay”, organizado por la Fundación Pueblo Indio del Ecuador en la celebración del Primer Centenario del Nacimiento de Mons. Leonidas Proaño, Quito, 27 de enero del 2010.