Por Juan Ramírez Ruiz
En el primer recinto de la pinacoteca mental del hombre peruano hay dos grandes cuadros. En el primero, la figura principal es un español que, con sus manos, sostiene un folio desplegado delante de sus ojos. Este hombre es un conquistador, un pregonero conocido como Adelantado. Está frente al Inca Atawallpa y ande una multitud de andinos perplejos, porque no comprenden lo que dice. Está pronunciando en castellano y a viva voz el más trascendente Requerimiento que jamás se oyó en estas tierras.
En el segundo gran cuadro, la figura central es el Inca Atawallpa. El inca está mirando por primera vez un libro de papel. El conocía los libros de cerámica, de piedra, de plumas, de hilos; pero no un libro de papel. Un libro que, con gestos, le han pedido que adore. Un libro escrito con grafías que tampoco conoce y que, sin embargo, le vuelven a pedir que adore. El conocía otras grafías, otros numerales, otros símbolos, otros libros. Pero sigue mirando al libro de papel, al libro que luego irritado arrojaría.
En ambos cuadros, el rostro del Inca y los rostros de los andinos expresan de manera sorprendente que, por sus conciencias, no asoma para nada lo que a partir de ese día sobrevendría sobre sus tierras feraces y sus vidas laboriosas.
Los siguientes recintos de esa extraña pinacoteca reproducirían luego, dentro y fuera de innumerables cuadros, al mueva realidad andina que comenzó el siglo XVI y que aún prosigue todavía.
Una justificación suelta en el viento
Requerimiento se llamó a ininteligibles fórmulas jurídicas medievales dichas en castellano y que, por medio de intérpretes inexpertos, eran comunicadas a los quechua hablantes del siglo XVI. Adelantados o pregoneros de los conquistadores, en voz alta, momentos antes de atacar a sangre y fuego un ayllu o comunidad, decían el Requerimiento. El cínico acto judicial era en realidad un aviso perentorio que exigía el sometimiento sin condiciones.
No pocas veces, el conjunto de postulados era pronunciado ante un puñado de hombres armados que, en las afueras de los poblados aguardaban la orden para el ataque. Justificaban de esa manera ante sí y para sí la usurpación que luego habrían de infringir. El requerimiento era entonces el “aval” jurídico, religioso y ético para los actos violentos del despojo. Su rol era además de liberar de culpa a los autores de los excesos. Cientos, miles de veces esos pronunciamientos teatrales, absurdos, eran simples palabras desatadas en el viento por guerreros impacientes para coger un dorado botín mojado en sangre.
Entre tanto, más allá, detrás de los sembríos, esperaba desguarnecido y en zozobra un pueblo indio. Pueblo tras pueblo, conquista tras conquista, el viento se poblaba de requerimientos. Desde entonces el castellano, la letra y el libro, serian tres símbolos de un desencuentro cultural cuyas resonancias, aun hoy, no logran acallarse.
El contrarrequerimiento
Probablemente la primera forma de resistencia cultural andina fue el Contrarrequerimiento, aún cuando así no se haya denominado a los libros de arcilla, los libros de piedra, los libros de lana, los libros de colores; que incluso desde los primeros años de la conquista se siguieron produciendo y que, en ese momento, recogían la hórridas secuencias de la conquista y destrucción de una civilización original.
Artistas indios, cuya creación no interrumpieron, cambiaron los referentes, transformaron los nuevos materiales que su brutal e inesperada realidad ofrecía a partir del siglo XVI.
Pronto, sin embargo, habría de comenzar la prohibición y destrucción de estas formas de resistencia cultural. Pero aun así, entre las tinieblas de la censura y la persecución los Contrarequermientos prosiguen. Aparece el Taki Onqoy, el ritual que con cantos y danzas conducían a un trance místico liberador de las formas religiosas impuestas, Aparece Juan Choqne, el sacerdote andino que promovía el mencionado ritual, y que luego desaparecería sin dejar rastro.
Escritores mestizos cristianizados elaboran crónicas que, a su manera, son también formas de Contrarrequerimeinto. Juan Santa Cruz Pachacuti escribe Relaciones de Antigüedades deste Reino del Perú, libro fundamental pasta aproximarse a las dimensiones metafísicas que cristalizaban la espiritualidad el ande. Blas de Otero, que leía los kipus, escribió una Historia de los Incas que se perdió –por azar?- en España. De esa Historia sólo se conocen las partes que pudo leer el Inca Garcilazo, y que luego reproduce en sus comentarios.
En la misma tradición entonces (y en pleno siglo XVI) debemos considerar la Nueva Crónica y Buen Gobierno del genial escritor y dibujante indio Felipe Huaman Poma de Ayala. También a los Comentarios Reales –aún considerando las atingencias contemporáneas a la verisimilitud histórica de los hechos que refiere- pues siendo libro inseparable de Tupac Amaru y de los intelectuales indios, inspiró y alentó desde sus páginas formas de resistencia cultural más allá de la escritura.
Vencido Tupac Amaru, se acentúa el gran crimen de lesa cultura. Se decreta el exterminio de todos los símbolos de la cultura andina: bibliotecas que acogían kipus (Kiputecas), y las tablas pintadas que reproducían las genealogías de las panacas incas, son sistemáticamente destruidas. Se prohíben las formas musicales, el idioma, las ceremonias religiosas, las vestimentas típicas. Y se persiguen los rituales y festividades reguladas por el calendario andino.
Se decreta en todo el Tahuantinsuyo la destrucción de todas las formas de Contrarrequerimiento.
Pero la vasta corriente de Contrarrequerimientos no sólo es visible en la literatura, también las artes plásticas participan en ella. La Escuela Cuzqueña redefinió la técnica y los referentes que venia de ultramar según la visión occidental. Cristo y Vírgenes indias, en tonalidades que sólo en estas tierras podrían plasmarse, brotaban de las manos de Titu Cusi y sus congéneres…
Se podrá negar la que amplísima variedad de las artes populares –llamadas por otros artesanías- no son también, y a su manera, formas de Contrarrequerimiento?
Mucho del gran torrente del arte del siglo XX, a partir de los años 20-30 se incluye también en esta tradición esforzada y aguerrida que aun hoy, en formas no sólo artísticas sino en toda la gama de la producción intelectual, formarían parte de una poderosa corriente labrada desde hace siglos.
Más aún, el Contrarrequerimeinto –como corriente o género- está representado por leyendas, mitos, relatos orales y cantos creados por la fértil imaginación popular que, al producirlos, edifica formas ideológicas y estéticas que retienen y difunden larvas de la identidad nacional acosada pero nunca perdida.
Imagen nítida
Se explicita el Contrarrequerimiento cuando se practica y fundamenta nuestra diferencia, cuando se argumenta científicamente algunos de los procesos que se desarrollaron en el ciclo de la Autonomía, o cuando se recusan los procesos occidentales que definitivamente no se han compatibilizado con los procesos de la realidad andina.
Algunos de tales procesos son en este libro abordados.
Emerge como imagen nítida la impresión de que los componentes de un gran sistema se aproximan, y que un súper esfuerzo intelectual finalmente logrará articularlos. Entre tanto, junto a los fragmentos de verdad enunciados, emergen aun contradicciones y paradojas que se incorporan a esa imagen para, muchas veces, distorsionarla.
Se aprecia la necesidad de optar por un conjunto de conceptos básicos: ejes compartidos por ideas matrices por las cuales se producirá una completa organización mental. Y, al mismo tiempo, es visible la carencia de un sistema de respuestas nuevas a viejos problemas, de preguntas nuevas que asedian problemas aun sin resolver, y de nociones fundamentales formuladas en estudios contemporáneos de un rigor científico cada vez más sofisticado y prolijo; para que, a partir de aquel sistema en movimiento omniabarcante podamos pensar, imaginar, proyectar y practicar –de manera completa- una nueva visión del proceso nacional.
Nuestra historia avanza de manera super acelerada. El cúmulo de reivindicaciones por consumarse es un compendio de cuentas por ajustar que, entre las solapas, lleva una mutación colosal. Pero de una visión integral (labrada por mentes ya no cautivas aún cuando constatan –exasperadas- que son muchos los que todavía no se liberan) emergerán los rumbos de una comunidad nueva y fragante con un compacto corazón colectivo por fin humanizado.
Mientras tanto, entre los Contrarrequerimientos más actuales y fecundos que elaboran formas radicales de nuestra modernidad, están aquellos que trasmutan al libro como objeto y espacio semántico, a las grafías, a la lengua, y a los discursos que, como consecuencia de nuestro proceso histórico, se han convertido ya en emanaciones psíquicas o extensiones biológicas diferenciadas, que prosiguen dibujando un trazo palpitante cuyo fulgor imanta al futuro.
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* Texto de Juan Ramírez Ruiz escrito para: Contrarrequerimiento: 500 años de resistencia a la invasión: ciclo de conferencias, realizado los días 11, 12 y 13 de octubre de 1990 / [G. Lumbreras ... et al.].Lima, Perú : Chirapaq, Centro de Culturas Indias, 1992.
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Fuente: Ancash 444. Aproximaciones a Juan Ramírez Ruiz: http://ancash444aproximacionesajuanram.blogspot.com/2010/05/biografia-del-contrarrequerimiento-juan.html
Agradecemos el envío a Fredy Roncalla