Por Luis Reátegui Collazos
El Tarapotino, 20 de enero, 2011.- Recuerdo aún cuando niño de cómo mis maestros en su diaria perorata, ensalzaban y rendían pleitesía a un epónimo héroe de la época, que no sólo era reconocido por su inmenso poder político y económico, sino por sus dotes de gran, hombre: Julio C. Arana, mítico personaje de raíces riojanas y vanagloriadas por toda la sociedad, pues gozaba de un gran prestigio nacional e internacional. Como es natural una de las calles de mi tierra lleva su nombre: Julio C. Arana.
Arana, fue un gran empresario de los años 90 que presidía la compañía cauchera “Peruvian Amazón Company”, formada por millonarios capitales ingleses. La información velada que mantenían las fuerzas de poder (capitalistas y la iglesia) hacía que los niños y jóvenes tuviésemos una información distorsionada de los hechos y de las personas; no podía ser de otra manera ya que en la escuela reinaba el “magister dixit” (la palabra del maestro era lo primero y lo último). Por tanto la escuela junto con la religión eran los instrumentos que se encargaban de ocultar la verdad y mantener el 2 “statu quo” de una sociedad y un personaje oscuro y despreciable. Porque éste triste personaje genocida de las comunidades indígenas con el pretexto de obtener el caucho y llevar el progreso a la Amazonía, se encargo de torturar, asesinar en forma sistemática a comunidades enteras, tales como los huitotos, ocaimas, muinanes, nonuyas, andoques, rezígaros y boras en nombre del progreso de la selva (criterio que me recuerda al “perro del hortelano” de Alan García).
Mario Vargas Llosa, en su última obra “El sueño del celta” describe en forma descarnada el verdadero horror que cometieron éstos colonizadores de la Amazonía, muchos de ellos condecorados y considerados héroes como es el caso de Julio C. Arana , lo cual es una vergüenza y que nos debe remorder la conciencia, sobre todo si pensamos que las víctimas de los caucheros siguen siendo todavía ciudadanos de segunda o tercera categoría, viviendo todavía en condiciones primitivas.
No existe una asignatura que enseñe en las escuelas de nuestro país uno de los capítulos más terribles de nuestra vida republicana, solo aparecen en investigaciones históricas reservadas para los especialistas. ¿Por qué?. Mario Vargas Llosa en una teleconferencia ofrecida desde Madrid al comercio, manifiesta: “no se enseña esta historia en el Perú, ni en Colombia, ni el Brasil, porque es una historia que nos acusa a nosotros, los peruanos, colombianos y brasileros. Nosotros somos corresponsables de lo que allí sucedió. Nosotros éramos el país donde eso ocurría y que no hizo nada para evitarlo. No podemos exonerarnos de la responsabilidad. Eso ocurrió porque el Perú oficial de entonces lo permitió. Incluso hasta hoy día hay defensores de Arana, quienes dicen que defendió la nacionalidad, que gracias a Arana el Perú mantuvo esos territorios”. Pero en realidad ahora sabemos que su único interés era explotar el caucho para enriquecerse a costa de la sangre y la vida de millares de amazonenses.
Creo que lo mínimo que puede hacer la flamante alcaldesa de Rioja a manera de resarcir esta vergüenza que afecta a todo sanmartinense es proponer en sesión de comuna se cambie el Nombre de la calle Julio C. Arana de esta mi noble y acogedora ciudad y borrar de alguna manera este blasón que afecta la moral de todo amazonense.
Publicado en El Tarapotino